Sofía Czalbowski es Psicóloga de orientación clínica por la Universidad de Belgrano (Buenos Aires, Argentina) y especialista universitaria en Psicoterapia Psicoanalítica del niño/a y su familia por la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid. Realizó su trabajo de investigación, “Niños/as expuestos a la violencia de género”, para el DEA del doctorado de la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es miembro Asociado de Grupo Quipú de Psicoterapia y Miembro Titular de Sociedad Forum de Psicoterapia Psicoanalítica. Ha trabajado en el Centro de Atención Psicosocial “Programa MIRA” para Víctimas de Violencia de Género y sus Hijos e Hijas, perteneciente a la Red de Centros y Recursos para Mujeres de la Dirección General de la Mujer de la Comunidad de Madrid, y ha estado a cargo del Servicio de Atención a Menores hijos/as de víctimas de violencia de género del Ayuntamiento de Alcorcón. Es autora de La historia de Laura (Ayuntamiento de Alcorcón, 2009), un libro para la sensibilización y prevención de la violencia de género, y de los cuentos corresponsables Como la lía la familia García y Las aventuras de Rocío y Toni (Ayuntamiento de Alcorcón, 2010). Durante el año 2010 fue investigadora de Save the Children en la Comunidad de Madrid para el proyecto Daphne de la Unión Europea, en la temática de la infancia expuesta a la violencia de género. Imparte cursos de formación dirigidos a profesionales de distintos ámbitos en la temática de los y las menores víctimas de la violencia de género.
¿Cuál es la situación actual en la intervención con menores víctimas de violencia de género?
La intervención con estos y estas menores es bastante reciente. El año pasado participé en una investigación de Save the Children, parte del programa Daphne de la Unión Europea, sobre la atención que reciben estos niños y niñas. Esta investigación se hizo en España al mismo tiempo que en Italia e Islandia y más tarde se elaboró un documento en común para ser presentado en Bruselas. En España pudimos investigar a fondo en seis comunidades autónomas: País Vasco, Andalucía, Valencia, Madrid, Cataluña y Baleares. En el documento de Save the Children hay una disparidad entre las comunidades autónomas, en relación a los recursos. Yo fui la encargada de la investigación en Madrid y entre otras cosas lo que observamos era el contraste en la forma de brindar esta atención según el lugar. En Madrid realmente hay centros que se destacan por su calidad en la intervención, centros que dependen de la Comunidad de Madrid (por ejemplo, el Programa MIRA), del Ayuntamiento (por ejemplo, el Centro Mercedes Reyna) o de alguna Asociación (por ejemplo, la Comisión de Investigación de los Malos Tratos a Mujeres). Por otro lado, a veces, hay centros residenciales o casas de acogidas en las que hay psicólogas, pero algunas veces notamos como carencia que no son profesionales especializadas en infanto-juvenil. Existen lugares donde derivar a los niños y niñas afectados, pero esto implica un desplazamiento geográfico que es muy costoso para las mujeres que tienen que atender muchas cuestiones derivadas de su propia condición de víctima y al mismo tiempo continuar con su rol de madre. Otro problema es la ruptura del vínculo del niño o niña con la o el psicólogo por la inestabilidad que tenemos en el sistema de servicios sociales que conlleva los cambios de empresa o asociaciones como gestores de los programas. Además genera incertidumbre en el campo profesional y esto obra en contra de la eficacia de los tratamientos.
Al pertenecer cada recurso a la administración central, comunidad autónoma, ayuntamiento, o ser una sociedad la que lo apoya ¿hay relación entre ellos?
En la Comunidad de Madrid yo los vi aislados y se echa en falta que haya una mejor comunicación porque todos y todas estamos trabajando por lo mismo. Pero estas no son cuestiones que tengan que ver con el quehacer profesional sino que son políticas.
Es decir que transciende a la forma de intervenir…
Claro, porque en general en todas las personas con las que yo he podido interactuar para la investigación he visto mucha dedicación, esmero, formación, muchas ganas de aprender… Con una mejor comunicación y coordinación entre centros, interinstitucional, mejor atención recibirá el niño o niña.
Qué reacciones tienen los menores cuando llegan, en la acogida, o cuando vienen a una intervención de este tipo
En principio la forma de trabajar tiene unos pasos. Primero entrevisto a la madre. Por lo general es difícil entrevistar al padre. A veces ni siquiera puedo llegar a ver al menor ya que él se niega a que le vea. De cualquier forma, a la madre le explico lo que es una psicóloga infantil y que de alguna manera, según la edad del niño o niña, le diga que viene a atenderse con una psicóloga. A veces estos niños y niñas tienen síntomas concretos como problemas escolares, se hacen pis en la cama, trastornos de conducta, tristeza, etc., a través de los cuales la madre puede explicarle que va a ir a ver a una persona que le va ayudar en sus ansiedades, angustia o sufrimiento.
A veces también se puede explicar esto con la ayuda de un libro u otros materiales. Por ejemplo, La historia de Laura es un libro que realizamos hace unos años en Alcorcón, con dibujos de Mónica Carretero, y que está pensado para trabajar en grupo, o a veces individualmente, con menores expuestos a la violencia de género.
