El hombre se descubre cuando se mide contra un obstáculo.
En esta época en la que vivimos tiempos inestables, se me viene a la cabeza la frase de Antoine de Saint-Exupéry, autor del afamado y didáctico libro El Principito.
Ya son varios días de confinamiento en los que es tal el impacto mediático que recibimos, que el resultado no es de agrado para nadie.
Móviles llenos de bulos, tensión a todos los niveles… Son tiempos excepcionales, algo a lo que no estábamos preparados.
Sin embargo, el hombre se descubre cuando se mide contra un obstáculo.
Estos días, paradójicamente, hemos podido observar la armonía en el caos. Hemos observado, para empezar, como empresas y trabajadores/as de todo el país han tenido que dejar sus puestos de trabajo y en los casos que se podía y según las recomendaciones públicas, organizarse bajo el teletrabajo, siguiendo con un desempeño de la actividad profesional y con un formato flexible.
En muchos otros casos la actividad no lo permite, sin embargo, la adaptación (y la incertidumbre) también son compañeras de esta andanza. En nuestro caso, además, como pasará en muchas compañías sociales y sanitarias, los centros y servicios de atención diurna siguen ofreciendo atención a las personas usuarias a través de las nuevas tecnologías: videollamadas, llamadas, correo… Haciendo un seguimiento para que estas personas y familias sigan teniendo su rehabilitación y apoyo social; esta vez adaptada a estos nuevos tiempos.
Por primera vez, (me atrevería a decir) nos hemos puesto de acuerdo para salir a los balcones a aplaudir al sistema sanitario. Profesionales que trabajan más de 30 horas seguidas para garantizarnos salud. Una sanidad pública que ha sido cuestionada durante legislaturas, que ha sufrido recortes, y que, no hay mal que por bien no venga, se ha demostrado la importancia de esta. Y se ha demostrado con creces, la preparación de los y las profesionales de este país.
También hemos aplaudido por los trabajos a menudo imperceptibles: personal de limpieza, alimentación, farmacia, transporte… Aquellos que velan por nuestra seguridad y nuestro bienestar.
Y por supuesto, subrayado con buen grosor, a los y las trabajadores de Grupo 5 y de los servicios sociales, que una vez más – pues ya sabíamos de su compromiso, profesionalidad, entusiasmo y respeto – nos han dejado con la boca abierta. La manera de cuidar a las personas más vulnerables y la manera de cuidarse entre compañeros/as, merece por lo menos, otro aplauso exclusivo en las ventanas y balcones de nuestras casas. BRAVOS Y BRAVAS.
Durante estos días también hemos observado las relaciones personales. Los móviles y otras aplicaciones vibrantes de videollamadas. Familiares, amigos/as, compañeros/as… Todo buscándose a través de una pantalla.
Vecinos que ponen carteles para ayudar a las personas mayores del edificio que lo necesiten. Gente en Twitter y otras redes ofreciendo su conocimiento y profesión para cualquier tipo de consulta o ayuda; médicos, abogados, farmacéuticos, periodistas…
Hemos podido ver a influencers haciendo crowdfunding para ayudar al Hospital La Paz de Madrid con el fin de ofrecerles soporte para que puedan contar con más material y equipos, reuniendo en tan solo 24 horas, más de 70.000 euros. Además, sabiendo el alcance que estas figuras tienen actualmente para la gente joven, han incidido en la importancia del #QuédateEnCasa, consiguiendo que esas personas más jóvenes, siguieran sus pasos.
Universitarios que a través de las redes sociales, han dejado su contacto para ayudar a aquellos padres y madres que tienen que trabajar y que no pueden dejar a sus hijos/as con nadie.
Y los memes, esas personas que dedican su tiempo a realizar montajes para que en estos momentos en los que nos sentimos más vulnerables, se nos escape alguna sonrisa o carcajada.
Museos, teatros, y todas las aplicaciones de distribución de contenidos audiovisuales poniendo a disposición visitas virtuales, pases de obras, y miles de series o películas para pasar esta cuarentena. Empresas de telefonía móvil regalando datos, hoteles y centros poniéndose a disponibilidad de esta crisis.
Entrenamientos de todo tipo online, juegos para niños y niñas…
Y calles vacías, negocios cerrados… España está más desolada que nunca. Pero estoy segura de que sí, a este virus lo paramos unidos.
Momentos difíciles pero que nos han servido para valorar todo. Absolutamente todo. Y para estar más unidos que nunca. Este es nuestro obstáculo; y este es el hombre y mujer que estamos descubriendo ser.
Estoy totalmente de acuerdo el aplauso a los personales que en centros de acogida (JLV) día tras día dando servicios. Gracias a tod@s.
Termino de leer el post y me sorprendo con una sonrisa y una lágrima terminando la última frase. Ojalá no se nos olvide la vulnerabilidad de la humanidad, el coraje frente a la incertidumbre y el dolor de muchos/as compañeros/as y no dudemos en incorporar la certeza de que estamos irremediablemente interconectados/as por un corazón que tiene el impulso de LATIR sintiendo JUNTOS/AS. Gracias Sara
Estamos todos remando hacia la misma dirección y tenemos que estar muy orgullosas y orgullosos de todas las personas que estan trabajando por los que mas lo necesitan en estos momentos tan complicados, sacando lo mejor y demostrando la importancia de nuestra labor; Sigamos descubriendo…un articulo muy bello, gracias!
