“Si algún día me acomodo demasiado, recuérdame que yo quería luchar por que las cosas fueran distintas”. Esta es la frase que Susana Quiroga, coordinadora de la Campaña municipal contra el frío del Ayuntamiento de Madrid le dijo a su amiga Violeta en la Campaña anterior.
Esta mujer, apasionada en todos los sentidos, lleva siendo parte del equipo de la Campaña de frío desde hace cuatro años, pero desde los 18 decidió compartir su vida con los desheredados de la tierra, en sus principios desde una vertiente cristiana. “Hace tiempo que tengo una necesidad muy fuerte de compromiso con las personas y en esa tarea continúo”.
Susana traslada la pasión de lo personal a lo profesional. Una línea muy delgada y con agujeros que ceden terreno a la permeabilidad entre los dos ámbitos de su vida. Según ella afirma “no soy una enferma del trabajo sino una apasionada de él. Son tantas horas las que le dedico que al final es una parte de mi vida y no sé hacerlo de otra manera. De todas formas considero que tengo una simbiosis equilibrada entre mi vida personal y laboral, soy capaz de cambiar de un plano a otro en segundos, no me quedo atascada en uno solo”. Susana se apropia tanto del trabajo que parte de sus amigos son personas del trabajo, tanto, que su reciente estado de pareja de hecho lo celebró en el centro con sus compañeros y compañeras.
Esta trabajadora social vivió durante ocho años con personas sin hogar en un piso que gestionaba una asociación en Madrid hasta que a los 27 años se fue a Argentina a vivir pensando que su labor en el entorno social había terminado. No fue así. El ejemplo es su actual puesto de trabajo. “El poder estar en un puesto de coordinación para mí lo es todo. La posibilidad en Campaña de acompañar a un equipo tan grande y de dar respuesta a las necesidades del equipo, de ayudarles, de hacer que su día a día sea mejor, me encanta. Siento que estoy en el lugar donde debo estar, que este es mi sitio”.
Campaña de frío, una escuela de vida
Este año campaña ha sido un reto muy importante porque hasta ahora la puerta de entrada para las personas sin hogar, el centro de acceso directo, era Mayorales, y este año eso se perdía debido a que los centros son periféricos y se accede por medio de autobús. “La experiencia ha sido preciosa porque a pesar de la incertidumbre hemos articulado la estructura de manera sencilla”. Este ha sido el primer año en Campaña que han tenido voluntarios y voluntarias y han continuado con el formato de Centro de día más creativo. “Otra novedad ha sido la cercanía a Puerta Abierta teniendo a Pilar Abad, a Pili, esa persona que cae bien a todo el mundo. Pero sin duda, lo más especial de campaña es el equipo”.
Sobre su pareja de coordinación, Susana habla de Anthony Remigereau como un neutralizador de sus ácidos. Y es que cuando este huracán entra por la puerta de Campaña parece como si Anthony le pasara una lima que quitara sus malos rollos. Un tándem que busca la perfección en su trabajo y que para ello pide opinión al equipo, a las personas que visitan campaña… todas las opiniones son buenas y aplicables. “Anthony tiene una gran capacidad organizativa. La verdad es que llevo cuatro años en Campaña con Anthony trabajando desde distintos puestos y este es el año en que le he descubierto, es mi compañero”.
Susana lleva toda una vida trabajando con las personas sin hogar. En todos estos años ha podido observar cómo los niños y las personas sin hogar se acercan en muchos puntos. Nuestra vida organizada nos ha hecho desligarnos de algunas sensaciones, y estas personas tienen la capacidad de conectar con las pequeñas cosas. Con ellas hay acciones que cobran todo el sentido. Susana se siente cómoda en este trabajo: “creo que empatizo con ellas también por diversas trayectorias de vida. El sentirme con otro, como ser humano, me gusta. Este colectivo me ha permitido desarrollar mi parte más mágica con mi parte más normativa, más estricta, y creo que es algo que puedo transmitir a los equipos, el cómo dar calor y cómo dar frío en cada momento”.
Susana, todo un descubrimiento
Con Susana he podido compartir pocos espacios y lo que podía observar hasta el momento de la entrevista es el chorro de energía que desprende a cada paso que da, su imagen vitalista se hace latente sin cruzar dos palabras. Pero en media hora de entrevista, Susana es capaz de dejar la boca abierta a cualquiera. Sobre todo cuando empieza a hablar de su gran afición: viajar en bicicleta. Nuestra coordinadora hace expediciones por el mundo a dos ruedas y con sus piernas. La gusta mezclar los viajes con un reto físico, le gusta que su cuerpo le lleve a sitios muy remotos, a los que no llega mucha gente. “Me gusta la sensación de contacto tan fuerte con la naturaleza, con el cuerpo, con tu esfuerzo. Es mi válvula de escape. Mi última expedición fue subir al Himalaya, hasta el lugar más alto del mundo al que puedes acceder en un medio de dos ruedas. También he recorrido Menorca, Mallorca y Patagonia en bici”. Susana en el momento que puede hace deporte y contagia el deporte. El año pasado terminó Campaña y con un grupo de compañeros se fueron a hacer la Ruta de la Plata en bicicleta y Cabo de Gata en piragua.
Un viaje
«La India es especial. El Himalaya es especial, es como tocar el origen del mundo. Es una sensación… como si estuvieras en casa. La India creo que propone un juego al occidental que el occidental no sabe jugar, pero cuando sabes desprenderte de la seriedad occidental y empiezas a jugar, la India es muy divertida. Es como que todo y nada es posible. Todo es imprevisible».
Un libro
«Más que un libro recomiendo un género: la novela negra. La cultura nórdica también me gusta mucho. Un autor… Henning Mankell».
Un sueño
«Ser madre, formar una familia, creo que me ha tocado el momento de desearlo».
Ana Lozano Cámbara Periodista