La Innovación Social se ha convertido en un concepto en auge. Sin ir más lejos, Grupo 5, en su reciente reestructuración organizativa, ha creado una Dirección de Innovación y Relaciones Institucionales. Empresas similares de los sectores de la salud o del campo social y diversas Administraciones Públicas disponen igualmente de Direcciones Generales y Departamentos específicos así denominados. ¿Se trata de uno de esos términos que acaban imponiéndose como “talismán” al evocar un halo de modernidad que lo hace atractivo sin más o por el contrario, arrastra tras de sí cambios estructurales en el abordaje de la intervención social y en la propia forma de entender el desarrollo social?
La innovación no debería ser algo nuevo. La búsqueda de nuevas soluciones para necesidades urgentes ha sido siempre parte inherente de la propia actividad social, pero una serie de factores han impulsado su desarrollo en los últimos años. La crisis económica ha obligado a lanzar una nueva mirada a los sistemas de protección social para garantizar su sostenibilidad y adecuación. En este entorno, la Innovación Social se convierte en un concepto “paraguas” para inventar e incubar soluciones a diversos problemas sociales de una manera creativa y positiva.
Desde Grupo 5 entendemos la Innovación Social desde un triple enfoque:
- El cambio en los productos o servicios que den soluciones a las nuevas demandas sociales y estén basadas en las mejores prácticas disponibles.
- La mejora de los sistemas organizativos que mejoren los procesos y hagan más eficaces y sostenibles las soluciones.
- La contribución al desarrollo social compartido, generando redes de colaboración que creen valor económico y cambios sociales.
La Comisión Europea entiende la innovación social como “el desarrollo e implementación de nuevas ideas (productos, servicios y modelos) para satisfacer las necesidades sociales, crear nuevas relaciones sociales y ofrecer mejores resultados”. En este sentido, es entendida como la identificación de nuevas necesidades sociales, el desarrollo de nuevas soluciones que le den respuesta, la evaluación de su eficacia y la ampliación de las soluciones que hayan resultado eficaces.
Ello exige, por tanto, la instauración de un ciclo de mejora permanente basado en: la evaluación de los resultados en términos de impacto individual y social; la búsqueda de nuevas soluciones a las demandas basadas en los mejores datos posibles sobre su eficacia; la implementación de las soluciones adaptadas al contexto social y profesional y la puesta a disposición de las soluciones que se hayan demostrado eficaces.
En este sentido, creemos que la intervención social debería estar basada, cada vez más, en las mejores prácticas disponibles y en la evaluación de su impacto como forma de preservar la calidad de las intervenciones y garantizar su sostenibilidad, eficacia y eficiencia.
Sin embargo, la innovación en este campo no se debería ceñir al cambio en los productos o las soluciones, sino que debería abarcar los propios procesos organizativos de la empresa. Para que produzca un verdadero cambio de enfoque debería abarcar también la búsqueda e implementación de nuevas soluciones que mejoren los procedimientos, generen cambios en la gestión del conocimiento, introduzcan herramientas de trabajo colaborativo. De ahí la necesidad, en nuestro caso, de iniciar una fase de definición de los procesos que más valor aportan a los centros, de implementar herramientas de trabajo colaborativas y de desarrollar una nueva organización basada en la mejora técnica y en la gestión territorial, por citar solo alguna de las medidas en las que venimos trabajando.
Por último, entendemos que la innovación social solo tiene sentido si contribuye al cambio social, a la mejora de la calidad de vida de quienes atendemos, al avance social en términos de igualdad, no discriminación y participación comunitaria, a la sostenibilidad medioambiental. Ello exige tener presente nuestro papel como actores sociales en colaboración con otros agentes para ser capaces de desarrollar redes de trabajo y búsqueda de sinergias basadas en nuestras misiones compartidas. Las incipientes relaciones con la Universidad, con el Tercer Sector de Acción Social, con otras entidades y empresas debe servir para el desarrollo de iniciativas como la Cátedra de Lucha Contra el Estigma, el Observatorio de Ética, el Plan de Igualdad o la potenciación de la Responsabilidad Social Corporativa, como ejemplos de lo que ya venimos haciendo en este sentido.
Innovar significa introducir cambios que mejoren lo que se venía haciendo. Innovar en el sector de atención a las personas implica, además, un compromiso ético de que dichos cambios redundarán en la mejora de sus capacidades, su integración y su calidad de vida y un compromiso social de que las intervenciones contribuirán en una mejora del conjunto de la sociedad en términos de igualdad y participación.
Este es nuestro compromiso, que da sentido a la apuesta por la Innovación Social más allá de del auge del término.