Victoria A. Ferrer, es Catedrática de la Universidad de Psicología Social de Género y miembro del Grupo de Investigación competitivo ‘Estudios de Género’, tiene reconocidos 3 sexenios de investigación (CNAI) y 5 quinquenios de docencia.
Es coordinadora y profesora del Máster Universitario en Políticas de Igualdad y Prevención de la Violencia de Género de la UIB y coordinadora e investigadora en proyectos de investigación financiados (tanto por el Instituto de la Mujer como por otras entidades) de ámbito nacional y autonómico sobre violencia contra las mujeres (violencia en la pareja, acoso sexual, …) y sobre salud y género.
Actualmente imparte docencia de grado en los estudios de grado de Psicología y Pedagogía de la Universidad de las Islas Baleares.
Hoy hablamos de «Feminismo y psicología social» de Editorial Grupo 5.
Comencemos por la idea principal, ¿qué es el feminismo?
El feminismo es un movimiento social que ha realizado a lo largo de los siglos un importante esfuerzo por lograr que las mujeres seamos ciudadanas de pleno derecho (y tengamos acceso a los derechos civiles, al voto a la propiedad, a la salud, a la educación, o a una vida libre de violencia). Es, por tanto, un movimiento esencial y radicalmente democrático. Y el feminismo es también una teoría social y política para explicar la realidad y cómo se estructuran las relaciones entre los hombres y las mujeres.
El feminismo como movimiento social puede proponer diferentes estrategias para lograr estos finales. Y el feminismo como teoría social y política puede manejar diferentes tipos y niveles de análisis y explicaciones.
Por eso, hoy día preferimos hablar de feminismos (en plural) que de feminismo (en singular).
¿Qué se ha hecho mal, o que no se ha hecho, para que haya tanto desconocimiento de su significado?
El rechazo al feminismo (al término feminista, pero también a los logros que el movimiento feminista pretende alcanzar, o a las explicaciones que se proponen desde el feminismo) no tiene que ver con nada que se “haya hecho mal”.
En todo caso, las razones para ese rechazo hay que buscarlas en las resistencias a cambiar las cosas: en las resistencias de algunas personas (sobre todo de algunos varones) que se aferran a privilegios no legítimos de los que disfrutan (como salarios más altos o puestos de poder) y que perderán si se produce una distribución más equitativa en un contexto dónde las mujeres tengamos derechos; y también en las resistencias de determinados estamentos o instituciones a que las cosas cambien.
¿Qué hace falta para que las nuevas generaciones entiendan la importancia del feminismo?
Yo creo que las nuevas generaciones ya entienden la importancia del feminismo. De hecho, en las graves situaciones que estamos viviendo (en la post-crisis, en la reacción a la llegada de Trump al poder, etc.) la primera respuesta ha sido la de las mujeres y el movimiento feminista. Y no sólo de las mujeres mayores, también de las jóvenes y muy jóvenes.
Pero, en cualquier caso, si queda alguna duda o para aquellas personas que aún no entiendan esa importante, podemos responder con una sola palabra: Educación
Para entender la importancia del feminismo hace falta conocerlo: conocer la historia y los logros del movimiento feminista, saber que todos esos logros se han alcanzado con métodos pacíficos, y sobre todo, conocer lo que se pretende desde el feminismo (tanto desde el movimiento feminista como desde la teoría feminista) que no es otra cosa que alcanzar una sociedad profundamente democrática, donde todas las personas tengan los mismo derechos y oportunidades, y todas ellas sean respetadas y valoradas por lo que son y por lo que aportan como hombres y como mujeres.
¿Por qué muchas mujeres ahora se niegan a identificarse con esa palabra?
Esa dificultad para identificarse con el feminismo surge sobre todo del desconocimiento.
El hecho de que muchas mujeres de todas las edades y de todas las profesiones (actrices, cantantes, escritoras, políticas, profesoras, …) hayan comenzado a decir de modo claro y directo “Yo soy feminista” ha hecho mucho para cambiar esa situación, y son ya muchas las mujeres que no tienen ningún problema en reconocerse como feministas.
Por tanto, yo diría que, aunque puedan quedar algunas (que las hay), cada vez son más las mujeres que se identifican y reconocen como feministas y menos las que niegan esa identificación.
Esa es, al menos, mi experiencia en la calle, en los movimientos sociales, o con mi alumnado.
