El pasado 7 de marzo, como preludio al Día Internacional de la Mujer, nos planteamos el reto de organizar un encuentro con tres referentes de la perspectiva de género para reflexionar sobre la salud mental, la emocionalidad de las mujeres con sufrimiento psíquico, y sobre cómo los malestares de la mujer deben entenderse y acompañarse desde la perspectiva de género, porque “ser mujer” es un factor de riesgo para la salud mental.
Nuestras invitadas – Margarita Rullas, Pilar Álamo y María González Hidalgo – con su larga trayectoria profesional en la atención a mujeres con diagnósticos en el ámbito de la salud mental, nos mostraron cómo la perspectiva de género debe ser el punto de partida para el abordaje del sufrimiento de las mujeres, para brindar una atención de calidad y adaptada a las necesidades e historias de vida de las mujeres.
Margarita, coautora de la Guía de atención a mujeres maltratadas con Trastorno Mental Grave reflexionó sobre la importancia de la atención a los malestares de género desde el conocimiento específico de la realidad social, económica y política que, desde los mandatos de género, invisibiliza la historia de vida de las mujeres:
La perspectiva de género supone abordar la realidad social desde un enfoque amplio que incluya a las mujeres, que incluya a los hombres y que tiene en cuenta las particularidades de cada uno de ellos y ellas. No consiste solamente en incluir a las mujeres, lo fundamental es hacer visibles las consecuencias de la socialización de género y proponer nuevas formas de estructurar las intervenciones de forma más equitativa, para que podamos superar esas desigualdades que tantos malestares provocan en las mujeres.
El género ayuda a mostrar los problemas de subordinación social, de la explotación económica que tenemos las mujeres de forma colectiva, que es otro de los puntos importantes de la perspectiva de género. A las mujeres nos pasan cosas y nos pasan a todas. No nos pasa de forma individual, como a veces nos quieren hacer ver cuando trabajamos sin perspectiva de género.
Esta reflexión sobre la colectividad de los malestares de las mujeres y la reivindicación de que “nuestro sufrimiento no es individual, es colectivo”, resonó y llegó a quienes siguieron este encuentro que conectaron con esa noción de que el malestar de género no es algo individual, sino que apela a lo comunitario. Por ello existen experiencias de Grupos de Apoyo Mutuo (GAM) en los que la perspectiva de género y las propias mujeres con malestar psíquico son las protagonistas dentro de los recursos de salud mental. Un artículo para reflexionar sobre ello es “Antecedentes feministas de los grupos de apoyo mutuo en el movimiento loco: un análisis histórico-crítico”, que incluye una bibliografía muy completa sobre este tipo de recursos creados por y para mujeres. Otro tipo de experiencias son los Espacios de Igualdad, que ofrecen apoyo sin caer en la patologización del malestar emocional de la mujer.
En este sentido, Pilar Álamo, como coordinadora de la Guía de salud mental con perspectiva de género, nos hizo repensar sobre el origen de los diagnósticos psiquiátricos en las mujeres y su relación con lo comunitario, con lo político:
Según el modelo propuesto por la Organización Mundial de la Salud, los determinantes de salud más importantes no son de origen biológico, sino que son de naturaleza económica y social; es decir, aquellas condiciones en las que nacemos, crecemos, vivimos, trabajamos y envejecemos. Esto implica que es imprescindible actuar sobre estos factores sociales.
Y después llegó una de las grandes conclusiones de este encuentro: la culpa como peso insostenible y forma de control; la culpa como forma de silenciar a la mujer.
Muchas de las mujeres que llegan a las unidades de salud mental, llegan sobrepasadas por el papel de cuidadoras, hiperresponsabilizadas y, sobre todo, culpabilizadas por los roles de género. Los roles de género no son naturales ni biológicos, son un constructo social transmisible y heredable. El sistema patriarcal nos controla con la culpa. Nos sentimos mal siendo madres y nos sentimos mal no siendo madres; nos sentimos mal comiendo, nos sentimos mal no comiendo… Como profesionales debemos tener en cuenta las relaciones biopsicosociales en todos los ámbitos, pero en la salud mental, todavía en más esencial porque corremos el riesgo de convertir a las mujeres en las culpables de su propio malestar.
Pilar nos trajo un extracto de un artículo de Nieves Fernández titulado “Contra el patriarcado y el cuerdismo” un artículo muy ilustrativo con el que seguro nos sentimos un poco identificadas.
Todas entendimos esta idea de la culpa como una sombra que nos persigue, más aún si vivimos con la etiqueta en forma de diagnóstico. El autoestigma, el estigma social y el internalizado por los profesionales de la salud mental, deja a las mujeres diagnosticadas con un Trastorno Mental Grave como únicas culpables de su “locura” y sufrimiento, como si fueran casos aislados que deben mantenerse escondidas.
María González Hidalgo, como psiquiatra y referente en perspectiva de género, conoce bien las implicaciones de las “enfermedades mentales” de las mujeres y cómo son culpabilizadas por ello y cómo este estigma las hace más vulnerables:
Las mujeres con diagnósticos son las que más frecuentemente sufren violencia de género, hasta el 75%, y son las que más invisibilizadas están. Parece que hay diagnósticos que son de las mujeres. Podríamos hablar hasta de una “depresión de género”. Y en trastornos de personalidad también somos las mujeres las más diagnosticadas.
De hecho, una de esas “enfermedades mentales graves”, el TLP (Trastorno Límite de la Personalidad) es uno de esos diagnósticos asociados a la mujer. Más del 75% de las personas con este diagnóstico psiquiátrico son mujeres. Desde la perspectiva de género, el TLP no se considera una categoría diagnóstica, sino que se entiende como el “Síndrome de la mujer maltratada”; es decir, la respuesta comportamental lógica de sobrevivir a la violencia machista.
Existen numerosos estudios al respecto, por ejemplo, Trastorno Límite de la Personalidad y Violencia de Género.
Y para analizar este fenómeno más en profundidad, Margarita nos recomendó el estudio Incidencia y prevalencia de la violencia de pareja por y contra mujeres con enfermedad mental grave, Susan Hatters Friedman y Sana Lou.