Las dimensiones que afectan al desarrollo vital de los seres humanos y a los dominios de la salud mental son de carácter complejo y, además, están conformadas por elementos en continuo movimiento.
Los problemas de salud mental y el malestar en la vida cotidiana están relacionados con privación y, además, se correlacionan con la pobreza, la desigualdad y con otros indicadores sanitarios, sociales y económicos. Por lo tanto, el bienestar de las poblaciones se fundamenta en la promoción de dimensiones tal relevantes como la paz, la educación, la vivienda, la alimentación, la renta, un ecosistema estable, la justicia social y la equidad (World Health Organization, 2011,2017,2020,2023), (OMS, 2012), (OIT, 2007), (Tezanos, 2001), (Martínez García, 2013), (ONU, 1986). Todas ellas están configuradas por elementos que están implícitos en los Derechos Humanos reconocidos internacionalmente y que, además, los países deben de gestionar en sus políticas públicas, luchando contra su vulneración y garantizando su disfrute en la vida diaria de sus poblaciones. Es una responsabilidad y compromiso que asumimos individual y colectivamente y que, además, vincula a todas las organizaciones públicas y privadas.
Jornada Los malestares sociales. Día 17 de octubre
En primer lugar, tenemos que partir del hecho de que nuestra vida cotidiana está absorbiendo pequeños elementos derivados de un cambio radial en los paradigmas humanos vinculados con la globalización, la infoxicación, la extrema demanda de la cognición social y la revolución tecnológica. Los grandes logros sociales del siglo XX están en una situación global de alto riesgo. Así, vemos como las expectativas asociadas a los Derechos Fundamentales de los seres humanos, los valores de los Estados democráticos, las recomendaciones internacionales en materia de salud, educación y trabajo para toda la población (ONU, OMS, OIT) están en grave riesgo para muchas personas y, para otras, están fuera de su alcance real.
Actualmente, nos topamos de frente con la inestabilidad del sistema y concluimos la existencia de una configuración de las estructuras sociales con inesperados focos de vulnerabilidad y cronicidad de otros que han derivado en una importante crisis de los estados de bienestar Así, el tipo de sociedad actual no va a favorecer el bienestar de aquella ciudadanía que de base, ha estado excluida o en riesgo de exclusión de los estados del bienestar (mayores, mujeres, personas que migran, etc.).
Sabemos que existen unas estrechas relaciones entre las necesidades vitales humanas, los instintos para cubrirlas, la determinación de las diversas actuaciones diarias para gestionarlas, las características de los entornos sociales de referencia y la conformación de las barreras o facilitadores para el disfrute de los derechos humanos. Estas correlaciones marcan los niveles de potenciación o inhibición de la actividad de los seres humanos, los procesos de inclusión y de exclusión y, además, están en relación directa con la demanda-oferta para favorecer y potenciar unas u otras actividades de la vida diaria y su atención por parte de las diferentes organizaciones públicas y privadas.
Así, al analizar estas relaciones entramos en un concepto económico del bienestar y malestar humano desde los criterios de salud, bienestar, justicia social y que van a estar mediatizadas por los recursos del entorno, por las oportunidades y por el tipo de bienes, productos y servicios sociales y sanitarios ofertados que las limitan o garantizan. Estos procesos configuran los modelos de práctica de la atención a las personas y los modelos de cuidados que configuramos en las sociedades contemporáneas.
Programa jornada los malestares sociales. 17 de octubre
Partiendo de estas premisas, afirmamos que el tipo de desarrollo vital y los niveles de satisfacción de dimensiones para la calidad de vida no se distribuyen de manera aleatoria, sino que son factores que están asociados a la posición en los mapas de origen de cada persona y a la configuración de movimientos en dicho mapa a través del número, tipo y gestión de oportunidades a lo largo de la trayectoria vital. Así, las personas transitan en su vida por “lugares” y por “no lugares” que van a determinar los niveles de inclusión/exclusión, bienestar/malestar, felicidad/sufrimiento (Augé, 2003). Como se construyen los espacios y lugares sociales determinan los niveles de desigualdad que, en cualquiera de los casos, se fundamenta en cuestiones de carácter ilegitimo y fundamentadas en criterios estructurales de injusticia social. Estos son elementos claves de vulneración de los derechos humanos que, por principios éticos, todas las personas tendríamos que disfrutar y que, además, deberían implicar su más alta protección y medidas de discriminación positiva para las personas que viven situaciones vulnerabilidad y de riesgo.
Así, múltiples organizaciones internacionales y locales demandan la necesidad de invertir en proyectos sociales que garanticen bienes, productos y servicios destinados a cubrir las complejas dimensiones para la calidad de vida. Estas dinámicas están produciendo una fuerte influencia en las dinámicas del mercado social y sanitario, en la proyección de las entidades gestoras y en el posicionamiento de los profesionales vinculados de las diferentes disciplinas sociosanitarias. En este complejo escenario de demanda-oferta es fundamental desarrollar el liderazgos y la innovación para ofertar nuevas formas para cuidarnos y para cuidar basados en las buenas prácticas. Esas que se centran en el principio de hacer el bien y evidenciar los efectos hacia los diversos grupos de interés. .
Sin embargo, es necesario establecer algunos procesos reflexivos sobre cómo se están desarrollando los nuevos modelos y procesos de actuación. También sobre el tipo de diseño de bienes, productos y servicios y sobre las formas de contextualización de estos en “los lugares” o “no lugares” en los transitan los protagonistas sociales. Tenemos que definir si están dando respuesta a las personas que sufren malestares graves en su vida diaria y si realmente disponemos de sistemas de medición del impacto que producen nuestra prácticas.
Por lo tanto, concluimos y afrontamos para el futuro del siglo XXI la necesidad de diseñar nuevas líneas estratégicas en el diseño de bienes, productos y servicios que garanticen el desarrollo vital de cada una de personas y de las poblaciones, centrando los impactos hacia la construcción del bienestar, prevención del malestar y procesos de recuperación que permitan la garantía de los derechos humanos y de ciudanía. Se necesita, por lo tanto, innovación, desarrollo e investigación sobre la construcción del bienestar humano.
Queria saber si esta jornada se puede seguir on line
Hola Marijose.
Esta jornada no se puede seguir online, estará disponible en vídeo más adelante.
un saludo,