Cuando Cristóbal Colón entra en un auditorio de 200 personas y declara “hice un gran descubrimiento”, las expectativas -y las risas- están aseguradas. Eso es lo que sucedió el martes pasado en la jornada Cambiando la mirada. Reflexiones para la inclusión social que celebramos en el Colegio de Médicos de Navarra, en Pamplona. Cristóbal Colón, fundador y presidente de La Fageda, ponía sobre la mesa las claves de un “proyecto social con estructura empresarial” con más de 30 años de historia, guiado por Mamen García, periodista de Cadena Ser Navarra.
Cristóbal Colón es de esas personas con una historia de vida peculiar a la vez que interesante. Comenzó como mozo en la sastrería de su tío donde aprendió el oficio y la importancia de cuidar los detalles. Sus inquietudes sociales le acercan a las juventudes comunistas en una época en la que esas inquietudes te daban un pase directo a la cárcel. Al salir de prisión decide dedicar su atención a las personas con enfermedad mental. Estudia Psicología y durante los setenta trabajó como “mozo de manicomio”.
Su descubrimiento en esa etapa no fue otro que la “laborterapia”. Una ocupación significativa para las personas con enfermedad mental era la mejor rehabilitación para ellas. Como escribe el psiquiatra Victor Frankl, gran parte de las neurosis tienen su origen en una vida falta de sentido. Aunque en realidad, esos roles son necesarios y básicos para todas las personas, sean cuales sean sus condiciones o capacidades; los profesionales de la Terapia Ocupacional saben mucho de este tema.
En 1982 llamó a la puerta del alcalde de Olot, en la comarca de la Garrocha, en Gerona: “soy Cristóbal Colón, vengo del manicomio, soy psicólogo y quiero hacer una empresa con personas con enfermedad mental”, con esa presentación peculiar, consiguió unos terrenos para iniciar el proyecto de La Fageda que, tras caídas y levantamientos por distintos sectores, actualmente está formada por 300 trabajadores y producen 100 millones de yogures al año, en sus palabras “los mejores yogures del mundo”.
Para que La Fageda tenga el reconocimiento social y empresarial que tiene hay muchas claves: tener claro que el principal objetivo es para las personas; sin dinero no hay proyecto; una estructura empresarial es importante; la calidad del producto por encima del buenismo; generar relaciones de calidad con empresas; el cambio de mirada: “somos locos pero no tontos; soy el 10% loco, pero el otro 90% puedo trabajar”.
Sobre ese cambio de mirada y sobre estigmatismo se centró la segunda mesa de la jornada en la que María Salazar, directora del Centro de Rehabilitación Psicosocial de Latina guió a Ali Barmar, experiencia en primera persona de sinhogarismo; Manuel Muñoz, Catedrático de Psicología Clínica de la Universidad Complutense de Madrid; Alberto Valencia. Familiar de personas con daño cerebral; y Cristóbal Colón.
Esta mesa conjugó la emoción con la parte técnica de la experiencia de los ponentes. Un análisis sobre que seguimos avanzando en la lucha contra el estigma; la interseccionalidad del estigma; la importancia de los modelos sociales sobre los que podamos mirarnos y construir otras realidades fuera de los ideales de la norma; el no escondernos, pero tampoco tener que mostrarnos a todo el mundo; y que el problema no está en quien es mirado, sino en quién mira.
Es cuestión de reconocer la dignidad de las personas, pero previamente saber quién eres es lo primero para mirar al otro. Una pregunta que resonó en el auditorio: ¿Te conoces lo suficiente para reconocer tus limitaciones? No es posible saber mirar si no nos miramos primero nosotros mismos.
Porque mirarnos hacia dentro es la clave para poder mirar hacia fuera y cargarnos de humanidad. Y para empezar a mirar, un buen comienzo puede ser ver los vídeos completos de la jornada y continuar en la reflexión colectiva.