¿Cómo conseguimos que el feminismo se vea no como algo enfocado en mujeres, sino una forma de pensamiento y vida de hombres y mujeres?
Con educación y formación…. No hay secretos… Explicar, explicar y explicar qué es el feminismo y qué pretende.
¿Por qué es tan necesario el feminismo en la psicología social?
La psicología social trata de comprender y explicar las conductas, pensamientos y sentimientos de las personas en situaciones sociales (como son influidas por otras personas e influyen a otras personas, qué ocurre cuando estamos en un grupo y/o cuando nos relacionamos con otros grupos,…).
La psicología de género o feminista es un cuerpo de conocimientos acerca de las mujeres, los roles y estereotipos de género y el mantenimiento de esquemas de dominación masculina y subordinación femenina en nuestras sociedades, que recoge, participa y recibe contribuciones de todos y cada uno de los ámbitos y las áreas de conocimiento que conforman la psicología. De entre todos ellos, los procedentes de la psicología social constituyen una parte básica y fundamental.
De la confluencia entre psicología social y psicología de género o feminista surge la psicología social feminista que, desde una posición crítica, trata de dar respuestas a los problemas sociales y, muy especialmente, a aquellos que tienen que ver con la igualdad y la desigualdad.
Por tanto, el feminismo en psicología social contribuye a analizar, explicar y comprender la realidad desde una posición crítica y a dar respuesta a los problemas sociales desde esa posición.
La opinión pública y la prensa, ¿son el antónimo de feminismo y psicología social?
¿Antónimo? No… Lo que sí es cierto es que, en ocasiones, algunas noticias o algunos medios presentan una realidad simplificada o con un cierto toque sensacionalista que se centra en los mitos o creencias falsas sobre lo que es el feminismo… Pero, afortunadamente, esto no siempre es así, y cada vez hay más periodistas y medios interesados/as en ofrecer información clara, contrastada y veraz sobre los problemas sociales y sobre lo que el movimiento feminista y la teoría feminista aportan a la comprensión de estos problemas. El mejor ejemplo de ello nos lo ofrece el modo como se aborda el grave problema social que es la violencia contra las mujeres.
¿Las teorías feministas que tienen de diferente con respecto a otras?
Pues el elemento diferenciador clave es que adoptan una posición crítica (frente al sistema social patriarcal imperante y frente al orden social que emana de ese sistema social), y, desde esa posición crítica, tratan de dar respuestas alternativas, emancipatorias y que empoderan a los problemas sociales y, muy especialmente, a aquellos que tienen que ver con la igualdad y la desigualdad.
¿Y estas teorías están presentes en la vida académica?
Por supuesto. Con mayor o menor fuerza, según los momentos o las disciplinas, pero la traslación del feminismo a la vida académica (en lo que se conoce como los estudios de las mujeres, feministas o de género, y de los cuales la psicología de género o feminista es un ejemplo) tiene ya una larga historia.
¿Hasta qué punto los conocimientos psicológicos y académicos han contribuido a la opresión o liberalización de las mujeres?
La psicología “tradicional”, como el resto de disciplinas “tradicionales”, ha tenido su parte de responsabilidad en la justificación del sistema social existente, y, en ese sentido, ha tenido también su parte de responsabilidad en el mantenimiento del “statu quo” y de la opresión. Esto ha ocurrido en relación con las mujeres, pero no exclusivamente.
Recuérdese, por ejemplo, cuando desde la psicología diferencial se ofrecían, supuestamente, argumentos que justificaban la inferioridad y el trato desigual a personas de distintas razas… Pues algo similar ha ocurrido en la justificación supuestamente “científica” de la inferioridad femenina y de la desigualdad entre mujeres y hombres.
¿Crees que estos discursos feministas nos han llevado a una mejor psicología y más justa socialmente?
Efectivamente, al igual que el feminismo como movimiento social ha trabajado y trabaja para lograr una sociedad más justa e igualitaria; el feminismo académico y las teorías feministas nos llevan hacía una psicología mejor y socialmente más justa.
¿El conocimiento psicológico y feminista es una de las herramientas para superar los sesgos de género?
Definitivamente sí. Uno de los primeros pasos en los estudios de las mujeres feministas y de género en la psicología (y en cualquier disciplina científica) es, precisamente, desenmascarar los sesgos de género.
¿Y qué más herramientas hay?
