Amenazan con quererme es el nuevo libro de Valentín Escudero, psicoterapeuta y terapeuta familiar, profesor de metodologías de investigación y director de la Unidad de Investigación en Intervención y Cuidado Familiar en la Unidad de A Coruña. Esta publicación propone un tipo de conocimiento más directo y personal, pequeñas historias que se comparten entre terapeuta y paciente en el marco del proceso y la relación terapéutica.

Amenazan con quererme, un título para pararse a pensar. ¿Por qué este título para un libro que contiene mucho futuro dentro?

Me encanta esa idea de que libro contiene mucho futuro dentro ¡gracias! Es el título de uno de los relatos incluidos en el libro, y quizás sea el relato que represente mejor la idea central del libro. Me refiero a la dificultad de relacionarse: sientes que no mereces la pena para los demás, y por lo tanto, no aceptas que puedan apreciarte, y mucho menos amarte. Las experiencias negativas que algunas personas han acumulado en su vida, especialmente en la infancia, les han llevado a construir una identidad devaluada, una imagen negativa de sí mismos. Bastantes de los relatos incluidos en el libro tienen este nexo común, el sufrimiento de una persona que se siente abandonada, pero que tampoco consigue estar bien cuando alguien se acerca con afecto, o cuando alguien intenta ayudarla. Ese acercamiento, ese ofrecimiento de ayuda, es vivido paradójicamente, como una amenaza. Por ello, conseguir una buena conexión emocional es un desafío fascinante para un terapeuta, o para cualquier persona que quiere crear una relación de ayuda. Los relatos recogidos en el libro son muy diferentes, muy variados, pero intentan reflejar la experiencia de cambiar, es decir, la posibilidad de confiar y conectar a pesar de haber vivido experiencias muy dolorosas que te habían creado una profunda desconfianza

En el libro hablan “pequeñas historias que a veces tienen grandes significados”. ¿Cuáles son esos significados?

Pues yo creo que los grandes conceptos, el Amor, la Confianza, la Solidaridad, la Esperanza… donde realmente se reflejan de manera genuina y con toda pureza, es en las pequeñas cosas, los detalles que una persona tiene hacia otra, a veces se trata de momentos de inadvertida grandeza. Un gesto, unas manos, unas palabras de aceptación, una despedida, una lágrima rebelde en el momento más inoportuno… ¡Toda esa grandiosa y emotiva comunicación de lo cotidiano! En los relatos del libro se describen situaciones dramáticas a través de momentos cotidianos, de conversaciones en psicoterapia o en la calle, siempre con un destello de optimismo, con una mirada puesta en la capacidad de cambiar, de salir adelante a pesar de todo. Te pongo un ejemplo, uno de los relatos cuenta la historia de un padre que sufre amnesia después de un accidente y no recuerda a su mujer y sus hijos; habla con un terapeuta familiar y le explica que no le caen bien ¡resulta que no le gusta «esta» familia, su familia! Para él es como si los acabase de conocer y no le gusta lo que hacen cada día, su forma de ser. Y el terapeuta ¡pobre hombre! tiene que ponerse en su lugar y aceptar que su paciente quiere algo diferente. La clave del relato es que a ese padre amnésico no le gusta ahora comprobar cómo era él mismo antes del accidente.

Comentas en la obra que la relación es el corazón del cambio que se produce en la psicoterapia ¿Por qué?

Podría contestarte a esta pregunta desde varios puntos de vista. Por ejemplo, desde la perspectiva de la investigación en psicoterapia resulta claro que la relación terapéutica es posiblemente el factor mas útil para explicar cuando una psicoterapia tiene éxito o bien fracasa. Pero también puedo explicar esa convicción desde la experiencia personal. Creo que muchos clientes, de terapias muy diferentes, tienen en común la dificultad de relacionarse, el temor, la decepción de lo que han vivido o están viviendo… En general tratamos a personas que, por causas diferentes, no consiguen gestionar bien sus emociones. Esa inestabilidad emocional, esa incapacidad de entender y conducir tus sentimientos, tiene una consecuencia terrible: no consigues relacionarte bien, te quedas solo. O bien te sientes solo aun rodeado de una multitud. Y ahí está la seguridad que te proporciona una relación con tu psicoterapeuta, creo que es la base que te permitirá entender y hacer pequeñas cosas nuevas, sobre todo cosas que te acerquen a otros seres humanos, cosas que te permitan amar y ser amado. La relación terapéutica te ofrece temporalmente una «base-segura» que no tenías y que necesitabas para aprender a relacionarte.

¿Cuáles son los sentimientos que aparecen en una relación terapéutica como profesional?

¡Todos! Y puedes y debes sentir todo lo que tus pacientes te ofrecen para compartir. Esto es un privilegio porque te permite estar toda tu vida profesional indagando en lo más genuino de la condición humana. «Soy humano, y nada de la condición humana me es ajeno», esta es una frase de Terencio (año 190 a.C.) que tenemos reproducida en más de 40 idiomas en un cartel que cuelga en la entrada de nuestra unidad clínica. La parte complicada es que aparecen sentimientos negativos, aparecen las partes oscuras del ser humano, las partes que el profesional no conoce de sí mismo. Puedes sorprenderte, incluso asustarte. Pero hay una condición sagrada para que puedas compartir todos esos sentimientos en la relación terapéutica: tienes que trabajar siempre para tu paciente y jamás dejar de respetarle. Estarías fallando si te centras en ti mismo o en tu visión del mundo. Tu sólo eres un buen psicoterapeuta si proporcionas seguridad suficiente para que el paciente se sienta emocionalmente entendido, para que el paciente aprenda a compartir contigo. Ellos, sean hombres o mujeres, niños o mayores, científicos o campesinos… son el medio y el fin de la psicoterapia.

¿Qué aportan estos relatos al lector/a?

Ojalá les aportase una ráfaga de ilusión y optimismo, un momento de reconciliarse con la raza humana, un poco de empatía con nuestra especie. Es difícil pero quizás aporten esto a algún lector, como nos ocurre a veces escuchando una buena canción: nos evoca algo bueno que llevamos dentro. Pero igual soy muy ambicioso y tendría que responder que seguramente los relatos pueden aportar un momento de entretenimiento o hacerte recordar una experiencia propia o cercana. En el prólogo cuento una anécdota que me animó a publicar los relatos: me encantó una historia que contó una niña en su terapia y le pedí permiso para hacer un cuento con esa historia. Cuando le devolví la historia escrita en unos folios pude contemplar su cara mientras la leía y como al final de esa lectura hizo un gesto mirando al cielo para decirle algo a su madre fallecida recientemente, ambas eran las protagonistas del cuento. Estos relatos pretenden aportar eso, una evocación, una emoción, una sonrisa… que te hagan conectar con algo que te importa.