¿Cómo son las sesiones en grupo?
Cuando viene el niño o la niña hacemos una evaluación porque la violencia, en este caso de género, afecta a todos los niños y niñas pero de distinta manera. A veces un niño o niña necesita un tratamiento individual para resolver algunas cosas específicas y a partir de ese tratamiento pasar al grupo. Tiene que haber unas condiciones previas para que pueda pasar al grupo pero es muy importante que hagan el tratamiento grupal porque el poder estar en contacto con niños y niñas de su edad que les ha pasado lo mismo les alivia muchísimo, no se sienten raros. En principio se plantean los grupos como una primera fase psicoeducativa en la que se habla específicamente de la violencia y las cuestiones de desigualdad y participan en diferentes actividades. A continuación hay una segunda parte que es más terapéutica donde los niños y las niñas se expresan libremente. Este pasaje se da de manera natural puesto que el grupo tiene una relación de confianza mayor. En general todos los niños y niñas están muy contentas de poder acudir a algún lugar donde haya alguien que les escuche, les comprenda y les aclare sus dudas, sus sentimientos de culpa, sus sufrimientos.
¿Los menores pueden denunciar la situación que están viviendo en el hogar?
Sí pueden, pero tienen trabas internas. Muchos temen las consecuencias de lo que podrían decir, quieren proteger a la madre e identifican al padre como agresor pero no por ello dejan de tener un cierto afecto por su padre, porque mas allá de agresor, es padre y han tenido quizás momentos lindos; se sienten confusos. En este sentido es importante la detección en la escuela porque ahí es donde el niño o niña pasa la mayor parte de su tiempo. Es necesario capacitar a los y las docentes para que puedan detectar y se conviertan en un referente de confianza para que el niño o niña se sienta protegido, cuidado, y pueda acudir a ellos o ellas en busca de ayuda.
Explícanos las herramientas y obstáculos que observas en la visualización de la violencia
Como obstáculo considero la idealización de la infancia, es decir, muchas personas visualizan la infancia como aquel lugar idílico donde no hay conflictos… En realidad la infancia es un período, y la adolescencia más aún, muy tormentoso, lleno de conflictos y desafíos que niños, niñas y adolescentes deben ir superando. Pero si a esta dificultad además le sumamos que tienen que vivir en un ambiente poco estable donde hay violencia y sentimiento de miedo, comienzan a sentirse amenazados. Entonces toda la cuestión de infancia idílica queda borrada de un plumazo. También considero distintos obstáculos como el obstáculo interno y la cuestión de preservar el secreto que de alguna manera se les enseña en la casa: lo que pasa en casa queda en casa. Hay obstáculos desde la cuestión cultural, desde la dinámica en la que están inmersos los niños… Entre profesionales también la tendencia a minimizar: “no pasa nada esto es algo momentáneo”. Hay una autora, Cristina Ravazzola, que hace hincapié en no minimizar el malestar que a nosotros y nosotras como profesionales nos alerta del sufrimiento ajeno, por eso en este sentido también es importante la formación y supervisión de los y las profesionales que trabajan es esta área, o en un área que podría ser posible área de detección como centros educativos, sanitarios, docentes… Entraríamos también en hacer una revisión personal entre docentes, profesionales y sanitarios por si fueran también víctimas de violencia y esto dificulta mucho detectar en otra persona el problema.
Además de una revisión personal también es interesante establecer unos parámetros de qué es violencia de género y qué no es violencia de género.
Por supuesto, por ejemplo, el problema de las relaciones abusivas en la adolescencia es que a veces estos integrantes de la pareja tan jóvenes vienen de familias donde hay violencia de género y no pueden identificar que el vínculo que están teniendo es de violencia no de amor o pasión.
¿Cómo se trabaja el trauma y el apego? Porque es algo con lo que tienes que romper para poder dar un paso adelante…
Justamente. Muchas veces necesitamos un trabajo inicial e individual porque cada niño, cada adolescente, va a tener una configuración específica de apego y una reacción también específica. Entonces hacemos un recorrido por sus vivencias tratando de ir conectando estas vivencias con su situación actual. Lo que necesitan muchos de estos niños, niñas y adolescentes es ir reflexionando sobre sus experiencias vividas y darles un lugar; que esto tan traumático sea un recuerdo pero que no siga teniendo el efecto negativo que bajo la forma del trauma tiene en su personalidad. Es un trabajo que requiere un tiempo porque es un proceso: tiene un inicio, un desarrollo y un final. Por eso las políticas deberían prever esto: que cada niño, niña, adolescente y persona adulta tiene un tiempo para poder llegar a elaborar estas situaciones negativas que ha vivido allí y que en todas las personas no sucede de la misma manera.
¿Y es importante que se incorpore la madre en el proceso?
Claro, esta forma de trabajar incluye todo el tiempo a la madre. De forma paralela se trabaja con la madre como madre, mas allá de que ella tenga su psicóloga como mujer, pero en la relación de la crianza con sus hijos e hijas es muy importante que tenga atención y que en la medida de lo posible pueda participar en un grupo de madres. El grupo de madres tiene un estilo parecido al de los menores: se hacen actividades, hay una parte psicoeducativa donde podemos detenernos a evaluar algo como el tema del apego y en otros momentos hay actividades más terapéuticas.
