LA MÚSICA COMO TERAPIA
La intervención con la música como medio es un proceso sistemático en el cual el terapeuta ayuda a promover la salud de la persona atendida mediante experiencias musicales y las relaciones que se desarrollan por medio de ellas, como fuerzas dinámicas de cambio, a través de la interacción con la música como medio de comunicación y expresión. El objetivo de la terapia es ayudar a las personas a desarrollar relaciones y abordar cuestiones que quizás no puedan desarrollar o abordar mediante palabras.
A través de ella se pueden conseguir objetivos terapéuticos en cuanto a la restauración, mantenimiento y mejora de la salud mental y física. “A través de la historia de la musicoterapia se constata un hecho común, y es la capacidad de la música para producir en el ser humano, a todos los niveles: biológico, fisiológico, psicológico, intelectual, social y espiritual» (Poch, 1999).
– En cuanto al área física puede producir mejoras en las capacidades del cuerpo humano y la ejercitación muscular mediante relajación/activación.
– En el área cognitiva ayuda a desarrollar, entre otras muchas, la capacidad de atención sostenida por la inmediatez, la persistencia y la constante variedad del estímulo musical, invita a la meditación y la reflexión de un modo agradable, estimula la imaginación y la capacidad creadora, ayuda a desarrollar la memoria y el sentido del orden y el análisis.
– En el área social, escuchar música es un medio recreador en el cual el beneficiario interpreta los sonidos que oye y los conecta con su experiencia social propia. Por ello, la música es una experiencia afectivo social que permite tocar, sentir o manipular. Para Serafina Poch Blasco (2001), la música tiene unos efectos sociales evidentes: la música provoca y favorece la expresión de uno mismo, expresando o proyectando sentimientos, pensamientos, imágenes de forma no verbal y simbólica; la música puede sugerir sentimientos e ideas sin necesidad de palabras, por eso la música es asequible para todos; la música puede ser un agente socializante. El canto, la danza, la interpretación instrumental en grupo tienden a unir a las personas al expresar sentimientos comunes; la música es un fenómeno social de nuestro tiempo que ha sobrepasado los límites académicos y folclóricos; y es el arte que mejor provoca y expresa estados emocionales independientemente de todo individualismo. Una emoción personal que se expresa musicalmente deja de ser personal para hacerse universal.
– En el área comunicativa, las actividades musicales ofrecen al beneficiario muchos modos de comunicación. Cantar o tocar un instrumento, aunque se haga de manera muy básica, permite al alumno utilizar y unir experiencias relacionadas con la expresión y la comprensión. El canto, que implica intención comunicativa, conecta sonidos verbales y musicales que necesitan un control del aparato respiratorio, mientras que tocar un instrumento musical requiere el sentido del tacto, el oído y una gran coordinación.
– Y por último, en el área emocional y en relación con la maduración emocional, la música al estar relacionada con la vida emocional puede apoyar y mejorar esta maduración, pues muchos de ellos pueden ser conscientes de sus propias limitaciones, pudiendo presentar desmotivación, frustración, rabia, etc. La música favorece principalmente dos campos dentro del mundo de las emociones: la motivación y la autoestima. Para Gardner (1989), la inteligencia emocional abarca cinco competencias principales: el conocimiento de las propias emociones; la capacidad de controlar las emociones; la capacidad de motivarse uno mismo; el reconocimiento de las emociones ajenas, el control de las relaciones.
La Universidad de Deusto (Gorbeña, 2000) realizó un estudio acerca del ocio en personas con diagnóstico de trastorno mental grave y duradero. El 91% de los participantes escuchaban música de forma frecuente (es decir, varias veces a la semana).
LA HISTORIA MUSICAL DE DAVID
Desde hace muchos años, David lleva utilizando la música, y en concreto el piano, como una fuente de satisfacción y como un elemento significativo de su vida. Una forma de expresarse al mundo, contar lo que siente y lo que le importa, a través de un lenguaje diferente y bello.
A pesar de ser algo que pertenecía a su intimidad, desde 2018 quiso hacerlo visible a la gente que compartía con él su convivencia en el Centro de Día de Majadahonda. Desde ese momento, fue trabajando en sus composiciones, todas originales, dedicadas a personas y lugares, con mucho contenido de todo aquello que conforma su mundo, y sobre lo que le conmueve y le mueve.
Y desde entonces, comenzó a acudir al centro cultural Conde Duque, en Madrid, donde su motivación le llevó a practicar en las cabinas, con el anhelo de componer una obra que le representase y que pudiera exponer a la gente en un concierto.
