Las noticias protagonizadas por personas con un diagnóstico mental suelen seguir un guion común: el foco se pone sobre el diagnóstico psiquiátrico y no en la persona.
Así, el acto violento pasa a convertirse en síntoma irremediable de la patología y la enfermedad mental se concibe como causa de la violencia.
Como en las mejores películas de terror los mass media crean un discurso muy atrayente para el público: la locura como motor de un crimen que no llegamos a comprender. A su vez, lanzan un mensaje peligroso y estereotipado al estigmatizar todos los malestares psíquicos.
Apelando a la deontología periodística, las noticias deben basarse en información certera y contrastada y no en especulaciones que, si bien impactantes y llamativas para el espectador, lejos de cumplir su cometido desde la objetividad, trasladan una opinión sesgada y cargada de todos los tópicos que acompañan a la enfermedad mental. ¿El resultado? el diagnóstico se convierte en verdugo y el estigma sobre la salud mental sigue creciendo.
¿Es la violencia consecuencia del diagnóstico psiquiátrico?
En demasiadas ocasiones los medios se sirven de esta narrativa en la que la patología mental sirve para responder todas las dudas sobre un suceso violento. Sin embargo ¿existe una correlación real entre la enfermedad mental y la criminalidad?
Tomemos un caso reciente y que forma parte del imaginario colectivo: el asesinato múltiple protagonizado por Noelia de Mingo, diagnosticada con un trastorno mental grave (esquizofrenia paranoide). Este suceso se mostró en los medios de comunicación desde el estigma, al perfilar una realidad en la cual violencia y enfermedad mental parecen ir de la mano. Y decimos “parecen” porque si bien los mass media establecen una relación directa entre diagnóstico mental y violencia, convirtiendo la patología mental en la causa del delito, los datos muestran otra realidad. En las cárceles españolas sólo uno de cada 10 reclusos tiene un diagnóstico psiquiátrico.
Con los datos expuestos la pregunta es ¿son estos terribles actos fruto de la enfermedad mental? En nuestra cultura popular la respuesta es sí, aunque según los estudios científicos la mayoría de los actos violentos son cometidos por personas sin ninguna patología mental. De hecho, incluso las ciencias jurídicas y forenses defienden que las personas con patologías mentales tienden a ser las víctimas y no los victimarios, apelando al proceso de revictimización que sufre este colectivo debido al desconocimiento y la estigmatización que rodean a las enfermedades mentales.
Desde los medios de comunicación hasta las novelas, el cine… cualquier personaje funciona mejor si tras su maldad adivinamos razones recónditas. Quizá una historia inquietante, un pasado abrupto y traumatizado, un oscuro secreto familiar… una razón para darle forma a la maldad humana. La salud mental, por ignorada y estigmatizada, por permanecer en la sombra, es el campo perfecto para plantar esas semillas que atrapan al espectador. Un personaje malo per se no engancha porque no nos sentimos identificados. Pero si a ese villano le dotamos de una mente enferma, de una psique oscura y atormentada, la historia cobra interés y nos engancha a la trama.
El cine de culto -y de Oscars- ha creado su propio imaginario en torno a la enfermedad mental y los más atroces actos violentos. Basta con repasar la filmografía de Hitchcock para asomarnos a su personal visión de la locura como explicación más que plausible y ventana a la oscuridad de sus protagonistas. Solo un “pero” al gran cineasta; en su aclamada Psicosis, la violencia de su protagonista se enmarca más en la psicopatía que en lo psicótico; pero entendemos que el título elegido vendía más.
Desde lo sembrado por Hitchcock, pasando por los tenebrosos mundos de Stephen King, la violencia que se destilan entre los párrafos de Capote o la melancolía siniestra de Tennessee Williams, el thriller psicológico se nutre de la locura humana para satisfacer a un público con ganas de conocer los límites de la cordura.
A pesar de que este tipo de sucesos protagonizados por personas con patologías psiquiátricas reciben una enorme difusión mediática no representan la realidad más frecuente y cotidiana del comportamiento violento realizado por personas con sufrimiento psíquico. De hecho, la hetero-agresividad solo se da en casos excepcionales y son mucho más comunes las conductas en las que la patología mental cursa con agresividad hacia uno mismo.
Estupendo post Miriam, me ha gustado mucho. Igual desde el cine, las novelas o los medios de comunicación vinculan los diagnósticos de salud mental porque lo contrario supondría darnos de frente con que la mayoría de los delitos los comenten personas como cualquier otra y no enferma y al vincular personajes peligrosos u oscuros con problemas de salud mental, nos desmarcamos de esos comportamientos dejando que sean otros los que los asuman, en este caso las personas con problemas graves de salud mental.
Gracias por poner en evidencia que estas personas son con mucha más frecuencia víctimas.
Gracias por tu comentario Carlos. Creo que los datos avalan que las personas con un diagnóstico en el ámbito de la salud mental somos más las víctimas que los victimarios.
Sin duda, desde la mirada marcada por el «estigmatismo», los problemas de salud mental suelen asociarse a lo oscuro, a lo «malo». La ficción se ha nutrido de este estereotipo, pero es sólo eso; un tópico de ficción que sirve para dar corporalidad a los villanos.
Gracias por tus palabras Carlos