Reunirse en un espacio con distintos profesionales de la rehabilitación psicosocial para hablar del protagonismo de la persona en el ámbito de la salud mental es, siempre, enriquecedor.
El punto de unión de este encuentro es Sergio Guzmán, el primer terapeuta ocupacional trabajando por la salud mental en Cataluña. Alrededor de la mesa profesionales de la psicología, el trabajo social, la terapia ocupacional y la educación social de los centros de rehabilitación psicosocial, laboral y centro de día del distrito de Latina.
Sergio Guzmán nos pinta un cuadro con trazos gruesos sobre su larga experiencia. Una experiencia que resume con algo tan amplio y que hace volar la imaginación como “un proceso por descubrir”, y es que aclara “el ámbito de las personas es muy creativo”.
Sergio ha trabajado en hospitales psiquiátricos donde había una cultura muy “psiquiatrizada” de la salud mental. A los ocho meses quería dejar esta profesión porque todo era orden y mando, las personas estaban privadas de todo. Hombres y mujeres separados, todos con pijama… pautas de acción que no cuajaban con su forma de ver la profesión, la vida. En 1996 tuvo la oportunidad de conocer a través del Congreso Nacional de Terapia Ocupacional una experiencia internacional muy distinta, “por ejemplo en Tokio salían fuera de la institución a lavar coches, salían”.
Para él ser el primer terapeuta ocupacional en Cataluña trabajando por la salud mental tiene sus pros y sus contras. “Perdí hasta la identidad y el nombre. Llegaba un punto en el que te despersonalizaban como profesional”. Entró a trabajar en la Diputación de Barcelona, en el hospital psiquiátrico de la mancomunidad, un hospital muy grande, de 33 hectáreas de espacio con una capacidad de más de 800 plazas. Se trataba de una réplica de un hospital de Alemania.
En este momento encontró varios profesionales que querían cambiar la perspectiva de la salud mental, esa mirada unidireccional desde el profesional. Compartió gran tiempo con la psiquiatra Del Valle que entiende que la psiquiatría no sólo es dar medicación, sino que hay que comprender a la persona en este contexto de la enfermedad. “Si sólo le podemos hablar a la persona de lo que no puede hacer, de los síntomas y demás, tampoco hacemos nada”.
“Nosotros empezamos con una unidad de 30 personas en hospitalización”. Comenzaron a establecer espacios de negociación con las personas, a cambiar las normas, a hacer asambleas… Tuvieron procesos de inclusión muy interesantes y este sería el primer paso en la materialización de esta nueva forma de hacer. Y es que el hospital debe ser un proceso transitorio hacia la comunidad, hacia proyectos de vida.
Sergio continuaba exponiendo su labor en Cataluña y fue en este punto en el que planteó los tres temas sobre los que asistentes a este encuentro más debatieron. Por un lado las diferencias que pueden surgir al ser distintos planteamientos de organización estructural en cuanto a las instituciones en Cataluña y la Comunidad de Madrid. Sergio nos comentó que en su comunidad el tema de salud mental se trata se plantea desde sanidad, mientras que en Madrid es un modelo conjunto entre sanidad y servicios sociales. Esto no implica que uno sea mejor que el otro, sino diferentes. Lo que deben contener ambos es la preocupación en la persona y en la reconstrucción de proyectos de vida, siempre integrando el bienestar de salud de la persona, pero también el social y la inclusión comunitaria.
Guzmán comentó que por estar en ámbito sanitario no hacen actividades sino tratamientos. Tienen que tener una base teórica e instrumentos de medición, algo a lo que lo social no está acostumbrado y que sí podría ser un factor de mejora para el sector social, como una unidad de puesta en valor de estas profesiones y por supuesto como una observación válida cuantitativamente de los cambios de la persona. “Nosotros siempre generamos espacios de impacto de programa cada vez que empezamos un programa. Evidenciamos el qué de tres maneras: escalas o test, con narrativa de las personas, y desde el contexto del programa”.
Otro de los puntos básicos de la jornada fue los cambios que introdujeron poco a poco que tienen que ver con el pilar de la reunión: el protagonismo de la persona. De esta manera comenzaron a establecer normas, espacios de negociación, marcar temporalidades… “Todos los proyectos que abrimos tienen una temporalidad más allá de la institución, porque si a una persona se la da el alta pierden la oportunidad de estar en el programa. Por eso funcionamos mediante convenios renovables”.
Así por ejemplo trabajan en proyectos con animales, haciendo un proceso intermedio de adopción de gatos o en un programa de envejecimiento activo. Se trata de personas mayores voluntarias que con su potencial puedan enseñar a otras personas.
Y finalmente tratamos las herramientas. Algo que preocupa y ocupa a los profesionales. Dotarse de herramientas que les haga mejorar su intervención. Sergio estableció como herramientas básicas la relación terapéutica, la relación de ayuda, y el equipo. Sobre la primera “hay formaciones muy buenas, lo que pasa es que la formación no interiorizada o no puesta en marcha, es complicada. A veces se empatiza más y otras menos, pero tenemos que saber cuáles son los límites”.
Sobre el equipo Guzmán tiene algo muy claro: “Todo el que esté en un equipo está para aportar, para restar ya nos ha restado la historia”. Por eso considera importante trabajar el perfil del profesional, ya que no todos los perfiles son aptos para la rehabilitación psicosocial, al igual, exponía como ejemplo, que no todos los perfiles son válidos para un quirófano.
Abrir las fronteras, los límites que nos ponemos los profesionales mirando hacia dentro de lo que tenemos y hacemos; levantar la vista para observar que se hace más allá de Madrid nos hace crecer. El próximo paso, la visita in situ, para nutrirnos aún más del conocimiento y las experiencias de otros y otras.
Ana Lozano Cámbara Periodista Grupo 5