Esa frase la he oído este año numerosas veces. Mi vecina, sin ir más lejos, el otro día no sé qué leía en su móvil que lo expresó así, alto y claro.
Y estoy con ella.
Cuando todo este cóctel comenzaba, escribí la armonía en el caos, un pequeño horizonte positivo frente a toda la negatividad de enfermedades, fallecimientos y ante la poca integridad de nuestros políticos -quienes la mayoría demostraron una vez más que lo que les interesa es el rédito político, no nosotros- que oíamos en cada rincón.
Pues, hoy voy a dar otra visión. La opuesta. Sí, yo, quien siempre intenta ver esa parte más positiva acompañada casi de frases budistas. Y es que creo que nos estamos equivocando. Todos. Absolutamente todos.
Nos creíamos que con esto íbamos a ser mejores personas y nos encontramos que, para empezar, a los niños, niñas y personas con TEA había que adornarles con un lacito azul para que los policías de balcón no les insultaran e incluso escupieran, creando una campaña masificada y enviando el mensaje a todos los contactos. ¿De verdad hablamos de estigma y de que la sociedad ha avanzado cuando tenemos que señalar con lazos de colores a las personas? “Ponte esto hijo, que así todos saben que tienes autismo y entonces te dejan en paz”. Pues eso.
Del desconfinamiento por supuesto ni hablamos, ya creo que se ha hablado lo suficiente de lo mal y lo bien que se hizo.
Luego vinieron las manifestaciones por todo. Que anda que no habrá momentos para manifestarse que no sean en medio de una pandemia, cuando la sanidad estaba colapsada y aquellos que trabajaron durante días seguidos sin descansar nos decían que por favor no lo hiciéramos, que no podían más. Nos da igual, nosotros vamos a manifestarnos que ahora es muy importante. Los de un lado se metían con la manifestación guiada por VOX contra el Gobierno; pero luego esos mismos se metieron en un multitudinario Black Lives Matter. En fin. El caso es pensar que lo nuestro es bueno y podemos hacerlo. Evidentemente el trasfondo de la manifestación no tenía nada que ver; la de unos era simplemente por seguir su curso; las de otros eran por acabar con la discriminación. Evidentemente me quedo con la segunda, pero no así. Y para rematar, este mismo domingo tuvimos el trendig topic: #Madrid16A, quienes tras las palabras de un Miguel Bosé un tanto singular se echaron a las calles sin distancia ni ninguna medida de seguridad y hablando del amor… Nos vamos a la mierda.
Y, por último, una anécdota. El otro día en un sitio de comida rápida de carretera entró una señora y su amiga a las que se advertía algún problema de salud mental. La señora y su amiga no querían tocar nada a causa del Covid y estaban algo nerviosas por el tema de la gente y de cómo iban a sentarse en una mesa sucia, etc. Pues bien, el personal pasó de ellas, las personas de alrededor las miraban de arriba abajo, estudiándolas, juzgándolas y muchas personas apartándose como si estas mujeres les fueran a pegar algo. En fin.
Creo que las acciones antiestigma deberían llegar más lejos. Supongo que los que estamos en lo social las conocemos y somos una parte importante al ser el altavoz de la realidad de estas personas, pero nos quedamos cortos.
Estas líneas no son una pérdida de sensatez. Son unas líneas de cansancio, de estar divididos constantemente; de ver lo ajeno y no lo propio.
El fin de este mensaje no es otro que hablar/sensibilizar sobre la falta de conciencia de grupo. La falta de conciencia sobre lo comunitario y sobre la idea de que somos parte de una sociedad. Tener conciencia de grupo nos permitiría una relación más empática con las personas que nos rodean y esto es vital para desarrollar aquello que llamamos comunidad, palabra que se desglosa en respeto y convivencia.
Dejemos a un lado el “Sálvese quien pueda” y cambiémoslo por un simple “Salvémonos”.
Al final, la sensación de cansancio y desesperanza radica en colocar nuestras expectativas en un realidad cambiante y que no depende de nosotros. No podemos garantizar que nadie salga mejor de ésto, ni siquiera más fuerte. Tenemos que centrarnos en salir más fuerte y mejor y que la experiencia sirva de aprendizaje y todo un reto para crecer. Muchos podrán decir que centrarse en uno es una actitud egoísta, pero es una línea de pensamiento contrastada a lo largo de varios miles de años: el primer paso para cambiar el mundo es cambiarse uno mismo. Y que en nuestras actuaciones tengamos presentes el bienestar de todos (y todos quiere decir, tanto personas como animales, entorno y planeta en general).
Exacto Julio. Pero esto no ha servido de aprendizaje. A la vista está.
Y como dices, el primer paso es cambiarse uno mismo y que tengamos presentes el bienestar de todos. Pues eso…
Gracias Sara, muy interesante la entrada. Es normal que estés cansada y perdiendo la paciencia. Creo que nos pasa a casi todos, y a algunos ya desde hace bastantes meses. Desde la época en que empezaron a circular ideas delirantes como la que comentas de que de esta saldríamos más fuertes y mejores personas y tonterías por el estilo.
En lo que no estoy muy de acuerdo es en que la falta de conciencia de grupo sea el problema de base. Quizás el problema fundamental es que precisamente a veces actuamos demasiado como grupo o rebaño siguiendo al vecino que tenemos al lado o al supuesto experto que sale en la tele sin plantearnos de verdad si eso tiene sentido. Necesitamos también responsabilidad individual, actuar como personas adultas que gestionamos nuestras vidas individuales y que influimos en las de los que nos rodean. Muy de acuerdo por eso con lo que pone Julio.
Y justo a esto me refiero con la falta de conciencia de grupo. Enseguida habéis saltado con la responsabilidad individual. Pero ya podéis confinaros – por poner un ejemplo con el Covid- vosotros solos que no habrá una repercusión muy allá, a no ser que sepáis que precisamente es esa suma de responsabilidades las que funcionan para las personas: conciencia de grupo. Una persona solo se constituye sobre la base de pertenencia a una sociedad y además entiendo que es lo que dice Julio, «que en nuestras actuaciones tengamos presentes el bienestar de todos». Por mucho individualismo que ahí queráis señalar, más tarde estáis subrayando la importancia de la conciencia de grupo, de sociedad. Y es ahí donde entra el respeto y la empatía. Si no hay respeto ni empatía, no existe la conciencia de grupo. Como en el caso de estas manifestaciones de las que hablo. Quizás podemos hablar de cooperación para lograr un fin o de la necesidad de pertenencia a algo, pero no conciencia de grupo.