Los Quijotes que se merecen las personas sin hogar

Por Cruz Fernández Heres - Trabajadora social y Coordinadora del albergue de Avilés
16 mayo 2019

A nadie le puede sorprender la afirmación de que el mundo en el que vivimos no es justo; convivimos y vemos a diario cientos de situaciones de injusticia que nos afectan en mayor o menor medida. A día de hoy en España, miles de personas viven en la calle. Esta es una de esas injusticias en la que hoy me quiero centrar.

Creo que todos hemos podido ver personas durmiendo en soportales, cajeros, bancos del parque… muchas veces con verdaderas habitaciones montadas para pasar la noche. Y, también creo que a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad puede dolerle esta situación. ¿Qué se puede sentir al tener como cama un cartón? ¿Qué se puede sentir cuando todas tus cosas caben en un par de bolsas de plástico o un carro de la compra? Precisamente por lo fuerte de esta realidad estoy segura de que es muy fácil que se despierten conciencias y corazones que quieran ayudar a cambiar esta situación.

Creo en la nobleza del ser humano y en su capacidad de reaccionar ante lo que genere dolor, y ver vivir a alguien en la calle, genera dolor. Hasta aquí más o menos bien. ¿Dónde veo yo el problema? Siempre me he sentido como una persona luchadora y con ganas, entusiasmo, deseos de mejorar este mundo, siempre pensando en las personas más desfavorecidas y empatizando con ellas. Creo que eso fue lo que me llevo a estudiar Trabajo Social hace 30 años. Aun así me llevó tiempo entender que con querer cambiar el mundo no basta, con que nos duelan las situaciones que vemos no basta, con querer ayudar desde la buena intención no basta.

Después de 25 años trabajando con personas sin hogar…verdaderamente creo que es en lo único que sé trabajar. Me he formado y he crecido acompañando a personas a las que la vida por muchas razones diferentes les llevó a vivir en la calle, a sentirse excluidos, marginados, casi a no ser vistos. Durante todo este tiempo he podido trabajar con personas que querían ayudar y poner su granito de arena en la situación que les generaba dolor. Todas estas personas opinaban que su entusiasmo, sus ganas y su buena intención tenían un límite y si todas esas ganas y buenas intenciones no están enmarcadas en una intervención profesional, la cosa se queda en “paños calientes”, que alivian pero no curan. Es más, si somos sinceros y miramos nuestras propias vidas, es lo que pedimos en nuestro día a día:

Yo pido profesionalidad cuando acudo al médico, al juzgado, cuando pienso en la educación de mi hijo. Pido que la profesora que lo atienda tenga una metodología, un plan de estudios enmarcado que responda a unos objetivos de un centro, que sepa detectar si algo no va correctamente, que sepa con quién y cómo actuar en cada momento… Y si no hace todo esto, pido que su superior, el equipo con el que trabaja y el centro sepan detectar y cortar la situación.

Sinceramente creo que esta es la manera de funcionar trasladándolo a todos los ámbitos. Si cada uno pone sobre la mesa su profesionalidad, su técnica o su conocimiento, si uno trabaja mas allá de sus buenas intenciones de su gran corazón y de sus ganas de cambiar el mundo o de volverse un Quijote de la vida, las cosas irán adelante con mejor o peor resultado, pero siempre sabiendo a dónde se va, para qué y con posibilidad de revisar o cambiar aquello que es mejorable. Yo creo en los Quijotes de la vida, pero me atrevo a decir que detrás de los verdaderos Quijotes hay personas que se han formado y preparado y que aplican todo su conocimiento en cambiar aquella situación a la que se enfrentan.

Si lo concretamos en las personas sin hogar, he oído cientos de veces expresiones como «hay que ayudar a los pobres», «son los más excluidos por lo menos que coman», «vamos a abrir un centro para que estén»… No dudo que enmarcadas en muchas «buenas intenciones» pero sin poner sobre la mesa cuestiones como: ¿Desde dónde se hace?, ¿a qué necesidades responde?, ¿quién interviene ya en esta realidad?, ¿con qué metodología lo haremos?, ¿cómo lo revisaremos?

La inclusión de las personas, el disfrute de los derechos y de lo deberes de cada uno de nosotros y de las personas a las que acompañamos es lo suficientemente importante como para que se ponga en ello toda el alma, sí, pero sobre todo el conocimiento y la profesionalidad. Si todo el empeño que se quiere poner es real en algún momento se termina acudiendo a la parte profesional para poder dar pasos en lo que a la resolución del problema se refiere. Si ese momento no llega, o lo evitamos o lo condicionamos, creo que estaríamos en un caso en el que la persona haría las cosas más por su propio ego que por un verdadero interés de cambiar una situación.

Firmemente creo que los verdaderos Quijotes que quieren cambiar el mundo no funcionan por impulsos, buenas intenciones, ganas o por puños. Antes han preparado su conocimiento, su armadura, su caballo y salen al galope para enfrentarse contra todo aquello que desean cambiar.

Las personas sin hogar merecen este tipo de Quijotes, no otros.

4 Replies to “Los Quijotes que se merecen las personas sin hogar”

  1. Muchas gracias por tu entrada, Cruz. Me ha encantado. Eres capaz de combinar el mensaje de la necesidad de idealismo en la atención a personas sin hogar con la necesidad de profesionalismo. Ser soñadores, ilusos, idealistas, corteses, generosos, perseverantes (como Don Quijote) y a la vez dar un trato profesional (como hacemos en Grupo 5). No son cosas incompatibles. Ojalá todo el mundo lo viera igual. Pero siempre es fundamental la defensa de la inclusión y la defensa de derechos y deberes de los colectivos vulnerables a los que atendemos.

  2. Cruz Fernandez Heres dice:

    Muchas gracias Guillermo… disculpa el retraso en contestarte, tardé en verte… Gracias por tus palabras, a ti y a todos mis compañeros de los que hasta ahora solo he recibido una grata acogida… Trabajar en Grupo 5 está siendo para mí todo un mundo de descubrimientos hasta ahora gratos. Viniendo del mundo que vengo no dejo de sorprenderme y de momento la sorpresa es positiva. Acompañar a personas sin hogar ha sido siempre para mí, además de un trabajo una escuela… donde se aprenden cosas que en ningún otro lado se pueden aprender. Te cuestionas, te enfadas con el mundo, te desanimas, te animas… y aprendes a ver en cada persona lo mejor y lo peor… y aun así, optas por seguir insistiendo en que cada persona, sea cual sea su realidad… es por encima de todo y ante todo eso, PERSONA, lo único incuestionable. No me lío más que solo quería agradecerte de verdad, que te hubieras parado a leer el escrito y sobre todo a contestarme… Un gustazo… y a seguir. Un saludo Guillermo.

  3. Isabel dice:

    Cruciii, preciosas letras que no dicen más que verdades como puños. De verdad, doy fe de que tienes una buena armadura y así lo demuestras cada día, mostrándonos con tu ejemplo cómo ir forjando la nuestra. Sólo decirte ¡¡¡GRACIAS!!!

  4. Cruz Fernandez Heres dice:

    Gracias Isabel… tú sabes que el trabajo esta más de la mitad hecho si el equipo funciona… y también sabes que con personas como tú el equipo va o va… La veces que te habré dicho que te admiro y que me cuestiono continuamente viéndote trabajar Isabel!!! Por muchos años así… tratando de mejorar este mundo un poco loco… las Gracias… a ti también claro que sí.

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