Un 20 de marzo de 2020 y se abrieron las puertas del pabellón 14 de IFEMA. Un registro con tres casillas por rellenar y una toma de temperatura resume la vida de cada persona que entra, ya habrá tiempo de más cosas.
En ese momento solo importa tener un techo, un plato de comida y una cama donde poder descansar después de días, semanas y meses con el cielo como único tejado.
Ciento cincuenta personas sin hogar en un pabellón son ciento cincuenta vidas, experiencias y circunstancias. No hay edad, ni nacionalidad, ni color, sólo una misma necesidad de tener un lugar donde descansar y protegerse en estos momentos de incertidumbre inesperada.
En pocas horas empezamos a ver cómo cada persona encuentra su rincón, su lugar, ese espacio en el que sacar su potencial, sus habilidades, su esencia… En definitiva, la persona que es.
Detrás de cada nombre nos encontramos a personas llenas de vida: un pintor que se recrea entre folios y pinturas, evadiéndose con su talento entre colores y pinceles; un escritor que se pasa todo el tiempo escribiendo, luchando de noche con sus lentes cuando todos duermen sin apenas luz porque es el momento en el que mejor se inspira, observándolo todo desde su silencio y sus gafas; varios músicos inseparables con sus guitarras pegadas como si de otro cuerpo anexo se tratara por todo el pabellón, recorriendo los rincones para encontrar donde sacarlas y ensayar sus canciones escritas en cuadernos mojados y destartalados; hombres de avanzada edad con una vida llena de historias, experiencias y anécdotas que contarnos mientras observan a los más jóvenes desde su calma; un joven encontrando un espacio en el que deslizarse con su patinete siguiendo círculos en el suelo y que nos pide papel y rotuladores para escribir y para decorar su inseparable tabla con ruedas; un enfermero con veinte años de experiencia que añora volver a ponerse una bata blanca; un peluquero que llegó con su peluquería en la mochila y voluntariamente corta el pelo y arregla la barba a diario; camareros, albañiles, peones, porteros, fruteros, militares, pintores, trabajadores del campo y un sinfín de personas que aportan sus experiencias para que cada día el pabellón 14 sea un lugar mejor.
Si miramos a cada persona desde su capacidad y no desde su circunstancia o aspecto, si la miramos a los ojos parándonos unos minutos, encontramos su talento. Desde ahí entendemos que, con y sin techo, todos y todas somos personas y necesitamos la oportunidad de levantarnos, de volver a confiar después de una caída sin red y de eso, trata la vida.
De levantarse y volver a caer hay expertos que hacen a diario malabares de supervivencia, y el pabellón 14 de IFEMA está lleno de ellos, resistencia y resiliencia son sus aliados en éstos tiempos, en los que la incertidumbre acecha a todos por igual, aquí tenemos sabios en esto.
No sabemos cuánto va a durar esta situación, vivimos el presente en el pabellón 14, un lugar en el que día a día se va llenando de más historias con pasado y presente, de voces que van tomando la forma en iniciativas y propuestas.
Desde los primeros días, los usuarios acordaron aplaudir a todos los y las profesionales que los acompañamos en esta etapa. Sus aplausos son voces que alientan a seguir en esta lucha.
Ahora que tan de moda está el himno “Resistiré”, parece que la letra fuera escrita por todos ellos un día cualquiera, donde aún no asomaba la pandemia. Ahora somos todos y todas y el pabellón 14 es uno más de tantos hogares en el mundo que resiste a la pandemia.
Hoy aplaudimos por ellos, por resistir y ser maestros en supervivencia.
Precioso relato que nos acerca, a los que estamos lejos, a esa realidad desconocida transformada en personas… Gracias a Esther y otros tantos profesionales por hacer que el mundo sea un poco mejor!
Que grande eres Esther, gracias por hacer de este mundo un lugar con mas color
Muchas gracias por tu comentario Esther. Por vuestro compromiso, vuestro trabajo y vuestro entusiasmo en favor de las personas más vulnerables sois un ejemplo para toda la sociedad. Vuestra lucha debería ser recordada igual que las de los profesionales sanitarios. O más.
Ha sido un placer leerte, transmitiendo la pasión y la humanidad con la que vives nuestra profesión. Un beso querida compañera.
La generosidad,la búsqueda de la la justicia y la verdad,son valores intrínsecos a Esther.Una persona valiente, sencilla.inconformista,muy sensible y de enorme valía.Gracias Esther desde Sevilla.Aqui te recordamos con gran estima.