“Oferta de empleo integrador social”.

Seguramente, la frase más redactada en Google por un Técnico Superior en Integración Social o TSIS. La escribías, conseguías ver alguna oferta y al leerla… «¡Ups, decepción! ¿Pero qué clase de oferta es esta para un TSIS?», la frase más exclamada por este o esta profesional.

Si lo pienso, yo fui bastante afortunada. Un mes después de terminar mi formación profesional superior, me llamaron de Grupo 5 para trabajar de educadora en el nuevo Centro de Rehabilitación Psicosocial de Latina, allá en el 2007, pero, ¿cuál era la situación laboral del integrador social en el mercado laboral?, ¿el resto de compañeros y compañeras de profesión, correrían la misma suerte? Me temo que no.

La situación era muy preocupante y triste. Éramos contratados en puestos que se alejaban de nuestros desempeños técnicos, con categorías profesionales muy por debajo de las nuestras y limitando las funciones a realizar a menos de un 50% de las competencias que podíamos desarrollar y, por lo tanto, ofrecer a las personas con las que trabajábamos. ¿Por qué no se molestan en leer el BOE? Si lo hicieran, -me decía a mí misma-, se caerían de espanto de lo mal y poco aprovechados que nos tienen.

Son muchos años luchando por nuestro reconocimiento, sensibilizando para que se entendieran nuestras funciones, demostrando la profesionalidad que tenemos y sobre todo, significándonos como Integradores Sociales, como dirían mis queridas compañeras María Salazar y Ana Abad.

Actualmente y poco a poco, se está produciendo un cambio significativo, en nuestra situación laboral. Cada vez son más las entidades y las administraciones públicas que apuestan y demandan la figura del integrador social en el ámbito de la rehabilitación psicosocial.

¿Pero qué nos hace tan especiales a los TSIS en los procesos de rehabilitación de las personas?

Los y las TSIS somos profesionales de calle, sí, como lo lees, ¡de calle! Realizamos acompañamientos con las personas que atendemos, adaptándonos a sus circunstancias y a sus necesidades: en su domicilio, en su barrio, en la cafetería, en una solitaria plaza sentados en el suelo…Dejando los despachos para la elaboración de informes, porque sí, realizamos los informes de cada proceso personal.

Somos el apoyo necesario para facilitar que la persona se integre en la comunidad. Diseñamos intervenciones para que dicha persona cambie su centro de rehabilitación por su centro cultural; para que su red social no se limite solo a su familia, sino que pueda tener amistades, parejas u otro tipo de relaciones, dotándole de las habilidades de autonomía personal y social necesarias para ello.

Somos agentes de cambio de miradas. Realizamos acciones comunitarias para que la sociedad pueda abrir los ojos y ver todas las capacidades y funcionalidades, que, debido al estigma social, se ven tapadas por un tupido velo lleno de diagnósticos.

No solo somos ejecutores de actividades grupales, sino que nuestras competencias nos permiten en el ámbito de la rehabilitación psicosocial, diseñarlas, ejecutarlas y evaluarlas técnicamente. Pero para nosotros no son un fin en sí mismas, sino que las utilizamos como medios para la consecución de los objetivos de rehabilitación de las personas que atendemos, poniendo en marcha estrategias creativas, cargadas de innovación y creatividad para que sean lo suficientemente motivantes y significativas para las personas.

¡He ahí la magia del TSIS!

Pero además, también podemos desempeñar puestos de altos cargos, coordinación y liderazgo de equipos, aunque esto muchos no lo crean. Lo dice el BOE. Y aquí tenéis la demostración que yo misma, además de ser educadora, también soy coordinadora con solo tener mi titulación de TSIS.

En fin, somos muchas cosas, pero lo que más nos gusta ser es: SER INTEGRADORES SOCIALES.