Nadie quiere morir, sino dejar de sufrir

Por Ana Freire - Profesora e Investigadora. Universitat Pompeu Fabra, Barcelona.
6 febrero 2020
40 segundos. Es el espacio de tiempo que transcurre entre dos suicidios consecutivos en el mundo. Esto suma alrededor de 800 mil personas muertas al año por suicidio.

Son cifras escalofriantes anunciadas por la Asociación Mundial de la Salud (http://www.who.int/mental_health/suicide-prevention/en/), pero no entendemos la magnitud del problema hasta que comparamos esas cifras con otras a las que estamos más acostumbrados. En 2017, en España, hubo 1198 víctimas de accidentes de tráfico, triplicadas por las 3679 muertes por suicidio. Asimismo, los suicidios en España son 13 veces más frecuentes que los homicidios y 67 veces más que las muertes por violencia de género.

Viviendo en pleno siglo XXI, nos planteamos la siguiente pregunta: ¿hay algo que la tecnología pueda hacer para reducir las cifras anteriores? La respuesta es sí. Si dedicamos unos minutos a realizar algunas búsquedas en las redes sociales más populares (Instagram, Twitter, Facebook, Reddit…), encontraremos multitud de contenidos que denotan un comportamiento depresivo e incluso suicida. Han sido numerosas las personas que han escrito sus últimas palabras en las redes para hacer pública su decisión letal, que comparten imágenes de autolesiones o que simplemente, y de modo no intencionado, expresan una clara situación de desasosiego que puede interpretarse tanto por el texto como por el contenido multimedia utilizado (fotos, vídeos, música…).

La inspección manual de este contenido es inviable, pues estamos hablando claramente de big data (Twitter, con más de 300 millones de usuarios activos al mes, genera una ratio de publicación de 8000 tweets por segundo). Por ello, nace la necesidad de explotar la tecnología existente para intentar detectar comportamiento suicida de modo automático, y tener la posibilidad de intervenir a tiempo.

Varios investigadores a nivel mundial nos dedicamos a intentar detectar comportamiento suicida en redes sociales para poder llegar a implementar un sistema que en tiempo real pueda emitir señales de alarma ante la detección de un usuario en alto riesgo, y que pueda intervenir, en caso de ser necesario. Esto complementa y amplía la gran labor que los psicólogos realizan en sus consultas, pues parte de los usuarios con tendencias suicidas que se expresan en redes sociales, no están siendo tratados.

El proceso no es sencillo y requiere conocimiento multidisciplinar, por lo que trabajamos con psicólogos especialistas en enfermedades mentales. En primer lugar, ellos nos proporcionan una lista de palabras o frases habitualmente usadas por personas con tendencias suicidas, y que nosotros utilizamos para filtrar tweets de usuarios que las estén usando en sus publicaciones. Una vez tenemos un conjunto de tweets que contienen algunos de los términos que buscamos, los psicólogos los revisan para identificar cuáles corresponden a usuarios con tendencias suicidas y cuáles no, y el resultado de este proceso (llamado etiquetado) es la entrada a algoritmos de inteligencia artificial que aprenden las características comunes a todos aquellos individuos que han sido clasificados manualmente como propensos al suicidio. Estas características son muy diversas, desde las palabras que usan en los tweets, hasta las imágenes que suben, las horas en las que publican o cuántos favoritos o retweets reciben. Una vez que el algoritmo está entrenado en base a los ejemplos iniciales, es capaz de clasificar él mismo de manera automática nuevos usuarios sin necesidad de que los revise un psicólogo. Hasta ahora hemos alcanzado una precisión de un 85%, pero continuamos trabajando para mejorar este resultado.

Todos podemos poner nuestro grano de arena para disminuir los casos de suicidio. Tenemos que ser conscientes de que es un problema grave en nuestra sociedad, en parte por continuar siendo un tabú del que apenas se habla. Es importante normalizar y comunicar la presencia de ideaciones suicidas en el caso de que se manifiesten, para poder recibir la ayuda adecuada, e igual de importante es detectarlas en terceros. Recordemos que nadie quiere morir, sino dejar de sufrir.

3 Replies to “Nadie quiere morir, sino dejar de sufrir”

  1. Realmente interesante. ¿Cómo se utiliza en la práctica la herramienta de etiquetado? ¿Se hacen barridos al azar en twitter? ¿Se sigue a personas concretas?

  2. Virginia dice:

    Soy Profesora titular de la universidad Jaume I de psicología social. Mi hermana mayor con 56 años se suicidó el pasado 30 de noviembre. En los servicios de su centro de salud y en el de psiquiatría del hospital le dieron medicación pero observé que tenían miedo a asumir responsabilidad de llevar a ese enfermo, del centro de salud nos derivaron al hospital y del hospital se quejaban del por qué no le había atendido el psiquiatra del centro de salud.
    Al final mi hermana ya no está con nosotros. No pudimos hacer nada. Su desconexión con cualquier síntoma o muestra de amor era total.
    No publicó nada, no dijo nada.
    He visto y estoy viendo tanto sufrimiento en todos, en ella, en sus hijos en mis hermanas y en mi padre.
    El sistema de salud tampoco atiende a los que nos quedamos, siento a veces que es como si no quisieran vernos. Un suicidio en una familia pone en riesgo a la familia y esto tampoco se ve….. ¿cuántos suicidios se cometen habiendo existido algún suicidio previo en la familia?.
    Tengo la impresión que hay algo detrás del suicidio que se nos escapa a los especialistas en salud, algo importante que desde la investigación no se nombra. La medicación pone en riesgo durante las primeras semanas la vida de las personas la posibilidad de suicidio…. y esto ya se ha descrito pero se sigue dando medicación sin hacer un seguimiento exhaustivo del paciente durante el primer mes.
    Parece que el suicidio no se quiere mirar, parece que es una amenaza hacia la naturaleza de la propia vida, y no se quiere ver.
    Mi hermana ya no está con nosotros , no busco culpabilizar a nadie, esto no tiene sentido, pero el suicidio hace que a las personas que no les toca directamente quieran mirar a otro lado. Mi hermana no publicó ni avisó de lo que no tuvo más remedio que hacer, como ya he comentado. En todo este proceso nosotros sus seres queridos no pudimos conectarla al amor, a la vida. Nosotros estamos revisando nuestra vida con ella, y estamos en un proceso de perdón tanto hacia nosotros como hacia los demás y hacia ella misma. Ojalá los profesionales de la salud puedan hacer lo mismo con cada caso sin esperar a este desenlace. Hacer un seguimiento a las personas en vida y acogerlas desde el corazón y desde este lugar de coraje, amor y valentía proponer cuidados y acompañamientos.

  3. Eva Martín dice:

    Que interesante esta propuesta que lanzáis. Probablemente sí ayude a detectar muchos casos.
    Sin embargo no he podido dejar de temer que la Ley de Protección de Datos también intervendrá ahí y dificultará q pueda accederse a estas personas tan vulnerables, como nos está dificultando mucho el trabajo en red a los profesionales que trabajamos con otras vulnerabilidades.
    Y… si, que durísimo afrontar un suicidio, lo que nos lleva a evitar mirarlo los que estamos «fuera» y eso daña tanto….

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