“El 21 de diciembre de 2015 la Trabajadora Social del centro de salud me comentó que había un recurso que para mi caso era lo mejor. Yo ya me había decidido a dar los primeros pasos, así que decidí probar”. Y ahí comienza su andadura con el Equipo de Apoyo Social Comunitario (EASC) de Fuencarral – El Pardo.
Guillermo irrumpe en la cafetería con las manos metidas en los bolsillos. La elegancia de Guillermo es natural y cómoda. Al igual que su habla y su trato; extraordinario. Guillermo se define como un ser raro extrañamente normal, y mientras saborea el zumo de naranja nos habla de él. “Llevaba 30 años sin salir de casa”.
Guillermo nació en Cuba y en la adolescencia se mudó a Madrid. Aquí comenzó una consecución de actividades caseras: todo de puertas hacia dentro. El rechazo que le iba generando el exterior era cada vez mayor y desde los 13 años, Guillermo hizo de su casa su hogar y su patio de recreo. Como consecuencia de su “intimidad” se convirtió en un erudito del mundo de los deportes. Y el día anterior a esta entrevista retomó todo lo que sabía de baloncesto en un torneo de LigaSame (Liga organizada desde Recursos Psicosociales de Salud Mental). “Me duelen músculos que no sabía que existían” dice entre risas.
La vida de Guillermo ha cambiado por completo. De sentirse vulnerable, a sentirse fuerte a nivel mental y físico. De no salir de casa, a salir 2-3 veces por semana. De sentirse anómalo frente al exterior, a verse con amigos y hacer actividades que se habían vuelto desconocidas para él: practicar deporte, visitar museos, jugar a los bolos… Guillermo ha plantado cara a la vida y a la manera de afrontarla, ha sufrido una transformación positiva. “Me di cuenta que necesitaba estar en el terreno de juego y empezar a jugar. Una vez que empiezas a jugar te lesionarás, te caerás, pero aquí están ellos para ayudarte y para levantarte”. Ellos son el EASC de Fuencarral, la chispa que le ha ayudado a salir del encierro psicológico al que estaba sometido logrando que haga cosas que anteriormente eran impensables.
Los EASC son equipos multidisciplinares (psicólogos, trabajadores sociales y educadores) que trabajan de manera global dando apoyo a la persona con enfermedad mental desde una perspectiva psicosocial, para mejorar su bienestar y calidad de vida y lograr una mayor autonomía en sus actividades cotidianas. Todo empieza con un cambio de actitud y una motivación. Hacer frente a los problemas es sólo un pequeño paso (y el primero) dentro del proceso de recuperación que ofrecen los EASC.
El Equipo de Apoyo Social Comunitario es un recurso de la Red Pública de atención social a personas con enfermedad mental grave y duradera de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid, que constituyen un apoyo gratuito para sus destinatarios. Se accede a ellos a través del Centro de Salud Mental de cada distrito cuando la persona necesita un apoyo específico, con el fin de evitar el aislamiento o el riesgo de marginación y exclusión social. Los EASC son un complemento del tratamiento sanitario, un apoyo en el día a día de la persona y en su entorno cercano.
Seguimos a Toni Bertina hasta la casa de Carlos tras esta charla llena de vida y creencias internas con Guillermo. Toni, es educador social del EASC de Fuencarral, gestionado por Grupo 5, que actualmente cuenta con 32 personas atendidas. “Ahora conoceréis a Carlos. Veréis que el trato es igual que Guillermo: son personas excelentes”.
