Quizás esta frase parezca un poco sacada de contexto. ¿Una red social? ¿Romper fronteras? Estamos exagerando y más cuando en pleno 2020 hemos podido comprobar la brecha digital y la preocupación continua por el acceso a internet y la poca educación que se imparte a la hora de su uso. Por no hablar de las afamadas Fake News que tanto dolor de cabeza nos han generado con la Covid19.
Pero vamos a invertir este trending topic del mal uso de las redes por otra tendencia.
La sociedad de la información ha supuesto una evolución significativa – y continua- entre personas, entre organizaciones. El uso cada vez mayor de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) facilitan la distribución de la información, la creación (y manipulación), y la ruptura de muchas barreras informativas que hace años no podríamos alcanzar. Sí, las TIC son fundamentales y desempeñan un papel esencial en las actividades sociales, culturales y económicas.
Voy a empezar nombrando algo ya ocurrido hace tiempo pero que supuso un punto de inflexión en la comunicación: La Primavera Árabe, una serie de manifestaciones organizada por la población árabe reclamando la democracia y los derechos sociales. La rápida comunicación y difusión de lo que allí estaba pasando traspasó kilómetros y fronteras dejándonos a todos perplejos ante la rápida información que recibíamos. Cómo será que, en Egipto, el Gobierno prohibió internet e incluso cadenas televisivas que emitían las revueltas. Y es que las redes sociales comenzaban a ser la plataforma donde se organizaban un grupo de ciudadanos para un fin común.
¿Pero qué más han hecho las redes sociales por nosotros? Pues seguimos…
Los que estamos seducidos por Twitter hemos podido ver el impactante efecto de la tuitera Bebi Fernández que, a través de las redes sociales ha conseguido, digamos, destapar una red de prostitución. La trama es la siguiente: una chica encuentra una oferta de trabajo de camarera en Murcia. Al coger el móvil se da cuenta que salía en alguna publicidad de mujeres de compañía. La chica escribe a Bebi Fernández, una tuitera feminista experta en violencia de género y esta comienza a remover Roma con Santiago para, sea lo que estuviera sucediendo, ponerle punto final. Días más tarde una red de prostitución es desarticulada con más de 20 detenidos y lo más importante, 14 mujeres liberadas de un infierno en el que trabajaban 12 horas seguidas y a las que se les prohibía ducharse, comer o descansar y por enfermar se les imponían multas de hasta 400 euros.
La importancia del activismo por internet.
El activismo en las redes sociales está generando una conciencia absoluta sobre los problemas sociales. Y este en un gran ejemplo.
Pero hay otros, como por ejemplo el relacionado con la salud mental. Las enfermedades mentales siempre han sido un tema tabú por la cantidad de mitos que siempre han cargado, y porque, además, basta que hagas cualquier cosa para que ya seas “la loca” o “el loco” y entonces serás totalmente desconsiderado por la sociedad. La etiqueta, esa que cubre todo lo demás de la persona.
Pues, hartos de este tabú, personas con gran influencia rompieron con el silencio. Leíamos como Megan Fox sufría brotes de esquizofrenia, como Jim Carrey con depresión y bipolaridad o como la actual Billie Ellish nos hablaba abiertamente del suicidio. Y en todo este trayecto cientos de personas afamadas en las que se piensa en vidas perfectas y en un “a ellos no les puede tocar” hablaban de las enfermedades mentales, sobre todo de la depresión, llegando a todo el mundo. ¿Y cuál es el fin de esto? Pues que los jóvenes ya lo ven como algo normal, que le pasa a todo el mundo, hablan de ello con normalidad y no como un “dios mío está loca/o”.
¿Y dónde más llegan las redes sociales?
Y la enfermedad mental es el preámbulo para nuestro sector. El otro día, en el programa “Cerca de ti” de Grupo 5 que grabamos a raíz de la distancia social producida por la pandemia, hablábamos con un compañero, Javier Solaesa, y con una compañera, Laura Vicente, dos trabajadores sociales que desenvuelven su actividad en las emergencias sociales y en adolescencia e infancia respectivamente. En este diálogo Javier nos contaba una breve historia que se repetía entre las personas que atendían y es que eran esas personas que, debido a las circunstancias de su vida, su camino había girado 180 grados y habían perdido los vínculos familiares. Con el trabajo profesional y diario de profesionales como ellos, se conseguía que en un momento dado volvieran a enganchar con su familia y sus relaciones cercanas. Y ahí entraban las redes sociales. Buscaban a sus hijos, hermanas, padre, tías, amigas, etcétera, a través de las redes sociales consiguiendo un primer contacto y el primer “cambio” en la vida social de las personas que habían desconectado completamente de ella.
Las redes sociales, la primera interacción a través de una pantalla, pero tan cálida como para conectar personas.
Y conectarnos por intereses. Porque gracias a las publicaciones compartidas entre todos hemos podido juntarnos en encuentros presenciales y online para romper el estigma; para conocer el trabajo de las emergencias sociales en todas las ciudades; para mostrar las historias que rodean a las personas sin hogar, su realidad; para reunirnos en actividades y campamentos para niños, niñas y adolescentes y familias con un nivel económico bajo; para hablar de diversidad funcional y capacidades y entender que no hay discapacidad más que no saber ver la pluralidad; para saber que no guardaban a niños o niñas, sino que eran escuelas que usaban la mejor metodología para el desarrollo de nuestros hijos e hijas; para crear escenarios intergeneracionales y participativos con las personas mayores; para conseguir en 48 horas que el pabellón de emergencias en IFEMA tuviera 80 profesionales para atender a aquellas personas en situación de calle; para saber qué estaba pasando en cada centro o servicio; o para seguir conectados en la distancia.
Las redes sociales, y en general las TIC, son realmente importantes. Su buen uso es como una buena práctica constante que nos ayuda a conectarnos con y como sociedad.