Recientemente, el 1 de diciembre, se conmemoraba el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, lo que me impulsó a escribir esta entrada.
Hoy he dado positivo. Me he hecho el test en el trabajo. Ha sido mi jefa, preocupada, quien me ha sugerido que me lo hiciera. Cuando he visto el resultado se lo he dicho a ella y a una compañera con la que me he cruzado en el pasillo.
Posteriormente, he llamado a mi Centro de Salud y me han dicho que, si no me encuentro mal, siga mi vida con normalidad y mascarilla.
Hoy he dado positivo en Covid.
Me pregunto que hubiera pasado si mi positivo hubiera sido en VIH.
Para empezar, difícilmente hubiera tenido a mi alcance un test en el trabajo, pese a que actualmente existen test similares que tras quince minutos te dan el resultado.
Tampoco creo que nadie me lo hubiera sugerido, y, sobre todo, seguro que no hubiera comentado el resultado con tanta normalidad.
Con el VIH el silencio sigue imponiéndose cuarenta años después.
Me paso mi jornada laboral facilitando que las personas que atiendo puedan hablar de lo que les pasa, de lo que piensan, de lo que sienten. Lo hago porque sé que hablar permite reformular lo sucedido y por lo tanto, sentirse y actuar de una manera que les permita afrontarlo.
Si lo habláramos, si el silencio no siguiera impuesto, sabría -sabríamos- que mi positivo, como el del Covid, significaría que tengo una cierta carga vírica en mi cuerpo y que existe una medicación (antirretroviral como la del Covid) que me permitiría reducir esa carga hasta hacerla indetectable en mis pruebas médicas y que en ese estado no podría trasmitirlo de ninguna de las maneras, ni mi cuerpo desarrollaría el SIDA, manteniéndome perfectamente sano.
Si lo habláramos y todos lo supiéramos, no tendría miedo a contárselo a mi jefa, ni a mi compañera, ni a mis familiares, pues entendería que ellos no me tendrían miedo ni sentirían pena por un futuro que no va a llegar. Tampoco me sentiría juzgado por la manera en que llegué a tener el virus en mi cuerpo.
Si lo habláramos, no viviría el rechazo de los demás.
Hoy la desgracia no es dar positivo en VIH. La desgracia es dar positivo en un virus cargado de estigma.
Se puede explicar más, pero no mejor.
Completamente de acuerdo.
Los seres humanos estamos llenos de prejuicios.
Saludos.
Que bueno!!
Gracias por visibilizar este tema!!
Hablemos, pues!
Que interesante reflexión Alberto.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, estamos llenos de virus prejuiciosos. Gracias.
Que grande eres querido Alberto ! 🙂 Gracias por visibilizar aspectos tan nucleares de esta humanidad compartida
Un fuerte abrazo