El poder puede ser entendido desde diferentes perspectivas, puesto que en algunas ocasiones lo relacionamos con la influencia, el dinero, las posesiones, etc., y, en otras, con la capacidad para asumir determinadas situaciones complejas empleando las herramientas y habilidades que tenemos a nuestra disposición para salir airoso o de la mejor manera posible de la misma.
En esta ocasión nos vamos a centrar en aquel poder que trasciende más allá de lo material y de la posición aventajada frente a la mayoría de las personas de mi entorno o mi contexto de relaciones, es decir, con el que está vinculado con la actitud que mostramos ante las situaciones que la vida nos pone de frente y que no son sencillas de asumir.
En los momentos actuales en los que nos encontramos, donde un virus arremete contra nuestra salud, bienestar, estabilidad, sistema socioeconómico y sociedad en general, se han puesto de manifiesto muchas de las personas poderosas que nos rodean, entre las que se encuentran miles de profesionales sanitarios que están trabajando a destajo y que se arriesgan a realizar su actividad sin las condiciones más adecuadas; donde los cuerpos y fuerza de seguridad del Estado hacen una labor encomiable para mantener el orden, seguridad y evitar que este mal se propague; y donde los profesionales de servicios sociales se implican en muchos casos al 100% para seguir prestando apoyo a las personas más vulnerables y que a veces no cuentan con los soportes necesarios a nivel de salud, económico, sociofamiliar, etc., para poder gestionar y superar esta situación por sí mismos.
Se identifican determinadas características que son comunes a todas estas personas poderosas, que vamos a intentar describir o analizar brevemente en las siguientes líneas, facilitando que todas sean conscientes de esta cualidad, que sepan identificarse, reconocerse a sí mismos con el poder que tienen y continuar alimentando ese elemento que hace que se superen y se mantengan firmes ante la adversidad.
Una de esas cualidades o características es la de la confianza en sí mismas, siendo una habilidad que les permite asumir riesgos y desafíos, entrenar sus habilidades para seguir mejorando y adaptarse a las circunstancias. Son personas capaces de tomar decisiones ante situaciones complejas e ir asumiendo los impases que vayan surgiendo por este camino desconocido. Igualmente, no buscan la fama o el reconocimiento, se centran en lo importante en cada momento, es decir, hacer lo que saben, de la mejor manera posible y mirando por el beneficio y el interés del otro por encima de sus comodidades y necesidades particulares.
Otra de esas cualidades a destacar es que no soportan las críticas en los momentos que más se les necesita. Son capaces de tomar decisiones importantes a pesar de las reacciones adversas y no se dejan invadir ni paralizar por el miedo. Igualmente, son flexibles y se adaptan a las situaciones que surjan, y, siendo conocedores de que la vida es impredecible, son capaces de hacer los ajustes requeridos para resolver los inconvenientes. Además, funcionan en equipo, es decir, tienen presente que son integrantes de un sistema o estructura con el que comparte influencias y responsabilidades, no subestiman a sus compañeros de batalla, tienen claro que disponen de un objetivo en común y que el éxito es el resultado de la unión de las partes. Saben que el triunfo generalmente depende de su capacidad de implicar a las demás personas, ponen su esfuerzo en crear buenas relaciones, conocerlas y saber motivarlas en ese objetivo común.
Generalmente, son personas que saben quienes son, es decir, cuáles son sus intereses, debilidades y fortalezas, y ello les permite centrarse en explotar y desarrollar sus puntos fuertes que le ayuden a ir superando las vicisitudes de la vida. La proactividad es otra de sus cualidades básicas, así como la de tener “grit”, capacidad para perseverar y mostrar pasión a la hora de conseguir su propósito, ser autoexigente con el trabajo que realiza y enfocarse en la búsqueda de soluciones. Para estas personas cometer grandes errores o el fracaso no es el final, sino el inicio de algo mejor que le reportará nuevos conocimiento y competencias. De hecho, una de las grandes cualidades de las personas poderosas es la resiliencia, entendiéndose como la capacidad de sobreponerse ante la adversidad, de no rendirse cuando las cosas se ponen feas y de buscar alternativas a pesar de que el contexto sea complejo y, a priori, no preste muchas oportunidades. Asimismo, aprenden del miedo y de dicha adversidad, siendo capaces de superar las fronteras para alcanzar sus objetivos y de adquirir aprendizajes que les proporcionan herramientas para continuar avanzando sin temores.
La vocación es otro de los aspectos para poner sobre la mesa, entendiéndose como aquella inclinación que sienten todas las personas poderosas para dedicarse a una determinada actividad profesional, que dependen de sus intereses personales, habilidades y preferencias, y para la que se requiere disponer, adquirir y entrenar las aptitudes o conocimientos necesarios para ponerla en práctica. Del mismo modo, también se relaciona con aquella inquietud o tendencia que llevan a una persona a estar al servicio de los demás. Aquí entre en juego los talentos y virtudes, pero también las aspiraciones o deseos de desarrollo personal, es decir, implica descubrir quienes somos y qué queremos, pero también qué necesidades detectamos en nuestro entorno y cómo podemos darle respuesta. La vocación es la forma en que nuestros valores y la formación como personas se ponen de manifiesto y son expresadas por medio de la profesión escogida.
Todas estas características se podrían concluir en la actitud positiva y el amor por el trabajo que hacen, muestran motivación y forjan lo necesario para conseguir sus propósitos. Son entusiastas, persistentes, asertivas, disciplinadas y luchadoras natas ante la desesperanza, capaces de mostrar una sonrisa y su buen humor incluso cuando todo se ha tornado gris. No es una de sus cualidades la queja constante, la lamentación ni el desánimo, lo cual no implica que sean insensibles ni que en ocasiones no tengan momentos de flaqueza, sino que se orientan a la solución u obtención del mejor resultado posible dentro de la realidad en la que se encuentran inmersas y los recursos disponibles.
El viernes 13 de marzo cuando saltaban todas las alarmas por el COVID-19 nos vimos expuestos a una situación sobrevenida, desconocida, impredecible y tremendamente compleja. Nos encontramos en un momento de incertidumbre donde observamos que se tambalean nuestros cimientos y estructuras personales y sociales, pero igualmente donde podemos apreciar que dentro de las dificultades también se encuentran las oportunidades para aprender a valorar mejor lo que tenemos, a superarse ante las dificultades que surgen en el día a día y adquirir nuevas habilidades, tomar conciencia de nuestra fragilidad y fundamentalmente del gran poder que tenemos. Esta situación no ha sido beneficiosa para nadie, pero idónea para destacar a todas las personas poderosas, entre las que se encuentra el equipo de Grupo 5 y todos esos profesionales que intervienen diariamente con distintos colectivos vulnerables sin anteponer sus necesidades a las de todas estas personas, adaptándose a las circunstancias y sobreponiéndose a todas y cada una de las dificultades que se han encontrado desde entonces.