¿Tienes casos en los que se haya introducido también la figura paterna?
Hasta ahora no por las condiciones del servicio. Pero sin embargo me parece fundamental y tendría que haber un lugar para el padre en estos tratamientos, en estas intervenciones, y habría que encontrar la forma también para salvaguardar la seguridad de las madres y de los y las menores. No va a ir un padre a la casa de acogida, eso es lógico, pero sí que haya estos servicios especiales con personas formadas para tratarlos y que se pueda hacer una intervención de los niños y niñas con el padre.
¿Cuáles son los factores de protección?
Lo que me parece fundamental es que la madre esté atendida, que esté bien y convenientemente asesorada. Por otro lado me parece esencial que haya una atención del padre después de la denuncia. Y si es previo, que haya una figura fuera de esta familia nuclear, una figura adulta que pueda ser un referente para los niños y niñas. Las características de la madre, el hecho de que no esté muy dañada, es un factor de protección muy importante. Además están las características propias del niño o niña. También tener en cuenta el entorno, que no es solamente el niño o la niña, sino que está inmerso en una familia, en una comunidad, en una cultura: tener en cuenta esos diferentes aspectos, socioeducativos, sociológicos y que sirvan también de marco de protección, de seguridad. Hay que tratar, justamente, de evitar los factores de riesgo; cuestiones de enfermedades de los padres; que no se puedan hacer cargo de los hijos, que los niños y niñas además de estar sometidos a esta situación de violencia de género reciban otro tipo de maltrato (hay un solapamiento de un 30 a 60% con los distintos tipos de maltrato infantil). Pensemos que el niño y niña son muy vulnerables porque están en desarrollo, entonces, en una familia que tiene este tipo de problema no se dan las condiciones positivas que serían los factores de protección. Existen muchos factores de riesgo, cosa que hace que su desarrollo pueda verse ennegrecido, detenido en algún punto no pudiendo completar una etapa adecuadamente.
Qué propuestas de prevención propones.
A mí me parece que toda la cuestión de la sensibilización e información a la población en general es muy importante. Todo lo que está relacionado con el tema de igualdad, el conocimiento de lo que es violencia de género y formar tanto a la población como a las personas que puedan estar en contacto con este colectivo: docentes, sanitarios, etcétera. También algo fundamental es que haya una formación de los y las profesionales que intervienen para detectar, intervenir y que estos y estas profesionales no se dañen en el proceso porque trabajar con violencia puede tener sus consecuencias negativas para los y las profesionales que intervienen.
En el capítulo utilizas imágenes, dibujos que hacen los menores, ¿se utiliza el arte como forma de trabajar con ellos?
El arte es un instrumento privilegiado. Los niños y las niñas hacen dibujos, posters, collages y actividades dramáticas del tipo de teatro. A través de distintas técnicas de arte se pueden expresar vivencias, recuerdos, temores…
Cómo definirías violencia de género.
La violencia ejercida sobre la mujer por el simple hecho de ser mujer. Y en el contexto más restringido es en el marco de una relación sentimental, pero en el sentido amplio puede ser de conductas de acoso laboral, sexual, mutilación genital, etcétera. Todas dirigidas a la mujer por su condición de mujer. Hay una asimetría que es estructural por la cual existe una desigualdad entre el hombre y la mujer derivada de un código patriarcal. En una relación donde se da este tipo de violencia, el poder lo ejerce el agresor y la mujer padece el miedo y la sumisión.
¿Cómo se llama la violencia de la mujer hacia el hombre?
En principio, y estando al tanto de las estadísticas, la violencia de la mujer hacia el hombre es ínfima. Pero también puede existir. Lo que pasa es que en este caso, que no tienes el sustrato estructural de la sociedad que está conformada de una manera desigual, una sociedad patriarcal. Entonces esta desigualdad y este poderío que tiene una parte de la población sobre otra es la que favorece justamente estas conductas de abuso del poder y de avallasamiento de los Derechos Humanos, en la violencia de género. Pero en cambio, cuando una mujer es violenta con un hombre primero habría que ver el porqué y en que circunstancias se da, porque hay muchas mujeres que responden a una violencia previa; como una autodefensa.
Yo con esto no lo justifico, sino es una apreciación de que puede haber alguna mujer violenta, de hecho las hay, pero no es el resultado de esa diferencia estructural de la que hablamos cuando nos referimos estrictamente a la violencia de género.. En definitiva la mujer siempre va a estar como en inferioridad de condiciones de defensa, de posibilidad de posición en la sociedad aunque a veces nos cueste verlo. Este sería otro de los obstáculos, porque desde mi generación observamos adelantos con respecto a generaciones anteriores, adelantos parciales, pero hoy en día, todavía tanto en nuestra sociedad como en otras, son muchas las mujeres que siguen en un plano de desigualdad.
Ana Lozano Cámbara Sara A. Sainz Ávila Periodistas