“Del narcisismo de las pequeñas diferencias a la banalidad del Mal” Arendt, Freud, Lacan. Algunas consideraciones desde un punto de vista del Psicoanálisis y la Filosofía. Trabajo de Fin de Máster presentado a los Premios TFM Contra el Estigma.

En este trabajo (TFM) interdisciplinario me he propuesto investigar desde la perspectiva del psicoanálisis y de la filosofía, los resortes ocultos y causas inconscientes de la actitud estigmatizante que pueda dirigirse individualmente de un sujeto a otro -u otros-, así como de un grupo social -e inclusive entes o estados nacionales- hacia otros grupos sociales. Dicha actitud estigmatizante, que implica una marca inicial sobre la que se discrimina a un sujeto o grupo humano, y que suele ser la “justificación” y el disparador de una serie de actos que van desde la discriminación social inicial a situaciones de mayor gravedad, como la destitución subjetiva o exclusión de derechos: al estudio, al trabajo, a derechos civiles o libertades individuales, y en casos extremos llegar a ser segregados, tratados como objeto, llegando al extremo de ser privados del derecho a la libertad e inclusive a la existencia.

La investigación tuvo como marco la particular mirada de Hannah Arendt, quien por su condición de judía fue despojada en 1937 de su ciudadanía alemana, por el incipiente régimen totalitario Nazi en Alemania, quedando librada durante 14 años a la categoría de apátrida. Con las consecuencias que la propia Arendt describiera: la del sujeto sin derechos políticos, ni civiles, es decir segregado por el estado, desprotegido y despojado por estar fuera de la ley del estado que los expulsó. También se consideró aporte conceptual de Sigmund Freud, otra víctima de segregación racista, quien se viera obligado, por el mismo régimen, a una emigración forzada para salvar su vida, casi al final de su existencia.

Si bien actualmente y en los países de estructura democrática sucesos atroces como los descriptos no están presentes, el estigma, la discriminación y distintas consecuencias como la exclusión social en diversos grados, sí lo están, y los encontramos en distintas alternativas y modalidades.

Es por ello que, en momentos sociales como el actual, es tan importante e imprescindible identificar dichas situaciones, y realizar toda acción directa efectiva posible, toda difusión de ideas antidiscriminatorias, también establecimiento de legislación en marco jurídico sobre cada uno de los hechos y manifestaciones que conlleven situaciones de Estigma social. Simultáneamente a las acciones efectivas mencionadas, es de relevancia la identificación y profundización sobre elementos causales, de estructura, profundos e inconscientes que determinan en una gran medida que ésta tendencia humana a la degradación de la dignidad del semejante se reitere a lo largo de la historia y en todas las culturas (aunque es cierto, en diferente magnitud).

A lo largo del escrito y tomando en cuenta las ideas tanto desde el pensamiento psicoanalítico, como el filosófico de los autores escogidos, he intentado relevar y destacar ciertos fundamentos de estructura que puedan echar alguna luz sobre ideas y conductas que reiteradamente ciertos grupos o seres “humanos” ejercen tristemente sobre otros.

Presentaré brevemente, a modo de ejemplo y de un modo coloquial, algunas de las ideas contenidas en mi TFM, que dan origen a este comentario del mismo:

– El concepto de Narcisismo (de las pequeñas diferencias) de Freud, y su observación en un escrito del año 1929 llamado el Malestar en al cultura, nos permiten ver cómo el ser humano puede hacer de una mínima diferencia con el semejante, la causa de su agresividad y encono, para lo que citaré textualmente un fragmento de mi trabajo que incluye esta cuestión:

Freud se refirió al narcisismo de las pequeñas diferencias como un mecanismo esencial y siempre presto a surgir en la intersubjetividad social, como un modo de satisfacer y descargar sobre los ‘otros’ cierto grado de agresividad o desprecio, aún por diferencias menores, logrando al mismo tiempo consolidar fuertemente el vínculo amoroso y fraterno entre los hombres del grupo agresor.

[..Evidentemente, al hombre no le resulta fácil renunciar a la satisfacción de estas tendencias agresivas suyas; no se sienten nada a gusto sin esa satisfacción. Por otra parte, un núcleo cultural más restringido ofrece la muy apreciable ventaja de permitir satisfacción a este instinto mediante la hostilidad frente a los seres que han quedado excluidos de aquél. Siempre se podrá vincular amorosamente entre sí a mayor número de hombres, con la condición de que sobre otros en quienes descargar los golpes. En una ocasión me ocupé en el fenómeno de que las comunidades vecinas, y aún emparentadas, son precisamente las que más se combaten y desdeñan entre sí, como por ejemplo españoles y portugueses, alemanes del Norte y del Sur, ingleses y escoceses, etc. Denominé a este fenómeno narcisismo de las pequeñas diferencias …]. (Freud, 1929 p:3047-48).

Es en esta mínima diferencia, en la que siguiendo la idea de Freud creo identificar un germen y componente esencial del proceso de Estigmatización social, y su consecuente justificación para la descarga de agresividad sobre el/los sujetos que son identificados por dicha diferencia.

– A su vez el psicoanalista francés Jacques Lacan propuso al concepto freudiano de rasgo unario, como el elemento mínimo para la constitución de la subjetividad “normal” y de la identidad de una persona, pero este único rasgo también constituye un factor a tener en cuenta a la hora de intentar comprender la cuestión de atribuir e identificar y marcar un Estigma en el otro, y de sus graves derivaciones.

Cuando buscamos en el diccionario Estigma (su conjugación verbal es estigmatizar), vemos que muestra dos significaciones:

  1. deshonrar, infamar u ofender la dignidad de otra persona
  2. marcar con un hierro candente.

