¿Qué ocurre cuándo las personas comienzan a ser mayores?
Las preguntas que lanza el psiquiatra Luis Agüera son tan simples como complejas. Y cuando tu cabeza ya se está lanzando a listar un sinfín de ideas banales tales como el cambio del color del cabello, llega el punto de inflexión y reflexión hacia esa pregunta a priori manejable.
Entender cómo se empieza a envejecer es clave para la relación con las personas mayores. Entender el mundo emocional de las personas mayores sin haber sido mayor, es nuestra obligación.
Y en ese momento todo el salón ocupado por los y las profesionales de atención directa e indirecta de Grupo 5 Puerta de Hierro, fijamos la mirada en Agüera, porque nos sitúa en una formación emocional que pone el foco en la psicología, en el trato humano, en la dignificación y no tanto en el asistencialismo: la conexión con las personas mayores, pues el centro residencial Grupo 5 Puerta de Hierro ya forma en sí mismo, una red de apoyo para estas personas.
Existe un cúmulo de evidencias empíricas que subrayan la importancia de las redes de apoyo para la calidad de vida de las personas mayores, no solamente por el mejoramiento de las condiciones objetivas mediante la provisión de apoyos materiales e instrumentales, sino también por el impacto significativo del apoyo que brindan en el ámbito emocional. Sobre este último aspecto, se considera que las percepciones desarrolladas por las personas mayores que participan en redes con respecto al desempeño de roles sociales significativos constituyen un elemento clave en su calidad de vida. Todas las personas están inmersas en múltiples redes sociales, muchas de ellas de apoyo afectivo. Desde el nacimiento y a lo largo de la vida pasan de unas redes a otras, en una trayectoria que forma parte crucial del desarrollo de cada individuo (Huenchuan, Guzmán, Montes de Oca, 2003).
Luis Agüera Ortiz es el último presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría y profesor de psiquiatría en la UCM, además es Jefe de Sección del Servicio de Psiquiatría del Hospital 12 de Octubre, y actualmente contamos con él como asesor científico para formar y ayudar en el diseño puramente médico especializado de la residencia Grupo 5 Puerta de Hierro, una residencia para personas mayores con trastorno mental grave.
La experiencia emocional de ser un niño es entendible por todo el mundo, porque al fin y al cabo no hay nadie que haya llegado a su edad adulta sin haber sido niño o niña.
Todos hemos pasado la infancia, la adolescencia, la etapa de adulto joven hasta llegar a ser adulto, por lo que todas las características o procesos de cambio y transformación de estas etapas suelen llegar a ser compresibles a nuestra razón. De una forma u otra nuestro mundo emocional y conocimiento nos puede situar en esas vivencias anteriores.
Por ello, hay que poner especial énfasis en el trato con las personas mayores; porque no hemos sido mayores y porque no queremos serlo, por lo tanto, la barrera se acentúa con esta doble vertiente.
Y como no hemos tenido esa experiencia nuestro entendimiento es otro y para entenderlo, hay que hacerlo entonces de manera profesional. Y hay que acercarse de forma más profesional porque la experiencia emocional no la hemos tenido.
Y por eso «conectar» con las personas mayores muchas veces es difícil. Hay que superar esa barrera.
Pero en esta mirada profesional que nos ofrecía Agüera se integraba un componente altamente humanitario. El doctor nos dibujaba el proceso de envejecimiento con unas pinceladas muy marcadas y extremadamente cuidadosas, trazándonos desde la parte más física (la disminución de la estatura debido al peso de las vertebras), hasta los procesos de cambios de tu vida cuando la fugacidad del tiempo, la apreciación del dolor corporal que antes resultaba inexistente, la merma de la funcionalidad en muchos casos, y la muerte como imagen cada vez más cercana, actúan como casi clasificadores de cada momento del envejecimiento. Y todo estos, aunque parezcan meras ideas personales o físicas, son organizadores psicológicos que transforman la mente de las personas.
Y por otro lado, sustentaba con sus palabras la importancia de los cambios puramente psicológicos como el aumento de la interioridad entendida como la pérdida de contactos sociales y emocionales, pero la importancia de aquellos con quien se establece todavía, y la obligación que tenemos las redes de apoyo de fomentar su independencia, el respeto obligatorio hacia estas y entender cómo han vivido…
Porque conocer su biografía es entender su mundo.
El cuidado de una persona mayor con una enfermedad mental conlleva una alta carga emocional, y la preparación de los y las profesionales que van a acompañar a la persona es absolutamente necesaria para desempeñar el cuidado de su sintomatología como el cuidado de “su mundo”. Y gracias a los apoyos formales (residencias o centros) e informales (familias) se creará un nuevo contexto fundamental que permita mantener o mejorar el bienestar físico y emocional para la calidad de vida de las personas mayores, donde además se las posicione en la capacidad, en la valía y la importancia.