Todos tenemos estigma. No vamos a negarlo. Si no lo tienes con un colectivo en particular, puede que lo tengas con el chaval de tu barrio que siempre está por ahí matando el tiempo, o con la vecina porque según tú hace cosas raras. El prejuicio existe en nuestro día a día y forma parte de nosotros. Sin embargo, podemos decir que es un proceso bueno, porque los prejuicios son procesos activos de construcción y destrucción de ideas, opiniones y creencias dispuestas a hacerte reflexionar.
Cuando entras en empresas de servicios sociales como Grupo 5 y no has estudiado nada que tenga que ver con la atención directa a personas en situación de vulnerabilidad, tienes que aprender a escuchar y a toparte con tus propios prejuicios, porque de repente muchas afirmaciones comienzan a recomponerse para formar una nueva figura. Y si no escuchas, o no quieres escuchar, estás perdido, porque entonces no vas a reformular tus juicios y por tanto, no vas a entender nada.
Aquí es donde comienza a desmoronarse todo:
En salud mental, el proyecto del Centro de Rehabilitación Psicosocial de Las Rozas con el MNAD (Museo Nacional de Artes Decorativas) fue lo que considero la primera dosis de comprensión lectora en vivo. Las sesiones del último proyecto Reflejos: encuentros desde el arte, juntaban a una decena de personas con problemas de salud mental compartiendo experiencias a través del arte. Día tras día, las mismas personas, diferentes procesos artísticos, diferentes estados de ánimo. En una de estas sesiones escuché por primera vez hablar a una persona con enfermedad mental sobre su enfermedad y todo su proceso: desde cómo era su vida antes, del día que no podía controlar su mente y hasta ese momento. La enfermedad mental, aunque se insiste en hablar de ello y en naturalizarlo, sigue siendo un tema tabú. Pero Antonio lo hizo con una naturalidad tan plasmante que ahí abrí el libro y comencé a leer el prólogo. Luego, el montaje de la sala de la exposición por las personas usuarias del Centro de Rehabilitación Laboral de Aranjuez con todo detalle era realmente el complemento ineludible. Capítulo 1 tras el prólogo.
Rafa, un compañero de Puerta abierta nos comentaba en el programa Cerca de ti, que las personas sin hogar no es que quieran estar en la calle. Es que, por raro que parezca, ese sitio recóndito, esos cartones sucios o esas mantas deshilachadas han tomado el significado de “su espacio”, y las personas no sabemos entrar en esa esfera porque no es lo que vivimos. Pero si empezamos a entender que para esa persona es su lugar, podremos entonces vincularle a la red de personas sin hogar, o simplemente, entender que no es que esté ahí por incomodar, es que es su casa y son sus cosas.
Paloma, compañera del Servicio de Alojamiento Alternativos de Distrito centro, nos comentaba en varias ocasiones el porqué de las salas de reducción de daño asociadas al consumo de alcohol. Unas salas donde las personas sin hogar pueden consumir alcohol, un proyecto a priori llamativo por la práctica que se efectúa tratándose un colectivo tan señalado por el consumo. Sin embargo, entendimos que, gracias a este extravagante proyecto, las historias de vida convulsas se tornaban en sencillas rutinas al incorporarse a las salas.
Las voces profesionales son muy importantes porque te hacen deparar en otras cuestiones más del día a día que señalan a las personas en situación de vulnerabilidad, como el famoso tonito que puntúa María, el cual cambia a más tierno o con ápices más alegres cuando te diriges a una persona con enfermedad mental, por ejemplo. O como advertía Juan, la cuestión de hablar de las personas con discapacidad con el “ay qué graciosos son” y que tanto infantiliza y caricaturiza de alguna forma a estas personas. Porque ese tono de voz o ese -lo que creemos que es- piropo, no hace más que infantilizar a un colectivo que ha dejado atrás su infancia. Como tú, vamos. Y es una forma indiscutible de estigma.
Y así podríamos nombrar varios ejemplos en infancia y familia, mayores y daño cerebral sobrevenido.
Podemos ir a los centros para entender qué se hace. Pero escuchar activamente a los y las profesionales y camaleonizarte un poco entre las personas del recurso es lo que hace clic.