«Para prevenir la violencia de género hace falta una estrategia global»

7 septiembre 2012
Al principio no se hablaba de los menores y luego se decía de ellos que eran víctimas indirectas. Pero yo creo que son víctimas directas y herederas de esa violencia. ¿Cómo puede vivir un niño aterrorizado sufriendo los gritos, las amenazas, los insultos... sin tener consecuencias?
Este artículo es la reproducción íntegra de la entrevista que le hicieron a Jesús Pérez Viejo, director de la Asociación Aspacia en el diario Ideal de Jaén con motivo del curso de verano que han desarrollado junto con Ciclo Grupo 5 en la Universidad de Jaén: Perspectivas de la violencia de género.
Por Carmen Cabrera – Ideal
La Asociación para la Convivencia Aspacia es una entidad sin ánimo de lucro que lucha por la promoción de los derechos humanos y contra todo tipo de violencia, entre ella la de género. Su director, Jesús Pérez Viejo, ha estado al frente a lo largo de esta semana del curso ‘Perspectivas de la violencia de género: detección, prevención e intervención en violencia de género’ impartido en la sede baezana de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA). Pérez Viejo, licenciado en Psicología, es además profesor asociado de la UNED.
Muchas veces se confunden los términos. ¿Podría explicarnos las diferencias entre violencia de género, violencia doméstica y violencia contra la mujer?
Es verdad que en muchas ocasiones se confunden, sobre todo al principio, cuando empezó a hablarse del tema. La violencia doméstica es aquella que se ejerce dentro del ámbito doméstico: puede dirigirse hacia los ascendientes (contra los padres o abuelos), puede ser abuso infantil o violencia entre hermanos. En cambio, cuando nos referimos a la violencia de género hace referencia a la violencia que ejerce el hombre sobre la mujer por ser mujer. Para mí, sin embargo, este concepto es confuso porque también ejercen esta violencia las mujeres contra los hombres. En mi opinión, debería hablarse de violencia a la mujer, ya que en la anterior queda excluido el hombre y éste también puede sufrirla.
Siempre se ha dicho que la prevención es esencial para evitar la violencia doméstica. Sin embargo, todos los días conocemos nuevos casos. ¿Qué falla, no se está haciendo lo suficiente?
Se están haciendo muchas cosas, pero muy concretas, que no responden a una estrategia global. El verdadero problema es que la sociedad no tiene conciencia de lo que ocurre. Podemos hablar de que se establecen dos puntos de vista. Uno de ellos es el que conoce la gente de a pie, es decir, los conflictos más cotidianos. Y otro es el conocimiento científico, que habla de la mutilación genital o la inducción a la prostitución, por ejemplo. Pero todo esto pasa desapercibido para la gente corriente. Por consiguiente, es complicado prevenir sin tener conciencia de lo que ocurre. Porque entendemos que determinadas cosas son normales y las asumimos como tales. Podemos hablar de una mayor tasa de paro en las mujeres o de que ocupan menos puestos de dirección y nadie se extraña, pero ésa es otra forma de violencia contra ellas. Erradicar la violencia de género implica que no aparezca. Y que no aparezca implica que exista un sistema jurídico que permita la no discriminación, ya que la violencia de género es un atentado en un estado de derecho como el nuestro.
¿Está la crisis económica afectando a los programas o a la financiación necesaria para poner en marcha iniciativas de prevención y también de detención de la violencia de género?
Sí, la crisis afecta en el ámbito de la acción social y en el desarrollo de determinados programas, aunque hay muchos recursos, la mayoría de ellos de tipo asistencial, como los pisos tutelados o las casas de acogida. Sin embargo, estas medidas siempre son insuficientes. Pero lo más importante en materia preventiva es que hace falta una estrategia global, no es cuestión solo de dinero. Hemos de tener en cuenta que la violencia contra la mujer es una violencia que se produce contra un elevado porcentaje de la población mundial. Sin embargo, hasta que todo el mundo asuma que existen personas que están siendo agredidas, habrá carencias porque hay un desconocimiento de lo que le ocurre a las mujeres. A veces es porque queremos poner distancias y no saber lo que ocurre, pero en un mundo global es innegable que existe violencia como la mutilación genital o la lapidación. No se puede decir que no existen en ciertos países las acusaciones a mujeres por adúlteras, que son condenadas y asesinadas públicamente. Lo que pasa es que la realidad es muy dura y no queremos creerla.
Además, la violencia contra las mujeres no es solo una lacra de adultos, sino que también se conocen casos entre adolescentes.
Nos encontramos en el momento más democratizado de la sociedad. Hay menos violencia, aunque los medios de comunicación nos acercan a más casos que antes. Es decir, hay más porque ahora es mucho más fácil conocerlos. Además, hay una mayor legislación en esta materia. Sin embargo, sigue habiendo una violencia de género que repite los roles del patriarcado. Por eso existen las coacciones entre jóvenes, el control del teléfono móvil, los insultos, el negar a la pareja quedar con los amigos. Y es ahí, cuando la violencia es incipiente, cuando es más fácil trabajarla y hay que incidir más. Aunque lo que está claro es que no todos los chicos son agresivos ni todas las chicas son víctimas de violencia de género.
Entre los más perjudicados de la violencia de género se encuentran los niños. ¿Se les presta la atención necesaria o son los grandes olvidados?
Al principio no se hablaba de los menores y luego se decía de ellos que eran víctimas indirectas. Pero yo creo que son víctimas directas y herederas de esa violencia. ¿Cómo puede vivir un niño aterrorizado sufriendo los gritos, las amenazas, los insultos… sin tener consecuencias? La violencia es un contravalor: el daño, el insulto, etc. Quien respeta no puede ejercer la violencia. Y a un niño se le puede educar en los valores o los contravalores. Hay algunos que logran escapar, pero otros se convierten en víctimas y otros en agresores.
Dice que hoy en día hay una mayor legislación en la materia de violencia de género. Hay quien acusa a muchas mujeres de realizar denuncias falsas para conseguir algún beneficio. ¿Considera que estas situaciones son anecdóticas o sí suponen una cifra relevante?
Los casos de denuncias falsas son anecdóticos. De hecho, las investigaciones realizadas al respecto sitúan este tipo de denuncias en un rango mucho menos frecuente que otras como la simulación de robos en el hogar o incendios, por ejemplo. Habría que hacer una reflexión para ver por qué se habla de denuncias falsas de mujeres y no de las otras. Yo considero que esto tiene que ver con el sistema patriarcal que aún impera porque estas denuncias se someten a juicios como cualquier otras. Sin pruebas, sin embargo, la violencia psicológica es muy difícil de demostrar. Cuando se habla de denuncia falsa, lo único que se consigue es invisibilizar el fenómeno.

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