Precisamente este concepto de marca (mínima y única), es equivalente al rasgo o trazo unario en la idea de Freud y el posterior desarrollo de Lacan. Quienes lo presentan como mecanismo psíquico identificatorio primario, nos permiten avanzar en la comprensión de cómo es que a partir de una sola característica de una persona se lo caracterice en la completud de su ser y se lo pueda así discriminar. Así como también se puede discriminar al semejante por la falta de un rasgo, perspectiva desde la cual lo plantea la psicoanalista Laura Sokolowsky en un comentario acerca del ideal de pureza étnica a la que aspiraba el Nazismo: Hitler quería crear un Estado que favoreciera una comunidad de seres de la misma especie reduciendo a la nada, la inmundicia que representaba la raza no-aria. «El Reich en tanto que el Estado debe englobar a todos los alemanes dándose por tarea no solamente de reunir y de conservar las reservas preciosas de ese pueblo en elementos raciales originales, sino además, conducirlos lentamente y sin duda a una situación de dominante» escribió Hitler en Mein Kampf p.35 O sea que si al ‘otro’ le falta el rasgo se le podrá -en extremo-, negar el ser, e inclusive su derecho a la existencia, V.gr: «si no es ario (el otro), no es mi semejante, ni es digno de ser (sujeto) humano». En este contexto, la categoría de sujeto es gradualmente rebajada, hasta el punto de que se le asigna al ‘otro’ una condición que va desde sujeto degradado, hasta llegar a ponerlo en la condición de objeto, o, de la inmundicia (de aquello que no pertenece al mundo). Así el esclavo, o el habitante de un pueblo conquistado, el inmigrante pasarían a una categoría degradada de «humanidad», pudiendo esto entonces justificar el ser utilizados como objeto de trabajo. Vemos así, que para el pensamiento del nacional socialismo alemán, el judío o el gitano -y en general los no arios-, los discapacitados, o los homosexuales (identificados como no normales), podían ser despojados de su ciudadanía, expoliados en sus propiedades y bienes, en sus derechos civiles, humanos, y hasta de la vida misma. No deteniéndose el régimen en estos vejámenes ante la dignidad humana, y llegando más allá, como en el siniestro proceder de utilizar los restos mortales de las víctimas (cabellos, piel, prótesis dentales etc.) para la producción de objetos tristemente conocidos, con el ilusorio fin de que no quede resto alguno sin «aprovechar».

– Un factor relevante que también he considerado en mi trabajo es el de la banalización del mal que Hannah Arendt sostiene de esta manera, al describir la actitud del acusado (Adolf Eichmann) ante las acusaciones de genocidio que pesaban sobre él: «El problema con Eichmann fue precisamente que muchos fueron como él, y que la mayoría no eran ni pervertidos ni sádicos, sino que eran y siguen siendo terroríficamente normales. Esta normalidad es mucho más aterradora que todas las atrocidades juntas.» La descripción que hace Arendt, nos lleva a pensar que para que un sujeto tenga esta posición ante sus actos, se ha de sentir amparado y justificado por una “naturalización” de dichos actos, a través de una penetración ideológica sobre toda una sociedad del “beneficio y la conveniencia” de participar de un proceso de estigmatización discriminatoria, como impuso el totalitario régimen nacional Socialista Alemán durante las décadas que estuvo en poder del estado alemán. Naturalización ideológica que haría difícil la lucha contra esta actitud impuesta desde un estado hacia una una sociedad, y que dejó a numerosas personas y colectividades enteras expuesta a todo tipo de degradaciones.

Estas ideas, ejemplos y conclusiones que he tomado de mi trabajo, tal vez han de parecer situaciones extremas y muestras de una crueldad excepcional y sin precedentes en la historia de la cultura y el desarrollo social del género humano. Pero cabe aquí acotar que no es así, situaciones de esta magnitud se han repetido en mucho momentos de nuestra historia. Por otra parte es notorio que en nuestra sociedad actual, se siguen suscitando hechos de esta naturaleza, que, aunque parezcan de menor cuantía o no sean masivos tienen algunos de los factores de estructura que están en la génesis y causa para que sigan ocurriendo, y por tanto recaen sobre grupos o personas que sufren las consecuencias del Estigma por alguna condición de discapacidad física o mental, su origen étnico o cultural, o su género entre otras situaciones que determina distintos grados de exclusión social.

Es claro así que, la estigmatización y discriminación de personas por considerarlas diferentes sigue ocurriendo en nuestra sociedad, y es necesario la acción directa organizada y efectiva del estado, de organizaciones no gubernamentales, de instituciones de enseñanza de todos los niveles, así como es destacable la propuesta de investigación profunda, la formación de agentes operativos, y difusión de ideas contrarias a todo tipo de Estigma, como la que lleva a cabo La Cátedra UCM – Grupo 5 ‘Contra el Estigma’. En este sentido me cabe agradecer personalmente a dicha Cátedra por su amplitud y pluralidad al convocar a todas las facultades y cátedras de la Universidad Complutense a través del premio al mejor Trabajo de Fin de Máster ‘Contra el Estigma’. También agradezco el espacio brindado por el Master ‘Psicoanálisis y teoría de la Cultura’ de la facultad de Filosofía de UCM, espacio enriquecedor de pensamiento posibilitando la inclusión de pensamiento psicoanalítico en su intersección con el pensar filosófico y cultural, lo que dio lugar a la producción del TFM aquí reseñado.

Los escritos llamados sociales de S. Freud y otros tantos de J. Lacan nos muestran que el pensamiento, los postulados y desarrollos que el psicoanálisis aporta acerca del ser humano, no se limitan a una tarea terapéutica individual, sino que se extienden, aportan y echan algo de luz sobre cuestiones de fondo y estructura de las vicisitudes y el comportamiento del sujeto humano en sociedad.