El 20 de noviembre de cada año, en el Día de los Derechos de la Infancia somos convocados a reflexionar y centrar nuestra atención en el bienestar y los derechos de los niños y niñas en todo el mundo. A pesar de los avances logrados, la situación de las garantías de estos derechos es altamente compleja.
Los derechos de los niños y las niñas, necesitan de una visión integral donde la Prevención, la Atención temprana y el acceso a servicios dignos de calidad, no sea una promesa vacía, sino un compromiso activo de toda la sociedad, así como de los propios niños y niñas que deben ser protagonistas de la defensa de sus derechos.
El Servicio de Educación Social trabaja activamente en la acción preventiva en el entorno familiar y social mas inmediato de los niños y niñas, contribuye a promover entornos de buen trato, seguros y de protección, que garanticen sus derechos.
Es fundamental destacar la importancia de la PREVENCIÓN, entendiéndola como una acción proactiva que busca evitar situaciones de abuso, violencia, pobreza o marginación, para así ofrecerles las mejores condiciones para su desarrollo físico, emocional y cognitivo. Las políticas públicas y las intervenciones sociales deben enfocarse en promover escenarios para el buen trato, y no solo en la atención a los problemas una vez que han ocurrido, sino en la identificación temprana de los riesgos y la intervención preventiva.
La pobreza infantil es uno de los problemas que nos encontramos, afectando a uno de cada cuatro niños en nuestro país. La crisis económica y la falta de recursos de muchas familias siguen siendo factores determinantes para que muchos niños no puedan acceder a una alimentación adecuada, a una vivienda digna o programas de apoyo educativo, cultural y social.
Continúa siendo preocupante el aumento de la violencia infantil, tanto en su forma física como psicológica. Aunque la legislación ha avanzado considerablemente en la protección contra el abuso, hay casos de maltrato dentro del entorno familiar, en el ámbito escolar o en espacios digitales. Es urgente que se sigan fortaleciendo las campañas de sensibilización y los programas de prevención, además de mejorar la capacitación de los profesionales que trabajan con niños/as, para detectar signos de abuso o negligencia.
Por otro lado, la salud mental infantil ha emergido como una de las principales preocupaciones en los últimos años. Situaciones como la pandemia de COVID-19, o la exposición a las redes sociales han generado un aumento notable de trastornos emocionales y psicológicos entre los niños y adolescentes.
El entorno social y familiar también influye en el aumento de las necesidades educativas especiales. El estrés familiar, la pobreza, la exposición a situaciones traumáticas o de violencia, y la falta de apoyo adecuado, contribuyen al incremento de problemas emocionales y de comportamiento en los niños.
Es esencial crear espacios seguros en los que los niños puedan expresar sus emociones y sentirse apoyados, así como promover una educación emocional que les permita afrontar de manera saludable los desafíos de la vida.
Los derechos de la infancia no deben ser una promesa vacía, sino un compromiso activo que implique a toda la sociedad: desde los gobiernos hasta las familias y los propios niños y niñas, que deben ser parte activa en la defensa de sus propios derechos, creando espacios de participación infantil y juvenil donde este derecho, sea llevado a la práctica.
Protegerlos no solo es una responsabilidad legal, sino moral. La forma en que los tratemos y protejamos hoy será la base de una sociedad más justa, igualitaria y respetuosa en el mañana.

Gracias a todas/os los profesionales de este servicio por apostar de manera permanente por un Buen Trato a la infancia.
Gracias Julia y Miriam por este artículo, siempre es importante recordar la protección y el buen trato hacia la infancia, y defender sus derechos, además de una cuestión ética y legal, es construir nuestro futuro.