Homosexualidad y servicios sociales en la vejez

Por María Perulero - Educadora Residencia Manuel Gómez - Latina
27 junio 2019

El 28 de junio se celebra el día Internacional del Orgullo LGTBI, día en el que se conmemoran los disturbios de Stonewall (Nueva York, Estados Unidos) ocurridos en 1969, y que marcaron el inicio del movimiento de liberación homosexual.

Tras los disturbios, los gais y lesbianas de Nueva York empezaron a formar una comunidad cohesionada. A los seis meses, ya se habían creado dos organizaciones de activistas homosexuales en Nueva York con el objeto de realizar protestas y reivindicaciones.

El fundamento del Orgullo LGTBI se basa en que nadie debe avergonzarse de lo que es, sea cual sea su sexo, orientación, identidad o rol de género.

Las orientaciones e identidades sexuales han sido catalogadas durante mucho tiempo como enfermedades mentales. Incluso siguen siéndolo hoy en muchos países y para muchas instituciones. Sirvan como ejemplo de ese estigma las pseudoterapias que continúa ofreciendo la Iglesia. De hecho, hasta junio del año pasado la transexualidad estaba considerada como un trastorno mental por parte de la OMS (Organización Mundial de la Salud).

Uno de los colectivos más vulnerables que acuden a los Servicios Sociales es el colectivo de personas mayores. Uno los problemas más graves de este colectivo es la soledad, ya que la mayoría no han tenido descendencia, o bien han sido repudiados por su propia familia.
Las personas gais, lesbianas, bisexuales, transexuales o intersexuales se enfrentan diariamente a prejuicios y formas sutiles y no tan sutiles de discriminación; pueden sentir temor a ser rechazadas a la hora de acudir a centros especializados de atención a la ancianidad, a los servicios sociales o a los sanitarios.

La población LGTBI de mayores de 50 años vive en un estado de mayor aislamiento de redes sociales, asociativas y comunitarias, y constituye un grupo especialmente vulnerable a la exclusión y a la discriminación. Un grupo, además, que ha conocido toda la crudeza del estigma y la persecución preconstitucionales. Es importante reflexionar, a partir de este dato de participación por edades, sobre lo que puede estar pasando con las personas mayores LGTBI, un sector muy desconocido y olvidado sobre el que no se ha realizado estudio o informe alguno y que, por su pasado fuertemente estigmatizado están más alejadas de las asociaciones y de la posibilidad real de hacer valer sus derechos.

Los mayores LGTBI van a sufrir la invisibilidad de la homosexualidad de manera particularmente virulenta, pues si se presupone que todo el mundo es heterosexual, ellos más. Esta invisibilidad puede afectar seriamente a su salud y a su bienestar físico y mental. Las personas mayores dependen de los servicios públicos en mucha mayor medida que los jóvenes. Necesitan de los servicios públicos para cuidar de su salud, para requerir asistencia médica o social. Son mucho más dependientes que los jóvenes de instituciones fuertemente invisibilizadoras de la heterosexualidad. El miedo a la discriminación, al estigma o al maltrato puede reforzar el sentimiento de aislamiento y conducir a algunas personas a no requerir de determinados servicios que podrían necesitar, y cuya ausencia afectará gravemente a su calidad de vida y pueden ponerles en riesgo de muerte.

Especialmente grave es el caso de las personas transgénero y transexuales cuyo cuerpo no concuerde con el género adoptado por esta persona. Esta persona en caso de tener que acudir a un hospital o a una residencia de mayores en la que tenga que recibir cuidados físicos puede sufrir de importantes episodios de transfobia. Lo más probable es que estas personas, paralizadas por el miedo, no acudan a residencias o retrasen en lo posible operaciones importantes antes que verse sometidos al maltrato y a la humillación, o aun peor, antes de que se les obligue, en la vejez, a adoptar el rol social que coincide con su cuerpo biológico de nacimiento y que han rechazado toda su vida.

El matrimonio entre parejas mayores del mismo sexo es algo más que para las parejas de distinto sexo. En primer lugar, se trata de una institución que estaba vetada hasta 2005 en España, en segundo lugar, se percibe como un logro, una conquista tras años de lucha, en tercer lugar, supone un reconocimiento público a situaciones que antes debían ocultarse.

Después de leer un trabajo de investigación, realizado por Marina García Albertos, denominado Vejez y homosexualidad (2006), en el que realiza una exhaustiva investigación sobre la homosexualidad, aclarando términos, y cómo ha ido evolucionando durante la historia el colectivo LGTBI, en España, además de las entrevistas realizadas a personas de entre 44 y 80 años, me ha creado la necesidad de hablar en primera persona como miembro de este colectivo y dentro de una edad en la que no tengo necesidad de tener que acceder a algunos recursos destinados a personas mayores.

No debemos perder de vista ni un solo momento, que esas personas que ahora son o deberían ser usuarios de recursos específicos son los que en su día dieron el primer paso al frente para iniciar una lucha por todos los derechos que hoy los de mi generación podemos disfrutar, desde la despenalización hasta la ley de matrimonio igualitario (2005). Y hoy en día vuelven a sufrir discriminación, al no tener el mismo trato en residencias o recursos similares, sentirse vulnerables por partida doble ante las instituciones, públicas o privadas. Esas personas, nuestros mayores, que, con un coste físico, emocional, laboral y familiar, rompieron barreras, allanaron el camino y destrozaron “armarios”, sienten como nuevamente, después de tantos años, de tanta lucha, se les invisibiliza, se les aparta, se les ignora, se les niega el derecho a ser quienes son. Las personas que nos dedicamos a lo social tenemos la obligación, profesional y moral, de acabar con esta situación de vulnerabilidad. Realizar un trabajo de autocrítica, y que ninguna persona mayor con necesidades de unos recursos, tenga la más mínima duda de acudir a ellos porque tengan de nuevo ese miedo de ser rechazados y/o juzgados. Se lo debemos.

4 Replies to “Homosexualidad y servicios sociales en la vejez”

  1. víctor dice:

    Excelente artículo, María. Felicidades.

  2. María, muchas gracias por tu reflexión, muy interesante, la verdad. Y aunque en los tiempos en los que estamos no deberíamos decirlo me temo que también tenemos que decirlo: muchas gracias también por tu testimonio. Nadie debería avergonzarse por escribir una entrada abierta como la tuya pero la realidad es otra y tiene mucho mérito.

    Como bien dices la población mayor homosexual entre todos sus problemas tiene dos muy claros. Uno es el estigma propio derivado de su edad, que deriva en discriminación, estigma, maltrato, humillación. Y si son personas homosexuales doble discriminación, doble estigma, doble maltrato y doble humillación.

    Personalmente creo que la defensa de colectivos minoritarios en la sociedad como los mayores homosexuales debe hacerse de frente, como haces tú, defendiendo una dignidad universal y no exigiendo derechos basados en cuotas de colectivos que pueden derivar en argumentos demagógicos, ideológicos y que acaban en debates que no favorecen nada a las personas a las que tenemos una obligación moral que defender. Es un orgullo poder contar en Grupo 5 con personas tan valientes como tú.

  3. Antonio Cortines dice:

    Excelente, María. Una forma brillante de exponer que los dificultades personales no residen tan sólo en las personas, sino más bien se ubican en el entramado social, institucional, ideológico de las relaciones.

    Un abrazo.

  4. Jess dice:

    Claro y contundente, enhorabuena! Me ha encantado

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