Cuando hablamos de robots lo primero que se nos viene a la cabeza es una imagen de alguna película. Es normal y habitual porque nuestra primera aproximación a la tecnología robótica ha sido a través de la ciencia ficción. Pero esto ya está cambiando. Cada vez más, la innovación y la tecnología está presente en ámbitos cotidianos especialmente relacionados con la salud.
Uno de los mejores ejemplos es el sistema robótico Da Vinci que lleva muchos años asistiendo a operaciones quirúrgicas con un nivel de precisión y eficacia que sorprendió hasta a los cirujanos más tradicionales. El comentario generalizado por quienes lo utilizan habla de una revolución en el quirófano que ha cambiado por completo cómo se afrontan algunas operaciones. El beneficiario final es el paciente que tiene menos dolor, menor riesgo de infección, menos complicaciones, una recuperación más rápida, etc.
Ahora bien, ¿puede la robótica ayudar también a las personas que sufren alguna patología neuromuscular? Esa es justo la pregunta que me hice hace más de 10 años mientras desarrollaba exoesqueletos para trabajadores industriales hasta que conocí a Daniela. Y todo cambió.
Daniela tenía 6 años y había sufrido un accidente de tráfico que le había dejado tetraplejia. Sus padres ya se estaban haciendo a la idea de que el futuro de su hija pasaba por una silla de ruedas. Y nos pidieron ayuda y empezamos a investigar cómo la robótica puede ser el mejor aliado para ayudar a recuperar la marcha. Los exoesqueletos ponen la fuerza, la estabilidad y el control que el cuerpo ha perdido.
Ahora, gracias a ella hemos desarrollado el primer exoesqueleto pediátrico del mundo. Y sé que después de tanto tiempo de investigación, la neurorrehabilitación está a las puertas de otra gran revolución. Estamos como hace 20 años estaba el robot Da Vinci explicando cómo la tecnología robótica puede cambiar la forma en la que profesionales y pacientes abordan el proceso de rehabilitación.
En primer lugar, desde el lado del paciente, el uso de la robótica se nota en lo más importante que es la salud pero también en cuestiones muy relevantes para la terapia como es la motivación y la disposición.
Sobre los resultados, la tecnología robótica nos permite un mayor nivel de precisión y de intensidad. Como ejemplo sirven los resultados que hemos obtenido con nuestra rodilla robótica MAK que logra una rehabilitación después de una cirugía un 66% más rápida pero, lo que es más importante, sin dolor para el paciente. Pero, además de la comodidad, obtenemos menor inflamación, mejor cicatrización y menos complicaciones. Son resultados difícilmente alcanzables sin tecnología robótica. Pero, es más, serán superables en la medida en la que vayamos introduciendo más y mejor investigación en este campo.
En relación con la motivación, los procesos de rehabilitación requieren un esfuerzo físico, mental y anímico. La constancia es un elemento fundamental para obtener buenos resultados. Y ese es un factor que no siempre tenemos a nuestro favor. Sin embargo, el escenario es diferente cuando introducimos un robot en la ecuación ya sea un exoesqueleto o una rodilla robótica. Estamos hablando de un proceso nuevo, que da sensaciones nuevas y que genera resultados más visibles. La motivación y la fuerza de voluntad puede ser la diferencia entre el éxito de una terapia o su fracaso.
Para nosotros que trabajamos con niños, este es un elemento tan importante como la mejora de la funcionalidad. Que disfruten realizando la terapia, que sonrían cuando andan, que sean felices… tiene un impacto tan positivo en ellos y en sus familias como cualquier indicador físico. Ver a un niño con una enfermedad tan dura como la atrofia muscular espinal jugando a encestar una pelota o sintiéndose un superhéroe con su exoesqueleto es el mejor de los indicadores. Esa motivación y esa felicidad es imponderable en los resultados clínicos pero sabemos que su optimismo es una ayuda importante en el proceso.
En segundo lugar, ésta es una revolución que necesita del apoyo de los profesionales. Siguiendo con el ejemplo del robot Da Vinci, el sistema es una ayuda al cirujano. Con la asistencia de la tecnología, se dispone de una capacidad operatoria que es imposible con las limitaciones humanas. En el caso de la rehabilitación física, ocurre algo similar. Podemos llegar a un nivel de trabajo que sería impensable de otra forma. Y se obtienen mejores resultados al mismo tiempo que se amplía la capacidad de atención. El beneficiario final es el paciente.
Pero yendo un paso más allá. Las medidas de distanciamiento interpersonal que hemos vivido durante este año han impactado especialmente en personas que necesitan una rehabilitación presencial y constante. La teleasistencia puede ser una solución rápida para ciertos procesos médicos pero… ¿cómo se atiende en la distancia a quien necesita rehabilitación? Podemos realizar ejercicios en la distancia pero sin constatar resultados.
Eso lo suple la tecnología que es capaz de analizar en tiempo real como está el paciente desarrollando la terapia y pudiendo intervenir desde la distancia. Si a ello le sumamos el análisis de datos a lo largo de un programa de rehabilitación, lo que tenemos entre manos es la capacidad de hacer ciertas terapias sin necesidad del desplazamiento físico del paciente.
Pero todo esto no es más que el principio. Hay muchos ejemplos que están empezando a funcionar. Para cada vez más patologías y con cada vez mayores niveles de éxito. La introducción de tecnología robótica en la neurorrehabilitación es un proceso imparable y que va a suponer una gran revolución con la que vamos a superar algunas limitaciones actuales.
Siguiendo con la investigación y con empresas que apuesten por la innovación seremos capaces de dar a las personas mejores perspectivas de salud.
- Fotos: Marsi Bionics. Autor: Craus Fotografía
- Fotos: Marsi Bionics. Autor: Craus Fotografía
- Fotos: Marsi Bionics. Autor: Craus Fotografía