Salud mental: una prioridad de nuevo

Por Miguel Simón - Director de Innovación y Relaciones Institucionales de Grupo 5
8 octubre 2020
El día 10 de octubre celebramos el Día Mundial de la Salud Mental. El lema elegido este año por la Confederación Salud Mental España, por votación popular, es: “Salud Mental y Bienestar, una prioridad global”.

Es difícil sustraerse este año al impacto que la pandemia de la Covid-19 ha tenido en la salud mental. En primer lugar, porque parece más que demostrado que las situaciones de duelo, miedo, inseguridad, pérdida de ingresos y aislamiento derivados de la situación de alarma y confinamiento han tenido un efecto en el incremento de los problemas de salud mental. La Cátedra UCM- Grupo 5 Contra el Estigma ha puesto de manifiesto esta situación mediante un estudio longitudinal en tres oleadas, en el que destaca los importantes efectos psicológicos que esta situación ha tenido en el aumento de la sintomatología depresiva, el estrés postraumático, la ansiedad, la soledad y la percepción de soledad.

En el caso de las personas que ya padecían un trastorno mental, especialmente los más graves y duraderos, esta situación ha venido a agravar determinados síntomas ante el incremento de su situación de vulnerabilidad, la pérdida de los mecanismos de apoyo y en muchos casos, las situaciones de aislamiento a las que se han visto sometidas. Determinados estudios ponen también de manifiesto su espacial vulnerabilidad para ser afectados por la Covid-19.

Este incremento de los trastornos relacionados con la salud mental ha ido paralelo, de manera paradójica, con la disminución de la atención prestada y del acceso a los servicios. Un estudio de la OMS realizado en 130 países indica que en el 60% de los países del mundo se ha producido una paralización de los servicios esenciales destinados a las personas con problemas de salud mental, afectando en algunos casos a los servicios de emergencia (35%) o al acceso a los medicamentos (30%). La respuesta ofrecida, adoptando la telemedicina o la teleterapia para paliar estas carencias, no ha hecho más que poner de manifiesto las desigualdades existentes entre territorios y grupos de población en función de su capacidad económica, educativa y lugar de residencia.

Según este estudio, solo el 17% de los países han destinado financiación adicional para sufragar estas actividades, por lo que la pandemia ha venido a agravar la persistente falta de inversión en salud mental realizada por los sistemas sanitarios y sociales públicos. Así lo reclama la OMS, quien exige este año como elemento central de su campaña, la necesidad de inversión en salud mental para hacer frente al aumento de la demanda en materia de salud mental que se presentará en los próximos años.

Ante este escenario, la atención a la salud mental debería convertirse en una prioridad. Es necesario incrementar la inversión en salud mental, especialmente en aquellos servicios destinados a las personas con trastornos mentales más graves y duraderos. Y es necesario también repensar los servicios y generar alternativas a la atención ante esta nueva situación. Ambos elementos pensamos que deben ir de la mano. Creemos que la mejor forma de hacerlo es partir de los datos para llegar a una adecuada planificación de las necesidades.
Por eso, en Grupo 5 estamos finalizando un estudio sobre el impacto de la Covid-19 en una muestra de 700 personas con trastorno mental grave en el que hemos analizado los efectos de la situación de pandemia en ellos y sus familias, las necesidades derivadas de la misma y la forma en que han percibido la atención que se les ha proporcionado durante este tiempo.

La incertidumbre asociada a la evolución de la pandemia, la consecuente inseguridad implantada en la sociedad y especialmente, sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas perdurarán durante mucho tiempo, lo que nos obliga a lanzar propuestas para la mejora y la adaptación de los servicios ante el tiempo que se avecina.

Urge más que nunca el apoyo a las redes familiares y de cuidado agotadas, el incremento del apoyo social, la potenciación de la atención comunitaria y a domicilio, la implantación de programas efectivos de prevención del suicidio. Debemos prestar una mayor atención a la identificación de los factores de riesgo, como la comorbilidad somática desatendida, el deterioro cognitivo, a veces no identificado y mucho menos cubierto y el aumento de sintomatología negativa, entre otros asuntos que la pandemia no ha hecho más que exacerbar.

Y creemos que es importante lanzar también una mirada ética sobre la atención que las personas con trastorno mental están recibiendo durante este tiempo. La necesidad de primar la salud y la seguridad ante el riesgo de contagio han propiciado el aislamiento de los servicios, la eliminación de la mayor parte de las actividades de integración y participación (con un impacto considerable en servicios como los de rehabilitación e integración laboral) y puede llegar a amenazar en algunos casos al mantenimiento de principios básicos como la individualización y el fomento de la autonomía, bases de una atención comunitaria y centrada en la persona.

Ante la celebración del Día Mundial de la Salud Mental, cuyos actos comienzan hoy, queremos reafirmar el compromiso de Grupo 5 con estos principios y con la mejora de los servicios de salud mental, con propuestas que vengan de la mano de las propias personas con enfermedad mental y de sus familias y del compromiso y buen hacer de nuestros profesionales, que han demostrado ser imprescindibles para superar este tiempo duro.

Un comentario en “Salud mental: una prioridad de nuevo”

  1. Guillermo Bell dice:

    Estoy totalmente de acuerdo. Desgraciadamente la salud mental nunca ha sido, ni es, una prioridad en la política española. Es muy políticamente correcto que nos dediquemos a pensar en agendas 2030, en anticiparnos a problemas que van a surgir en dos, cinco o diez años. Pero donde debe centrarse la inversión pública es en problemas reales actuales que afectan hoy a la calidad de vida de millones de personas como este. Las empresas tenemos la responsabilidad social de promover y financiar más estudios que aporten datos objetivos y evidencias en la línea expuesta por Miguel en esta entrada. Solo así conseguiremos movilizar a los gobiernos central y autonómicos en esta línea. Y mientras tanto todos (ciudadanos, empresas, tercer sector) tenemos la obligación moral de seguir levantando la voz para ayudar a hacer visible esta realidad.

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