El arte de esperar

22 diciembre 2011

«Necesito alguien que esté con mi hija, que hable con ella, que la acompañe a hacer cosas», me dijo la madre de una paciente. Esta es una demanda de Acompañamiento Terapéutico, la creación del espacio «junto» a la persona que lo necesita, sin el afán curador y «reubicador», como plantean Bennett y Watts (Bennett-Watts, «Rehabilitación Psiquiatrica», 1990), la pretención de ubicar ya no el dolor y la angustia de la persona que sufre, sino a la persona misma, en una mini residencia, en un centro de día, en un hospital psiquiátrico…

A veces pienso que la subjetividad es lo que menos importa a una red de salud saturada de usuarios desinteresados y familiares desesperados, y lo que preocupa es solo ¿qué hacer con esta queja? (que no es una demanda), pero sobre todo «qué hacer».

Lo fundamental que nos enseña el Acompañamiento Terapéutico es que «escuchar» es un «hacer» de un orden diferente, que en términos «objetivos», se parece a un «no hacer».

Acompañar significa fundamentalmente: soportar la angustia de la repetición, de la repetición del síntoma, pero también la repetición de «lo que se hace» a diario. «Soportar la repetición», significa como lo indica la palabra, hacer de soporte a aquello que angustia para dar lugar a que suceda algo diferente. Un profesional que no pueda soportar la angustia de la repetición no puede trabajar en salud mental. Estar día tras día soportando lo mismo es lo que caracteriza nuestro trabajo. Soportar significa mantener la puerta abierta aunque el paciente decida no salir.

La confusión que observo es que ésta repetición, que se inscribe por lo general bajo los signos de la urgencia (de la familia, del paciente, de las instituciones) y en términos de «necesidad», activa en los profesionales mecanismos de evitación que los llevan a actuar de manera incontenible, es decir,volviendo al ejemplo anterior, actuar para que el paciente pase por la puerta «de la salud», voluntariamente si es posible o involuntariamente si es «necesario».

La repetición de lo mismo no es vista como proceso, sino como «no cambio», como fracaso de las intervenciones, como justificación para tomar medidas mas agresivas. Esta situación se agrava cuando el paciente no es dócil y, por lo tanto, no «acepta» pacíficamente todo lo que se le indica.

El Acompañamiento Terapéutico nos viene a prevenir sobre aquello que a la red de salud aqueja. La necesidad de aprender a esperar.

El Acompañamiento Terapéutico, además de una disciplina con mas de 30 años de experiencia, es una ética que nos advierte que a la «loccura» no solamente hay que medicarla, controlarla y tranquilizarla, sino que además requiere paciencia para esperarla.

Alejandro Chevez
Coordinador Técnico de Servicios
Grupo 5 Gestión y Rehabilitación Psicosocial

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