Mujeres supervivientes

8 marzo 2012
“Lejos de ser, únicamente, víctimas de esta lacra social, por todo lo que supone, las mujeres que sufren violencia sexual son auténticas supervivientes. Son lecciones andantes de coraje y fuerza. La labor de las y los profesionales es reflejar esto como un espejo para que ellas sean capaces de verlo, sentirlo y creérselo”.

El café queda posado en la mesa. Cinco personas se disponen a sentarse alrededor de esta. El objetivo: conocer la violencia sexual y la violencia de género.

Esta vez Ángel Carballo, del departamento de tecnología de Grupo 5, y Yolanda González, coordinadora de servicio de operación y gestión de ASEM G5, son las protagonistas que hoy están dispuestas a conocer detalles sobre este tema. Para esta instrucción nos acompaña Sonia Cruz, profesional de Aspacia, experta en violencia sexual y violencia de género. Nosotras nos volvemos a poner en el papel de observadoras para escuchar – y por supuesto aprender- sobre el tema que vamos a abordar.

“A pesar de que la violencia sexual contra las mujeres es una de las manifestaciones más graves de la violencia de género, la Ley integral 1/2004 contra la Violencia de Género no la incluye como tal, en los casos en los que no haya existido una relación sentimental. Una mujer agredida por su monitor del gimnasio, un masajista o un conocido reciente, no tendrá acceso al título de víctima de violencia de género y por ende a sus derechos.

La sociedad como primera fase diferencial

“La violencia de género no tiene que ver con el perfil cultural socioeconómico que tienes, sino con la educación que recibes en función de si naces hombre o mujer. Una diferencia cargada de desigualdad, en la que, finalmente, el hombre obtiene una posición privilegiada, con un reconocimiento social y una legitimación para establecer las reglas del juego frente a la mujer, que es infravalorada y limitada en sus oportunidades. Vivimos en una sociedad patriarcal y en ella todas y todos hemos sido educadas/os de forma sesgada. La violencia de género es la punta del iceberg y es el resultado de esta educación patriarcal.

Sonia nos afirma que puede haber personas que piensen que el componente  biológico y genético es el máximo determinante de una mayor conducta violenta de los hombres frente a la de las mujeres. Sin embargo, lo más condicionante en el desarrollo de la violencia es el entorno  que hayas tenido desde tu crecimiento, las experiencias vividas en función de tu condición de hombre o mujer.

Revisando  la violencia sexual de género

“Generalmente las mujeres que han sufrido violencia sexual, refieren sentirse más cómodas en las primeras atenciones con una profesional que sea también una mujer, sobre todo cuando la agresión sexual está reciente, esto es entendible. Sin embargo, incorporar la figura profesional masculina como figura alternativa al modelo violento, podría ser interesante en una fase más avanzada de la intervención, y siempre que la mujer no demande lo contrario”.

La invisibilidad, la falta de especialización profesional y las características de los procedimientos  judiciales, dejan este tipo de violencia de género sosteniéndose sobre  una sola pierna.

Como hemos introducido en un primer momento, la violencia de género (en el ámbito de la pareja) y la violencia sexual (fuera de este marco afectivo) tienen procedimientos diferentes a la hora de entrar en el ámbito jurídico legal. Una denuncia por violencia sexual, si no es en el ámbito de una relación de pareja, es investigada por un juzgado de instrucción. Si hay indicios de la existencia de delito, el caso se enjuiciaría en un juzgado penal o en la Audiencia Provincial. Ninguno de estos juzgados están especializados en violencia de género ni en violencia sexual. Además los juicios pueden dilatarse en el tiempo hasta los dos o tres años de media.

Yolanda y Ángel se sorprenden de esta significativa diferencia que separa en grandes términos la violencia de género de la violencia sexual en cuestión de procedimientos judiciales. Sonia responde al gesto: “tiene que ver con la percepción social de la violencia contra las mujeres, si ésta se restringe o no sólo al ámbito afectivo”.

Sonia advierte de la influencia de los estereotipos de género en los procedimientos. Hay prejuicios sobre el perfil del agresor sexual, así como sobre el de la víctima. “Si los estereotipos no coinciden, el testimonio de la víctima se pone en duda. Una mujer que tarde más de un día en denunciar, que relate que había consumido alcohol, haya bailado con su agresor horas antes, se haya bloqueado, no se haya defendido lo suficiente o que tenga dificultades para recordar los detalles, rompe con la imagen estereotipada  y puede comprobar como su credibilidad se ve cuestionada”.

Dirección hacia la prevención, la mejora y el cambio

Tras escuchar el testimonio de la experta nos preguntamos hacia dónde va el cambio, qué debe cambiar. Lo primero que Sonia nos expone es que reforzaría las políticas de prevención e igualdad.

Existe una carencia en la visibilidad que tiene este tipo de violencia “hay caras más invisibles como el acoso sexual laboral o los micro machismos sexuales que se manifiestan de forma sutil, y caras más visibles, como las violaciones  de mujeres que se evidencian en los medios de comunicación. Es importante mostrar todas sus facetas, sobre todo las más ocultas para entender su origen y así, poder prevenirla y erradicarla”.

La formación y sensibilización en  conciliación e igualdad en las empresas es otro punto que señala la experta. Existe una ley de igualdad de oportunidades que obliga a las empresas a hacer frente al acoso sexual laboral, todas deberían tener un plan de actuación, sin embargo,  en la práctica no están desarrollados.

Sonia nos sigue sugiriendo lo que ella pondría en práctica. “Sería importante que una mujer que sufriera una agresión sexual pudiera asistir en primera instancia a un hospital, y que en éste se activara, sin necesidad de interponer denuncia, un protocolo de urgencia  específico que incluyera todo tipo de pruebas médicas, la atención  de una psicóloga y que directamente la policía acudiera al hospital, iniciándose la denuncia y la cadena de custodia de pruebas, en función del caso.

Este sería un aspecto de mejora porque actualmente, si la mujer no está imposibilitada, tiene que ir primero a denunciar a la comisaría, en concreto, en Madrid, a la brigada de la policía judicial especialista en delitos sexuales, SAF. Después, volver de nuevo al hospital, habiendo pasado ya varias horas desde que pidió ayuda por primera vez. Por eso, debe llevarse  a cabo una transformación en este proceso.

Tanto en la aplicación de la ley integral en los casos de pareja como en los procedimientos por violencia sexual se debe trabajar para garantizar una buena protección y reparación de las víctimas, estamos ante graves violaciones de los derechos humanos y la existencia de leyes y recursos específicos de tipo integral, ayuda a mitigar las dificultades.

A través de los ojos de la experta…

“Lejos de ser, únicamente, víctimas de esta lacra social, por todo lo que supone, las mujeres que sufren violencia sexual son auténticas supervivientes. Son lecciones andantes de coraje y fuerza. La labor de las y los profesionales es reflejar esto como un espejo para que ellas sean capaces de verlo, sentirlo y creérselo”.

Sara Sáinz Ávila
Periodista

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