La salud mental puede ir acompañada de muchos factores. Uno de ellos es la inmigración, el hecho de cambiar de lugar de residencia, de dejar atrás lo que era tu vida para empezar un camino nuevo lleno de incertidumbre y comenzar una vida nueva sin todo aquello que estaba a tu alrededor.
Así comenzaba Julio y se iniciaba la charla. Julio Hernández, educador del CRPS Las Rozas de la Red Pública de Atención social a personas con enfermedad grave y duradera de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid, gestionado por Grupo 5, moderaba el Desayuno de la Agencia Madrileña para la Tutela de Adultos (AMTA) sobre “Transculturalidad y salud mental”. Julio, comenzaba contándonos los problemas que puede generar la inmigración, problemas que afectan a la salud psíquica y mental, y, a su vez, al tener que dejar tu vida, pueden generarse sensaciones que pueden amarrarse muy fuerte a estas dificultades.
María Ángeles Saa, psicóloga de la Asociación KARIBU (Amigos del Pueblo Africano), iniciaba su turno hablando de la importancia de aunar cultura y salud mental, pues muchas veces, se ven como objetos aislados y no lo son. “Lo que en una cultura se puede ver como locura, en otra se puede ver como una bendición” nos explicaba. La compresión de la salud mental va estrechamente ligada a factores objetivos, subjetivos, culturales, socioculturales, internos y, por supuesto, externos.
María Ángeles nos convencía de la importancia de entender las culturas, empezando por la aceptación absoluta del individuo para poder así entrar en su idiosincrasia. Y sin perder de vista la dimensión existencial y los valores de actitud, pues, “no todo el mundo cree en las mismas cosas y no todo el mundo se enfrenta igual a situaciones inevitables que te surgen en la vida”. Finalizaba con la importancia de propiciar encuentros para que las personas elaboren lazos y redes de contacto para formar colectivos. Pues no somos seres aislados.
A su izquierda se encontraba Víctor Rodríguez Pelarda, responsable y gestor de proyectos sociales de Cáritas Madrid. Víctor advertía de la complicación de diferenciar síntomas o expresiones de una enfermedad mental de expresiones que son parte de su cultura diferente a la nuestra. “La conciencia de enfermedad mental, en muchas culturas, no es conocida y es muy difícil que entiendan su situación. Si resulta complicado en nuestra sociedad, imaginaos en otras culturas” entraba a reflexionar. Y todo esto ligado al lenguaje, pues, lo que aquí “enfermedad mental grave” se entiende de una forma, en otras culturas, esas mismas palabras solo tienen un significado: “me voy a morir”. Por ello, y tal y como nos dice, hay que detectar muy bien los síntomas y es importante no dar nada por supuesto, porque no siempre las personas entienden lo que estamos diciendo. Pues no somos seres aislados.
Continuaba Francisco Recalde, director del Servicio de Apoyo a la Reinserción Social de Personas con enfermedad mental sin hogar de la Red pública de Atención Social a personas con enfermedad mental grave y duradera de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid. Seguíamos hablando de las culturas, de que, a veces, nos olvidamos de los aspectos culturales, y no preguntamos, “oye, ¿eres religioso?, ¿crees en algo?” y, como todo, es un elemento que puede afectar tanto a los hábitos como a su rehabilitación. Además, nos contaba una realidad, “el proceso de inmigración supone muchísimo tiempo, e incluso hay muchas mujeres que son violadas en ese proceso. Son situaciones muy traumáticas que marcan a la persona. Para la correcta intervención, hay que tener muy en cuenta este viaje”. E incidía en la importancia de la “vida anterior”, pues, los informes que presentan de las personas que inmigran son minimalistas: nombre, fecha de nacimiento, país de procedencia (sin decir nunca el lugar exacto) y el día que llegó. «¿Pero, y a qué se dedicaba?, ¿si tiene hijos?, ¿familia?, ¿qué le gustaba hacer? Eso nunca lo ponen. Necesitamos más información, pues tenemos una idea de que la persona que llega aquí empieza una nueva vida. Pero nunca podemos olvidar su historia”. Pues, no somos seres aislados.
Vanesa Cordón Jiménez, coordinadora del proyecto de Atención a personas con enfermedad mental grave y duradera en situación de sin hogar del Convenio de Colaboración AMTA-Candelita, terminaba centrándose en el proceso de tutela de estos inmigrantes sin hogar cuando hay que explicarles que «su caso ha pasado por un tribunal y que van a ser tutelados por la AMTA”. Para ello, y entender mejor su trabajo y el tema de la transculturalidad y la salud mental, nos relataba un caso real. Candelita se acerca al individuo, le acompaña siempre, consigue traductores para poder entenderse bien con ellos y ellas y les apoyan y ayudan para que puedan ejercitar sus derechos. Durante ese acompañamiento, la asociación contacta con su familia, con asociaciones y con la embajada del lugar de origen para completar información de la persona y poder hacer esa intervención individual y especializada. Porque todo es cuestión de culturas, de respeto, de empatía y de humildad hacia otras culturas. Pues, no somos seres aislados.