Gracias por tus palabras Sara. Efectivamente, en este momento inédito nos vemos obligados a redimensionar todo lo que teníamos aparentemente bajo control. Estoy de acuerdo contigo, y me emociono al pensar que en esta crisis podremos encontrar la oportunidad que lleva inherente. Yo también estoy siendo testigo de gestos que generan lazos casi olvidados, y tejen redes que nos sostienen. Deseo y confío en que todos podamos aprender de esta difícil situación y salir fortalecidos en alguna medida tras la correspondiente revisión y reflexión a todos los niveles. Y mientras dure, que aún nos queda, que podamos mantener gestos de cuidado con nosotros mismos y con nuestras compañeras y compañeros, con escucha, respeto, agradecimiento y apoyo, redescubriendo el valor de lo valioso: las personas.
Estoy segura de que Sara ha puesto voz a lo que muchas personas piensan, no hay más que leer los comentarios a su escrito. Gracias Sara.
Por otra parte, ahora y siempre, las monedas tienen dos caras.
En los tiempos que corren, permanentemente nos estamos midiendo contra numerosos obstáculos, aunque no los percibamos como tales. Quizá ese sea uno de nuestros mayores problemas. Que hasta el momento no hemos dado la talla como sociedad al enfrentar estos obstáculos. Y esto se pone de manifiesto más que nunca en la situación actual.
Por comenzar por algún sitio, empezaré por la patronal, al pertenecer esta página web a una empresa. Desde el comienzo de la crisis no se conoce una comparecencia de la patronal en la que se haya realizado una autocrítica, pero si muchas críticas a las instituciones, muchas peticiones y exigencias, muchos “ya lo dijimos”, etc. Comentarios que tendrían cierta legitimidad si la patronal hubiera demostrado estar un poco a la altura de las circunstancias. Pero hasta el momento lo que ha hecho ha sido demostrar, en primer lugar, que el tejido empresarial de este país no está preparado para implantar el teletrabajo. Han mandado a la gente a trabajar a sus casas, que no es lo mismo; profesionales que trabajan en sus casas, desde SUS equipos informáticos, pagando SUS conexiones a internet, etc. Eso no es teletrabajo. Otra cosa que han demostrado es que no cumplen con lo que exige la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Y que por muchos textos bonitos y de agradecimiento que publiquen, a las empresas no les tiembla el pulso a la hora de exigir a sus profesionales que enfrenten situaciones de riesgo para su salud (y las de sus usuarios y usuarias) sin contar con los medios adecuados. ¿Dónde están los equipos de protección individual cuando se necesitan? ¿Dónde está el dinero destinado a estos equipos? ¿Acaso prevenir no es prepararse por adelantado para evitar posibles daños? ¿Qué han hecho los departamentos de prevención de las empresas? Simulacros, dar a firmar formaciones como si se hubieran realizado, etc.
La ciudadanía no queda en mucho mejor lugar. Ciudadanía que sale a aplaudir a los balcones. La solidaridad fácil. Las y los profesionales sanitarios no tendrían que trabajar tantas horas seguidas si la política neoliberal de los últimos años no hubiera realizado miles de despidos ni hubiera precarizado las condiciones de trabajo. La ciudadanía no hemos salido a apoyarles durante los últimos diez años, salvo una pequeña parte de la misma y muy tímidamente. Pero ahora resulta que somos un ejemplo de solidaridad, apoyo y unión. Eso sí, después del “sálvese quien pueda” de los supermercados.
La solidaridad y el apoyo que como país, como tejido empresarial o como ciudadanía prestamos a China o a Italia. ¡Ah!, si no lo hicimos. Era algo lejano o muy lejano. No lo hicimos, no. Ni nos lo planteamos.
Sospecho que a los y las profesionales de la sanidad, una vez pasada esta euforia de la crisis, les pasa en realidad lo mismo que nos pasa a las y los profesionales de los servicios sociales. No queremos aplausos. Hemos hecho en esta situación lo que siempre hacemos, lo que venimos haciendo, aunque nadie lo reconozca. NO QUEREMOS APLAUSOS. Queremos condiciones de trabajo dignas, que por otra parte son las ya reconocidas legalmente, pero que las empresas y las administraciones públicas no hacen más que incumplir.
Esta es la otra cara de la moneda. Todo esto y muchas cosas más: políticas desvergonzadas que siguen mintiendo, padres y madres que tienen que consultar en internet como pasar el tiempo con sus hijos y con sus hijas, corporaciones con beneficios millonarios que aprovechan cualquier cosa -como estos momentos y la solidaridad que se genera- para seguir mercantilizando y obteniendo beneficios, periodismo de ricos y ricas que mientras insisten a la gente para que se queden en sus casas mandan a sus reporteros a tomar imágenes que no aportan ninguna información valiosa.
La moneda tiene dos caras. O dicho de otra forma, Sara: también estos son los hombres y las mujeres que somos. No deberíamos olvidarlo. No se trata de mirar solo la cara “mala” de la moneda, pero es irresponsable mirar solo la buena y darnos palmaditas en la espalda. Solamente querer ver una parte de lo que somos, o peor todavía, solo querer mostrar una parte de lo que somos, nos hace un flaco favor.
Si elegimos la autocomplacencia y obviamos hacer algo de autocrítica volveremos donde estábamos. Para crecer como sociedad y enfrentar las próximas crisis con mayor preparación necesitamos mirar la moneda en su conjunto.
Necesitamos un cambio de mentalidad profundo, individual y colectivo. De verdad, lo necesitamos
Hola Berta.
Gracias por tu reflexión, pero como bien dices en tus líneas, las monedas tienen dos caras, y en este momento de dificultad, he preferido centrarme en la segunda, la, digamos si se puede decir, la buena. No obstante, estas dos caras quedan reflejadas en el título “la armonía en el caos”.
Sin embargo, sí, toda esta situación debe llevarnos a una reflexión individual y grupal en cuanto a todos los temas que nombras; desde el teletrabajo hasta la solidaridad.
Muchas gracias, Berta.