Toni entra en 2010 a formar parte de esta red de apoyo. Anteriormente trabajaba con Personas Sin Hogar y ese año se le presentó la oportunidad de conocer otro tipo de labor social. Aquí se sorprendió al ver que los procesos no eran regidos por plazos rígidos de cara a conseguir resultados en la vida de los destinatarios del servicio: la implementación de proyectos y objetivos en la vida de esas personas se iba estableciendo a lo largo del recorrido que seguía cada uno. La duración media de atención de este EASC con los usuarios es de tres años. Pero cada usuario y cada obstáculo son únicos, por eso, la intervención puede alargarse uno o siete años, según necesite el usuario y siempre respetando su ritmo. Lo importante es su crecimiento, su evolución, su mejora, su impulso…
Ayuda y apoyo son las palabras que definen su trabajo. Muchas de las personas usuarias de esta red encuentran dificultades para disfrutar de una vida autónoma, impidiendo que disfruten de una vida familiar o personal satisfactoria. El equipo intenta (y consigue a menudo) que la persona elabore su proyecto de vida con una buena dosis de motivación. “Cuando se habla de bienestar hay que aplicarlo”.
La necesidad de este tipo de servicio ha ido en aumento. Los EASC pasaron de un perfil de usuario sin concretar a un proceso de adaptación con un perfil muy definido. Los logros conseguidos y el beneficio evidente que aporta a los que disfrutan de este servicio, son las causas del aumento de la derivación de personas, que antes pasaban desapercibidas en algunos servicios de salud, ya que, a veces, las dificultades que sufren estas personas son muy discretas. El cambio ha sido tal, que los EASC cuentan con lista de espera.
Llegamos a una de las calles del Barrio del Pilar. Una de esas calles llenas de comercios con encanto. Y ese encanto se traslada a casa de Carlos.
El apoyo que brindan los EASC se realiza en el propio entorno doméstico, social y comunitario, lo cual facilita abordar las situaciones del día a día en su contexto, trabajando también la convivencia, dando apoyo a las familias, y aportando una orientación continua sobre los recursos comunitarios, sociales y económicos a los que pueden acceder. En definitiva, apoyar a la persona en la superación de sus dificultades y la construcción de su proyecto vital. “En nuestro caso lo habitual es que vivan en el domicilio familiar o propio y hagan uso de residencias y hospitales en momentos muy concretos, momentos en los que seguimos visitándolos. A todos les vemos al menos una vez a la semana”. Nos explica Toni.
Subimos al cuarto piso, allí nos espera Carlos con una sorpresa: su padre, un profesional de las mermeladas caseras, hobby que su hijo Carlos no ha compartido.
Nos sentamos en aquel saloncito con puertas nuevas. Carlos lleva seis meses con el EASC de Fuencarral y su vida ha sido alborotada positivamente. “Antes era más desastre y el equipo me ha ayudado a estructurarme y a organizarme”. Carlos se sienta en la esquina del sofá con las manos cruzadas y presta atención a todo lo que pasa. Lo más llamativo es su sonrisa tímida y el interés y escucha que pone en este diálogo. Mira a Toni y a su padre con una mirada serena y amistosa. “Me encanta la informática y los ordenadores. Estudié informática de gestión”. Otro de sus hobbies es salir al cine y el fútbol; es un fiel seguidor del Real Madrid.
La vida de Carlos ha mejorado en tan sólo medio año. El EASC le ha prestado herramientas que favorecen su higiene, su organización… En definitiva, su autonomía en el día a día. El padre de Carlos, un hombre mayor de espíritu joven y energía endémica, nos confiesa que al principio se encontró perdido en cómo debía ayudar a su hijo, en qué sería beneficioso para él. “Es difícil no ofrecer toda la ayuda que puedes a tu hijo, sin embargo, en ocasiones no resulta útil porque choca con la superación personal. Con el objetivo de no apartar a Carlos de su autonomía, estos profesionales se acercaron para orientarle y sumar más fuerza a la independencia de mi hijo”.
Toni reconoce la labor de las familias respecto al trabajo conjunto de los EASC. “La familia debe ser una muleta más en esta implicación hacia la mejora de los resultados”. Una familia facilitadora consigue una evolución más rápida. Y, en el caso de Carlos, la familia aportó solidez en el progreso.
La persona inicia un proceso de cambio liderado por ella misma en el que el EASC acompaña y marca unas guías de trabajo compartidas para conseguir los objetivos y paso a paso empezar a recuperar su propia vida, a conocer y usar el término “bienestar”.
serios y responsables
Hombre educador ejemplar, buena persona.