Qué necesario es aprender a VER además de a MIRAR.
Cada vez que vemos una persona en situación de Sin Hogar no nos paramos a mirar más allá, o a pensar que hay detrás de lo que vemos a primera vista. Nos perdemos el contenido y solo nos quedamos con el envoltorio. Y como si de un regalo se tratara, nos perdemos lo más valioso.
Nos enseñan que “lo normal” es lo que conocemos, lo que se ajusta a nuestros parámetros, esos que como sociedad entendemos como habituales, lo que la propia sociedad permite que sea: unos hábitos, unas actitudes, una forma de expresarse, de caminar, de vestir… Incluso de sentir acorde a lo que se entiende por “normal”. Pero si una persona se aleja de esos parámetros o no los vive de la misma manera, la propia sociedad lo aparta, lo aísla, se convierte en la oveja negra vista como no válida. Y entonces ahí aparecen los prejuicios, etiquetas y estereotipos que nos separan. Y aparece el sufrimiento, la injusticia… Ahí comenzamos a perdernos unos a otros y comenzamos a vivir por grupos, apartando, dejando fuera a aquel que creemos diferente.
El problema es que a ese que parece diferente, terminamos creyendo que no vale, no aporta, no es. Pero tiene una historia, unas vivencias que casi seguro le han llevado a donde está. Las cosas no pasan por casualidad, siempre suele haber una causa y eso solemos pasarlo por alto y por tanto, nos perdemos la verdad, a nivel individual y también como sociedad.
Después de muchos años de trabajo con personas en situación de Sin Hogar, podemos decir que intervenir con estas personas enriquece en todos los sentidos. Si te paras un poco, si el día a día te permite y tú mismo te atreves a ir más allá de esa primera acogida, comienzas a ver muchas cosas que a simple vista no se ven. Te encuentras con el hombre o mujer que ha sufrido o que lleva sufriendo muchos años, que viene de una separación, un tiempo largo de desempleo, pérdidas familiares que no ha podido asumir, problemas de salud con los que ni ellos ni sus familias han podido, malas decisiones, mala suerte, incluso un carácter especial o difícil de llevar. Pero sea lo sea, algo explica que hoy se vean viviendo en la calle.
Una de las cosas que más nos sorprende y que para el equipo es señal de lo que la sociedad se pierde al dejar de lado a quienes consideramos “raros”, “diferentes”, e incluso “peligrosos” es la cantidad de habilidades personales que están ahí esperando a ser vistas o a tener la oportunidad de realizarse. Esas cualidades que como personas todos tenemos y que no desaparecen en situaciones de crisis: pintar, trabajar la madrea, tallar, coser, e incluso verdaderos profesionales ocultos detrás de una historia que tal vez quisieran olvidar. Y sin dejar de lado la sensibilidad, honestidad, lealtad, nobleza y la autenticidad que esa historia de sufrimiento no ha podido anular y que a la mínima que encuentra posibilidad, aflora.
En realidad, no es nada que no seamos cada uno de nosotros: personas con capacidades y cualidades a la espera de existir.
A veces me pregunto, ¿qué pasaría si enfocáramos nuestro trabajo con este colectivo desde ahí?, ¿desde lo que aún pueden hacer y no desde lo que han perdido o dejado por el camino? Creemos francamente, que las cosas serían diferentes.
Eso supondría ver al otro desde sus posibilidades, desde lo que aún ES y no desde lo que primero me diga su ropa, su gesto, sus enseres, o en definitiva, su historia.
Nuestra meta sería que cada encuentro entre personas se basara en lo que aún pueden ser y no en lo que han sido. Cuántas cosas nos estaremos perdiendo por no saber VER. Además de mirar.
Y para aprender a VER compartimos historias basadas en hechos reales. Muy reales:
Miguel
Emilio:
Sastia:
Muchas felicidades a l@s compañer@s de Avilés por esta iniciativa y por aportar este texto tan interesante y que invita a la reflexión sobre el colectivo de personas sin hogar. Se aprecia sensibilidad y una mirada que supera el estigma y los prejuicios, de personas que se han preocupado de ver más allá de la simple apariencia, un comportamiento, una imagen. Los que tenemos experiencia en intervenir con las personas sin hogar podemos apreciar cada día todas sus potencialidades, cualidades y capacidades, personas con expectativas, ilusiones y que se esfuerzan cada día para superarse, volver a incorporarse dentro del sistema, integrarse y volver a ser visibles para la sociedad.
De nuevo, muchas felicidades y gracias por la aportación.