La música ha sido un vehículo esencial para que David pudiera comunicarse más allá de las palabras, y sus obras representan en buena medida su manera de ser y ver el mundo. En el enésimo gesto de generosidad que nos brinda, nos cuenta en primera persona qué significa para él la música.
ENTREVISTA
David, ¿desde cuándo tocas?
Mis padres me compraron un piano cuando solo tenía 10 años, un Yamaha de pared, y llevo 40 años tocando desde entonces. Era un piano resistente, que dura hasta el día de hoy, y que significa todo para mí. Fue un regalo que me cambió la vida.
¿Es difícil tocar el piano?
Es difícil, hay que echarle muchas horas y requiere una preparación larga. Yo he sido muy autodidacta. La razón por la que lo hago es el resultado final. Si hago ese esfuerzo en la intimidad es porque sé que ahora puedo sacarlo y compartirlo con la gente.
¿Qué significa la música y el piano en tu vida?
Al principio requirió mucho esfuerzo, no se me daba bien la música, no la tenía interiorizada. Intenté estudiar la música con el corazón, sin usar solo la lógica o la técnica. Era un reto para mí, era un constante seguir hacia delante. Y desde entonces aprendí a amar de música.
¿Qué expresas cuando tocas?
Lo que me inspira la vida en el sentido de la relación con los demás, con la naturaleza, con los problemas sociales. En mi último concierto intenté trasmitir con la música problemas sociales como la actual situación de la invasión de Rusia a Ucrania o de la desaparición de Yulen.
Admiro la naturaleza, disfruto de verla, de sentirla, disfruto con ella. De pequeño me apasionaba, y cuando cumplí años dejé de disfrutarla tanto de forma visual. Por eso intenté sentirla desde la música, componer con el piano, con el oído, esos paisajes que me evocan a esas etapas donde disfrutaba con ella. Es una forma de estar allí.
¿Qué te hizo dar el paso de querer dar estos conciertos?
Desde el centro me ayudaron a exponerme. En la Navidad de 2018, tras abordar este interés, me motivaron para poder enseñar esto a la gente. Consideraba que era un camino para comunicarme, para exponer lo que quería decir. Comencé a entrenar en las cabinas de Conde Duque, a componer, a practicar y me atreví a dar el paso, a enseñar esto a los demás, a profesionales y compañeros que están conmigo el día a día y que no conocían esa parcela de mí.
¿Cómo te sientes cuando tocas en los conciertos?
Es un gran esfuerzo físico, pero merece la pena. Dedico las piezas a gente que me ha dado mucho antes, incluso aunque no lo sepan. Es una forma de devolverle al mundo lo que me ha dado, a esas personas. Siento que puedo exteriorizar mi inspiración, esa que me han dado tantas personas y tantas cosas que me han ido pasando. Siento que mi música puede ayudar a dar ánimo o fuerza a otros, sin letra, con el oído.
¿En qué consiste el programa de tu concierto?
Consta de tres partes. La primera parte es una forma de recordar a personas que ya no están. La segunda, es un sentimiento como el de Cristóbal Colón, con un afán descubridor de lugares bellos. La tercera parte es el romanticismo, que conservo con 50 años. La gente me dice que como puedo ser romántico con 50 años, pero creo que lo sigo siendo (risas).
¿De dónde surge la inspiración para tus obras?
Tengo la música metida muy dentro. Es un lenguaje para mí. Cuando siento algo tengo una música que lo acompaña. Me preocupa la naturaleza, su pureza y su belleza, y que ahora está en peligro. Ese sentir me hace componer piezas que evoquen su belleza, la suerte que tenemos de tener bosques, campiñas, árboles o ríos.
La música, más allá del piano, cómo es de importante en tu vida
Tengo diez canciones preferidas que escucho muy habitualmente. Es el sentimiento más elevado, esas canciones son todos los sentimientos juntos, un día te levantas alegre, otro triste, pero la música me acompaña, es la unión de todos mis sentimientos a la vez, y eso me conmueve el alma.
¿Qué apoyo has podido tener del Centro de Día Majadahonda para poder llevar a cabo este objetivo?
Me siento genial con la gente, el centro me da personas y espacios, me siento arropado, puedo ser yo mismo, y siento que les debía estos conciertos a mis compañeros. Disfruto de cada día que acudo, de cada actividad. Ellos me impulsaron a hacerlo y estoy contento de que lo hicieran.