Para ver a Natalia tenemos que desplazarnos al Centro de Servicios Sociales de Valdebernardo, en Madrid. Allí está ubicado el Centro de Atención a la Infancia del que Natalia es directora.
En un primer momento Natalia da la sensación de persona seria, tímida, distante… pero sólo a simple vista, porque sus ganas de trabajar, de dar lo mejor de sí misma, de avanzar personal y profesionalmente, le hace vencer su timidez y resultar una persona cercana y confiable. Y es que no le gusta estar quieta, necesita tener la sensación de progresión, de sumar.
Para ella la honestidad, las personas con fondo, comprometidas, las auténticas, «sean como sean porque cada una somos diferentes, la gente honesta con los demás y consigo misma», son las que trascienden en su vida. «Me gusta hablar con personas de distintas edades, profesionales, vidas, tipos… me parece que cada quien aporta. No descarto nada o nadie por ser de un mundo o ser de otro. Me gusta la gente real, que no finja».
Natalia es de Salamanca, una ciudad pequeña, con mucha vida universitaria que te da posibilidad de conocer a mucha gente que te enriquece. «Todavía sigo muy unida a Salamanca, por tanto es y será Salamanca para mí». Y de Salamanca a perderse por el mundo conociendo sitios nuevos, una de sus aficiones, junto con la de pasear, leer, compartir con los amigos… «y si se puede hacer todo junto mejor».
Psicología en Salamanca, CAI en Madrid
«Siempre me había gustado el ayudar, el escuchar. Soy una persona a la que me gusta escuchar a los demás, tengo una facilidad para poner en el otro lugar. En mi familia soy la hermana, la hija, la sobrina a la que le cuentan los problemas… Siempre estoy mediando, ayudando, facilitando… He tenido ese papel en mi familia y siempre me ha atraído, pero no tenía claro que se me diera bien». A pesar de tener aptitudes para optar por Psicología, Natalia dudó. Y es que otra de sus cosas favoritas son los animales, los perros en especial. «Cuando terminé COU quise estudiar también Veterinaria, había descartado Psicología por mi timidez, me parecía complicado, pero con los años me voy soltando un poco más». (Risas).
Natalia se especializó en intervención familiar para producir cambios en el seno de la familia aunque ahora se siente cómoda y bien ubicada en infancia, que aunque no fue dónde comenzó, sí es el sector que más le ha marcado. «Otra cosa que me atraía y me atrae es la formación, y sigo haciéndolo, por ejemplo como complemento de la intervención con familias a grupos».
Desde finales de enero se encuentra al frente de la dirección del Centro de Atención a la Infancia 7, aunque desde 2010 estaba en la coordinación de los CAI 1,2,3. Natalia es tranquila, recibe bien las críticas. Algo esencial en su labor de coordinación: «es necesario para girar hacia donde me piden. Cuando llegué a este centro, hace nueve meses, este equipo ya estaba rodado. Mi labor es representarles, escucharles y dar respuestas a sus necesidades. Me gusta que es un equipo especializado, de intervención y multidisciplinar». Una de las líneas que trabaja Natalia desde el CAI es la promoción del asocianismo: «Creo que va unido, creo que hay que fomentarlo, que las propias familias se unan, encuentren soluciones, que canalicen estas demandas. Da fuerza y todo lo que podamos potenciar e impulsar, me gusta.
Un viaje…
«Visitar Dresde. Es una ciudad histórica, muy similar a Salamanca, en la que me encuentro cómoda paseando. Es una ciudad para pasear».
Un libro…
«Recomiendo uno de terapia, El arte de amargarse la vida de Paul Watzlawick. Es paradójico, te hace reflexionar.
Un sueño…
«Encontrarme bien conmigo misma en cada momento».