Si hablamos de las herramientas de las que disponemos para superar los sesgos de género, el conocimiento psicológico y feminista nos ofrece explicaciones alternativas, nos ofrece la posibilidad de elaborar marcos explicativos alternativos y críticos desde los que analizar la realidad. Además de ellos, otras herramientas tienen que ver con los diseños de investigación, con los instrumentos para la recogida de datos, con los procedimientos para analizar dichos datos, con las estrategias para la intervención… Todas estas herramientas de las que disponemos las/os científicas/os sociales son susceptibles de incorporar la perspectiva feminista y contribuir a superar los sesgos de género que se han cometido (y que aún en alguna ocasión se pueden estar cometiendo) para explicar la realidad social.
¿Crees que llegaremos a una construcción social igualitaria?
En general, soy una persona bastante optimista… Pienso que hemos logrado muchos avances en esta dirección, especialmente, aunque no únicamente, en los países occidentales. Igualmente, muchos de los más importantes organismos internacionales están comprometidos con la cuestión de la igualdad entre mujeres y hombres y con la eliminación de las discriminaciones, y todo eso constituye también un motivo para ser optimistas…
Sin embargo, si algo hemos aprendido en estos últimos tiempos (especialmente a raíz de la crisis-estafa que hemos vivido, y cuyas consecuencias aún no están del todo calibradas) es que no podemos confiarnos. Algunos avances que pensábamos que no tenían marcha atrás se han puesto en peligro…. Otros, que parecían ya irrenunciables, se han perdido… Esto ha ocurrido en relación con derechos sociales y laborales, y, lógicamente, también con avances específicos en materia de igualdad de oportunidades y que afectan especialmente a la posición social de las mujeres.
A esta situación hay que sumar la resistencias del patriarcado a las que nos hemos referido antes… El patriarcado muta, cambia, se modifica, busca alternativas (pasando en sociedades como la nuestra de lo que se ha dado en llamar el “patriarcado de coerción” que nos prohíbe y nos manda, al “patriarcado de consentimiento” que nos seduce y nos encandila) pero siempre con el mismo objetivo: mantener el statu quo, no modificar una estructura social fundamentada en mantener a las mujeres en una situación de subordinación y desempeñando los roles que tradicionalmente se le han atribuido (cuidadora, madre, esposa,…).
Así que, volviendo a la pregunta, aunque haya avances, estamos en un momento donde resulta todavía difícil visualizar una sociedad plenamente igualitaria.
Soy padre de familia tengo 2 hijas, y pienso que se le hace un daño a las mujeres tratando de enfrentar a los dos géneros. Si bien es cierto hubo y hay todavía diferencias. Las mujeres tienen los mismos derechos que los hombre. Como ejemplo. Mujeres y hombres en las fuerzas armadas ganando el mismo sueldo y muchos otros ejemplos palpables. Luchemos si por la violencia contra la mujer.
Pienso que el feminismo es muy necesario todavía, no solo por la desigualdad que se resiste a cambiar en ciertos paises e incluso en algunas sociedades que pese a defender los derechos de la mujer suelen quedarse estancados en el papel. A eso hay que sumarle los riesgos y el miedo constante que sufren las mujeres, los multiples feminicidios, violaciones y la falta de comprensión con respecto a la situaciones que vulneran nuestra integridad física y emocional. Sí, han habido cambios, lo que se agradece debido a la lucha constante de las feministas, sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer en busca de una sociedad más justa, en la cual las niñas, jovenes, madres, hijas, tías y abuelas se sientan más seguras y respetadas.
Por otro lado, es cierto que es horrible enfrentar a estos dos géneros, pero no tiene que ser así, creo que es importante reducir las barreras que ha dejado la sociedad patriarcal en busca de la comprensión mutua por parte de ambos géneros con respecto a los daños que ha generado el machismo. Para lograrlo es necesario que los hombres pongan de su parte y también luchen por sus derechos, que lean, que acepten el sufrimiento de las mujeres a lo largo de la historia, así como sus propias heridas sin ver estas como una justificación para invalidar una causa justa como el feminismo. Pienso que al mostrarse de una manera menos hostil sera más posible entendernos y que la mayor parte de las mujeres estarán abiertas a escuchar, más si tienen razones para hacerlo; la violencia que sufren los hombres no puede seguir siendo invalidada, generando un resentimiento oculto que no beneficia a nadie.